En un país encendido por motines policiales y saqueos, ¿fue prudente promover y autorizar ayer el festejo de un "día del hincha" en el Obelisco porteño que terminó con corridas, gases y varios policías heridos? La Ciudad de Buenos Aires lucía ayer como una isla en el país acongojado por diez muertos y con focos de saqueos y amotinamientos aún no mitigados del todo. Pero el desatino permitió que unos pocos exaltados llevasen el desorden, los desmanes , los heridos, a un vecindario como el porteño que hasta ayer gozaba de una tranquilidad extraña cruzando apenas la General Paz. Hasta hubo gestos de insolencia, como reemplazar la bandera nacional por una insignia boquense en el mástil del principal paseo del país. (Ver foto).
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Agrega sinrazón a lo que ocurrió que el distrito es gobernado por Mauricio Macri, que ha sido presidente del club Boca Juniors cuyas barras actuaron ayer y que conserva alguna autoridad sobre su actual directiva, integrada por Daniel Angelici y Oscar Moscariello, dos hombres del PRO. Iba en su interés que no hubieran ocurrido estos estropicios y que la Capital siguiera luciendo el privilegio de ser una excepción a lo que vive el país.
Había señales desde temprano porque la inteligencia policial tomó nota de la convocatoria de esas barras por internet a un festejo inventado el año pasado (12-12-12) y que, tampoco lo recordó nadie, en esa oportunidad los incidentes y la violencia le costaron la cabeza al jefe de la Policía Federal Enrique Capdevila, apartado del cargo por, según se informó hace un año, cierta pasividad en el control de la calle. Si no fuera evidente el absurdo, hasta habría que pensar en que fue una provocación de origen oscuro que terminó pagando la tranquilidad del único vecindario en paz que tenía hasta ayer el país. (Ver pág. 16.)
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