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Advertencia de economistas: “Puede haber salidas falsas de la crisis”
Tanto esta crisis como la del 30 fueron resultado de una revisión de planes y expectativas por parte de los agentes privados y el Gobierno. Se trata de crisis autogeneradas: el sistema las fabricó, no hubo shocks externos.
Se observan similares oscilaciones en la política monetaria, que pasó de la expansión a la contracción al llegar hacia el final del auge. El auge estuvo asociado a nuevos sectores en expansión que estimularon la inversión y la percepción de un crecimiento de ingresos y capacidad de repago de deuda. Así, se ve una gran volatilizad en el precio de los activos y un crecimiento del endeudamiento asociado a una frágil regulación y fallas en la evaluación del riesgo.
Tal vez ésta es una crisis que no se arregla con política monetaria, pero que exige política de gasto, o bien se trata de una crisis con problemas de solvencia difundidos que además requieren redefinición de los contratos rotos. La pregunta es cuántos problemas patrimoniales quedan por ser procesados, y lo que se observa es el grave problema de deuda de las familias.
Pablo Gerchunoff
Como consecuencia de la crisis del 30, se estancó el poder de compra de las exportaciones y cayó en el coeficiente de importaciones. A esto correspondió la industrialización con uso intensivo de trabajo, que abrigó a los sectores que habían quedado a la intemperie por la crisis.
Los precios de los alimentos cayeron más que los de cualquier materia prima. Por eso la Argentina sustituyó exportaciones: volcó al mercado interno los bienes alimentarios que no podía colocar en el mercado mundial. Hoy, la situación es distinta, los productos agrícolas subieron menos y cayeron menos que el petróleo y los minerales, por su menor elasticidad de demanda. A la manera de 1929, la Argentina cuenta con un moderado seguro anticrisis (en los 30 tenía las grandes reservas de oro).
El patrón exportador es diferente, por el mayor peso del petróleo y las manufacturas de origen industrial. La crisis del 30 nos llevó a la industrialización sustitutiva trabajo intensiva. Actualmente, el mayor perjuicio lo sufrirá la industria exportadora; pero si se elige una política de reindustrialización, el impacto social inclusivo no sería el mismo que en los 30.
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