28 de mayo 2009 - 00:00

Advertencia de economistas: “Puede haber salidas falsas de la crisis”

Gabriel Palma
Gabriel Palma
«Lo que identifica a la crisis del 30 son los 10 años que se tardó en salir de ella. Esta crisis se caracterizará por lo difícil que será la salida. Mi pronóstico optimista son cinco años; el realista, 10», dijo el Gabriel Palma, profesor de la Universidad de Cambridge, en su exposición de ayer en el congreso Econ2009 en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA. Para Pablo Gerchunoff, «a la manera de 1929, la Argentina cuenta con un moderado seguro anticrisis (en los 30 tenía las grandes reservas de oro), porque los productos agrícolas subieron menos y cayeron menos que el petróleo y los minerales». Daniel Heymann subrayó que esta crisis podría requerir la «redefinición de los contratos rotos». A continuación, se detallan los principales puntos de sus presentaciones:

Gabriel Palma

El crecimiento del stock de activos financieros triplicó el de la economía real. Se desacoplaron absolutamente y eso es insostenible en el largo plazo. Esto significa que hubo un exceso de liquidez.

Una de las cosas que llevaron al exceso de liquidez fue la mayor desigualdad en la distribución del ingreso. Del 30 al 60 creció el 4,2% el ingreso promedio del 90% de la población de ingresos más bajos en Estados Unidos. El restante 10% más rico aumentó sus ingresos en el 1%. Pero el ingreso de los primeros se estancó desde los 70. Durante la era Clinton, el 45% del crecimiento del ingreso fue acaparado por el 1% más rico; y durante la era Bush este porcentaje subió al 70%. Por mucho que gasten, a estos sectores de mayor riqueza les sobra la plata. · Lo que identifica a la crisis del 30 son los 10 años que se tardó en salir de ella. Esta crisis se caracterizará por lo difícil que será la salida. Mi pronóstico optimista son 5 años; el realista, 10. Habrá salidas falsas, pero hay demasiados lastres: los niveles de deuda de familias, empresas y gobiernos son insostenibles, no se sabe cómo se los va a pagar.  

Daniel Heymann

Tanto esta crisis como la del 30 fueron resultado de una revisión de planes y expectativas por parte de los agentes privados y el Gobierno. Se trata de crisis autogeneradas: el sistema las fabricó, no hubo shocks externos.

Se observan similares oscilaciones en la política monetaria, que pasó de la expansión a la contracción al llegar hacia el final del auge. El auge estuvo asociado a nuevos sectores en expansión que estimularon la inversión y la percepción de un crecimiento de ingresos y capacidad de repago de deuda. Así, se ve una gran volatilizad en el precio de los activos y un crecimiento del endeudamiento asociado a una frágil regulación y fallas en la evaluación del riesgo.

Tal vez ésta es una crisis que no se arregla con política monetaria, pero que exige política de gasto, o bien se trata de una crisis con problemas de solvencia difundidos que además requieren redefinición de los contratos rotos. La pregunta es cuántos problemas patrimoniales quedan por ser procesados, y lo que se observa es el grave problema de deuda de las familias.

Pablo Gerchunoff

Como consecuencia de la crisis del 30, se estancó el poder de compra de las exportaciones y cayó en el coeficiente de importaciones. A esto correspondió la industrialización con uso intensivo de trabajo, que abrigó a los sectores que habían quedado a la intemperie por la crisis.

Los precios de los alimentos cayeron más que los de cualquier materia prima. Por eso la Argentina sustituyó exportaciones: volcó al mercado interno los bienes alimentarios que no podía colocar en el mercado mundial. Hoy, la situación es distinta, los productos agrícolas subieron menos y cayeron menos que el petróleo y los minerales, por su menor elasticidad de demanda. A la manera de 1929, la Argentina cuenta con un moderado seguro anticrisis (en los 30 tenía las grandes reservas de oro).

El patrón exportador es diferente, por el mayor peso del petróleo y las manufacturas de origen industrial. La crisis del 30 nos llevó a la industrialización sustitutiva trabajo intensiva. Actualmente, el mayor perjuicio lo sufrirá la industria exportadora; pero si se elige una política de reindustrialización, el impacto social inclusivo no sería el mismo que en los 30.

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