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Barcelona parece invitar a perderse en sus calles

La bella Scarlett Johansonn fotografiando Barcelona desde La Pedrera, teniendo como fondo las cúpulas de La Sagrada Familia, de Gaudí. El sector de puesto del flores de las Ramblas. La siempre concurrida Plaza Cataluña. Y la Torre de Telecomunicaciones de Montjuïc que diseñó Santiago Calatrava.
Entre los recorridos, el más tradicional lleva a pasear por al Barrio Gótico, comer tapas en una terraza, andar por la inolvidable Rambla hasta llegar a la estatua de Colón y elegir dónde almorzar junto al Mediterráneo. Luego recorrer algún museo, como el de Arte Contemporáneo y, por la noche, ir a escuchar un concierto en el Palacio de la Música, donde puede haber un recital de Serrat. Excursiones menos convencionales alejan de la ciudad, llevan por la ruta de murallas, castillos y fortalezas medievales, o al Camino de los Buenos Hombres, especial para seguidores de «El Código Da Vinci», de Dan Brown, y sus controversiales ideas de que la secta cristiana herética de los cátaros poseía el Santo Grial, que entre sus miembros estaban descendientes de Jesucristo, y que, por profesar contra los bienes materiales y el regreso a la pureza, habían reunido un enorme tesoro que escondieron en uno de sus castillos. Ese itinerario turístico llega al castillo de Monsegur, en Ariete, Francia, andando por los lugares donde anduvieron los cátaros, en los siglos XIII y XIV, cuando huían primero de una cruzada y luego de la Inquisición. Es una excursión atrapante, pero para quien llega por primera vez a Barcelona, lo mejor es empezar por sus puntos top: la catedral de La Sagrada Familia, el parque Güell, el Museo Picasso, el monte Montjuïc, las Ramblas.
Montjuïc (Monte de los Judíos) es un cerro y un barrio. En la falda del monte están las instalaciones que surgieron con los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, como el Estadio Lluis Companys, el Palau Sant Jordi y, entre otros, el antiguo Palacio de los Deportes, reconvertido en Barcelona Teatre Musical. La Torre de Telecomunicaciones de Montjuïc, diseñada por Santiago Calatrava, se ha convertido en emblema del barrio Poble Espanyol, que tiene calles y plazas que son como un catálogo de características regionales de toda España. A ese cerro, sede de teatros e importantes instituciones culturales, se puede llegar por transportes originales como el funicular, que comunica la montaña con el barrio del Poble-sec; el teleférico, que recorre la parte superior de la montaña, o el transbordador, que la comunica con el Puerto de Barcelona.
Las Ramblas demasiadas veces han sido calificadas como «la calle más linda del mundo». Como para no ir a ver si es cierto. Está situada entre la Plaza Cataluña y el puerto antiguo (que se modernizó, haciendo girar la ciudad hasta ponerla frente al mar, al que antes parecía dar la espalda, un poco como está ocurriendo con nuestro Puerto Madero). En las Ramblas hay quioscos de diarios y revistas, flores, mascotas (perros, gatos y pájaros), actores, dibujantes callejeros y artesanos.
Las Ramblas son 5: Rambla de las Canaletas, donde está la fuente de la que se dice que «quien bebe de estas aguas vuelve siempre por aquí»; la Rambla de los Estudios; la Rambla de las Flores o de San José; la Rambla del Centro o de los Capuchinos, y la Rambla de Santa Mónica, que da al puerto. Cada etapa tiene lo suyo, pero al enfrentar el mercado La Boquería es difícil no sacar la cámara y gatillar foto tras foto. Se dice que es el mercado más grande de España, que tiene 11 pasillos y más de 300 negocios. Allí se pueden encontrar desde frutas y verduras orgánicas hasta productos sofisticados y de élite. Tiene un toque tan gourmet que no sólo hay una librería dedicada a libros de gastronomía, sino, además, un Aula Gastronómica, ya clásico lugar de reunión para chef, conocedores y aficionados. Hasta aquí lo más de postal, después está la estupenda noche barcelonesa, con sus restoranes invadidos por alegres tunas, con sus discos, cosas que han hecho que Rebecca Hall, la Vicky de la película de Woody Allen, confesara: «Durante el tiempo que estuve allí me levantaba más tarde y salía de fiesta mucho más que en cualquier otro lugar; es que la ciudad te invita a eso», y Scarlett Johansson la secundó con gestos afirmativos y una risa contagiosa.
Máximo Soto
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