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Brasil y otros BRIC ponen en aprietos a China
Desde su primera visita a la Unión Europea en 2007, cuatro años después de llegar al Gobierno, Lula ya ha hecho cuatro viajes África, para cubrir 16 países.
En julio fue invitado de honor a una cumbre de la Unión Africana en Libia, un aviso a Pekín, previo al segundo Foro de Cooperación de China-África (FOCAC, por su sigla en inglés), en Egipto del 8 y el 9 de noviembre, de que no está sola en su cortejo al continente y sus tesoros de materias primas.
En un reflejo del empuje de Lula, el intercambio comercial anual de Brasil y África ha saltado desde 3.100 millones de dólares en 2000, a 26.300 millones el año pasado, una tasa de crecimiento superada sólo por China, cuyo intercambio se ha multiplicado por diez en la década, a 107.000 millones de dólares.
China ha eclipsado ya a Estados Unidos como el mayor socio comercial del continente.
«El balance de poder comercial ha cambiado completamente», dijo Martyn Davies, de Frontier Advisory, una consultoría sudafricana para inversionistas en mercados emergentes de África.
«Esto no es algo nuevo -sólo se ha acelerado por la crisis económica. Ha subido más el intercambio entre mercados emergentes que el intercambio tradicional de dirección Norte-Sur», agregó.
Avanzan BRIC
No solamente Brasil y China se están introduciendo con fuerza en África. Los otros dos miembros del denominado grupo de naciones BRIC -India y Rusia- también están marcando posiciones en una región que por generaciones se ha visto como el patio trasero de las potencias europeas.
El comercio de la India con África ha trepado de 4.900 millones a 32.000 millones de dólares esta década, una trayectoria de crecimiento similar a la de Brasil.
Sin embargo, en términos de inversión extranjera directa, en los últimos seis años la India lidera la lucha con 130 proyectos, comparado con 86 de China y 25 de Brasil, según un estudio de Standard Bank de Sudáfrica.
Brasil y la India, además, gozan de sus vínculos culturales y lingüísticos para avanzar en sus propósitos.
Al compartir idioma con Mozambique y Angola por la herencia portuguesa común, casi uno de cada dos brasileños declara tener un ancestro africano, mientras Sudáfrica alberga a más habitantes de origen indio que cualquier otra nación de fuera del país asiático.
En los últimos 12 meses, Rusia también ha lanzado una ofensiva diplomática y comercial en África. Mijail Margelov, su enviado en Sudán, declaró en enero que Rusia estaba «de vuelta en África» y presta para jugar un «rol más activo».
A sus comentarios siguieron sendas visitas del presidente Dmitri Medvédev a Egipto, Nigeria, Namibia y Angola en sólo seis meses, para impulsar acuerdos sobre energía, minería, construcción y telecomunicaciones.
«Estas incursiones y los acuerdos comerciales que les siguen ocurren por primera vez en 50 años, y obligan a los países occidentales a elevar su papel en un continente al que ellos siempre han tenido acceso comercial ilimitado», dijo el mes pasado Standard Bank.
Con el aumento de la competencia por comercio e inversión también colaboran las ambiciones de varios países africanos de liberarse de su extrema dependencia comercial con uno o dos socios occidentales, en particular con Estados Unidos.
Junto con la energía y la minería, que se llevan la mayor parte de las exportaciones africanas a los países del BRIC, existe un creciente interés en su terreno cultivable -menos del 25 por ciento del que es utilizado- como una fuente de alimentos para la exportación.
Un acuerdo que probablemente sea muy típico en el futuro es el suscripto por China y Angola, en el que el gigante asiático le prestó 1.000 millones de dólares al país africano para desarrollar un área agrícola devastada por 27 años de una guerra civil que terminó en 2002.
«El potencial agrícola de África se convertirá en un motor cada vez más potente del compromiso comercial de los BRIC con el continente», puntualizó Standard Bank.
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