La acorralada dictadura de Hosni Mubarak reaccionó ayer con sus reflejos más brutales. Miles de oficialistas irrumpieron en la plaza cairota colmada de manifestantes prodemocráticos y los atacaron con palos y varas de hierro. La respuesta de la multitud derivó en una batalla campal pocas veces vista. Las imágenes y el saldo de al menos tres muertos y 1.500 heridos causaron conmoción mundial. El propio Barack Obama, que necesita imperiosamente mantener al país en la lista de sus aliados, ya demuestra haber perdido la paciencia. La oposición, en tanto, llamó para mañana a una megamanifestación bautizada con el sugestivo nombre de «día de la salida». (Ver págs. 14, 15 y 16.)
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