26 de marzo 2013 - 00:00

Carácter deportivo en envase chico

El Fiat 500 Abarth es la versión deportiva del Cinquecento. Y como tal ofrece un comportamiento acorde en envase chico. Se destaca la función Sport, que permite adaptar el estilo de conducción entre un manejo más convencional y otro más extremo.

El Fiat 500 Abarth  se destaca por un diseño atractivo  con detalles que refuerza su estilo deportivo.
El Fiat 500 Abarth se destaca por un diseño atractivo con detalles que refuerza su estilo deportivo.
El Fiat 500 despertó simpatía desde su aparición. Un modelo con una larga y exitosa historia que renacía con una imagen aggiornada. Su lanzamiento en Turín en 2007 fue una cuestión de Estado y la fiesta realizada para ese evento estuvo a la altura de la circunstancia. Poco después llegó a la Argentina como anticipo. Fueron pocas unidades y a un precio que, por importarse de Europa, sólo estaban dispuestos a pagar los más fanáticos. Cuando comenzaron a llegar los vehículos producidos en México, a un valor menor, se produjo un resurgimiento que se reflejó en un volumen de ventas considerable. Ahora, la casa italiana introdujo el modelo Abarth, que rememora una mítica marca deportiva que alcanzó su esplendor en los años sesenta y que Fiat adquirió años más tarde para denominar con ese nombre a las versiones más extremas de sus vehículos. Con esos antecedentes, el Cinquecento Abarth hay que evaluarlo como un auto pensado para aquellos a los que les gusta una conducción adrenalínica.

Llega importado desde Polonia con motor 1.4 turbo de 16 válvulas y 135 CV. Está equipado con una caja manual de cinco velocidades.

Con un modelo con sangre deportiva, el Cinquecento Abarth se caracteriza por su desempeño en ese aspecto. Es lógico que sea un modelo pensado para dos personas (las plazas traseras son limitadas), con una suspensión dura que no es recomendable para las difíciles calles porteñas y ligeramente bajo. El sonido del motor, que se disfruta desde el habitáculo, suma esa dosis de deportividad. El interior es acorde con ese carácter. Un volante con buen grip y una butaca del conductor de buena sujeción. Todo el instrumental presenta un estilo retro que no siempre es el más práctico, pero que distingue al vehículo.

Lo bueno de este 500 extremo es que cuenta con la función Sport, que permite elegir la forma de conducir. Si este sistema no está activado (se conecta a través de un botón en el tablero, incluso con el auto en movimiento), determinadas variables del auto están aligeradas. Así se siente la dirección más liviana y la potencia más acorde con un auto convencional. Esto también repercute en el nivel de consumo, que se torna más bajo. En cambio, si se utiliza en el modo Sport, el conductor percibe claramente la modificación de los distintos patrones y parece estar manejando un auto de competición. Lo más notorio es sentir cómo se endurece la dirección y el motor despliega toda su potencia, provocando una evidente aceleración sin que el conductor haya pisado más el pedal correspondiente. En ese marco, el andar en ruta es sobresaliente y su comportamiento en las curvas se muestra sumamente firme. Con la función Sport desactivada, el desempeño en la ciudad se torna más confortable, especialmente en lo concerniente a la dirección, que deja de ser tan pesada.

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