23 de febrero 2009 - 01:17

Charlas de Quincho

Un fantasma recorrió los quinchos: el fantasma «lolista». Luego del portazo del ex automovilista al kirchnerismo, mucho fue lo que se tejió y destejió. Acaso, los comentarios más jugosos tuvieron que ver con la aparición de un negociador entre Reutemann y el ex presidente, y -a partir de la certeza de que agosto será clave en política-, con la posible consumación del romance del santafesino con Elisa Carrió. También estuvimos en el espectacular casamiento en Mar del Plata de la hija de un petrolero y productor de cine, donde un seleccionado radical bailó hasta la madrugada deponiendo sus rencillas, y en el que se aseguró que un suculento préstamo podría beneficiar a la Argentina como consecuencia de una nueva etapa de la relación con el FMI. Veamos:

Néstor Kirchner
Néstor Kirchner
La crisis, y la política, producen estos fenómenos extraños de una historia, la de Reutemann vs. Kirchner, que se cuenta de una manera hacia afuera, y en la que los protagonistas eluden expresar sentimientos que derrochan hacia adentro, a la espera de que el tiempo les dé la oportunidad de sincerarse. Néstor Kirchner, conmovido por la acusación conyugal de que nunca hizo un regalo a su esposa, se dio a las bromas y a los consejos mansos. Sobre Cristina habrá ironizado acerca de que el empleo que tiene ella hoy es un regalo que compensa cualquier olvido de alcoba y que la inhibe de cualquier reclamo. Sobre la puja con el senador santafesino, mandó a que sus operadores arreglen en paz el entuerto porque no hay futuro para el oficialismo si escalan las agresiones hacia el Lole. Claro que decir «operadores» se traduce, en léxico kirchnerista, en una sola palabra: «Chueco». Juan Carlos Mazzón, santafesino pasado por Mendoza, y asesor con despacho inamovible en el área presidencial desde la era Duhalde, es en efecto el único hombre del Gobierno con quien habla Reutemann. «El único», manda a decir el Lole cuando le preguntan si hay algún otro contacto. En esas charlas hay ya un acuerdo que es encontrar una fórmula que no le ponga tropiezos a Reutemann en su carrera por ganarle las elecciones al socialismo en octubre. «Lo entiendo, digan que es un amigo, yo de él no voy a hablar», les dice Kirchner a quienes lo visitan en la verdadera sede del Gobierno, la residencia presidencial (y «familiar») de Olivos. En esas confesiones de fin de semana que juntaron visitas de cumpleaños a Cristina (el jueves cumplió 56) y al propio ex presidente (cumple pasado mañana 59 años) hubo mucha familia, pocos amigos, casi ningún funcionario, y más obsequios que los que conocerá el público (no se entiende ese silencio, ya que los regalos de cumpleaños no entran en los controles de la ley de ética pública, donde sí hay demoras de los Kirchner en rendir cuentas). Hasta en esa mesa familiar con velitas se habló de Reutemann, algo que obligó a algún silencio de Kirchner, cuando un abogado del diablo de la familia le preguntó: «¿Por qué no lo iba a hacer?». ¿Cómo? Claro, ¿por qué no iba a romper Lole, o Juan Carlos Romero? No tiene respuesta fácil esta pregunta, que es la espina que le duele al ex presidente, que consiente que Lole se mueve, como él, por la necesidad política y que por eso hay que entenderlo. Lo que no es fácilmente perdonable es la lección de este portazo, que en el fondo es ponerle un límite a Kirchner. ¿Creía éste que lo doblegaría a Reutemann dejándole en la puerta de la casa el moisés con Agustín Rossi para que lo adoptase? Le demostró que no, y eso no le gusta a nadie en política.

Del campo de Llambí Campbell, Santa Fe (en donde vive Reutemann), tampoco salen más que eufemismos dichos por radio (salvo el estallido de ayer por una emisora cuando Lole lo despertó al animador, ante una pregunta hiriente, con esta frase: «No soy un novio histérico, déjeme de hinchar, soy un tipo serio y las decisiones que tomo son serias». Pinceladas de un Reutemann humano, que no se refrena más a solas cuando dice que él no les debe nada a los Kirchner, que durante cinco años no hubo para él apoyo político alguno, mientras que otros santafesinos derrochaban ATN de origen oficial, y que lo llevaron a la decisión que tomó porque se va a cumplir el 11 de marzo el primer aniversario de la Resolución 125 y el Gobierno no ha hecho sino distanciarse más del campo y, de paso, del electorado al cual debe pedirle el voto para su reelección como senador. Cuando le reclaman precisiones sobre sus tiempos, ríe, cree que es un acierto que aparezca un dirigente moderado, normal, que dice cosas normales, que busca no confrontar y que explica la crisis. A los ansiosos les aplica el método Lole de volver todo al principio: acá hay un partido, con autoridades que van a decidir cómo se eligen los candidatos con un método que desconozco; tampoco sé quiénes son los candidatos. El que escucha sale sabiendo menos que cuando entró. Les insiste, a lo pocos que hablan en confianza con él, que no es tiempo de hacer movimientos, y pronuncia una fecha: agosto. Hasta agosto, campamento y silencio. El día 25 de ese mes cierran las listas de candidatos a los cargos nacionales y Lole entiende, como otros que tienen intereses electorales en Santa Fe, como Elisa Carrió, que antes de ese agosto van a ocurrir tantas piruetas que mejor esperar a que la mano invisible del tiempo componga un nuevo escenario. En el juego corto, Lole se mostrará el 1 de marzo en el Senado, cuando Cristina de Kirchner lea el discurso de apertura de sesiones, momento agrio para el Gobierno porque para ese entonces necesita mostrar que aún conserva la mayoría en esa Cámara. Esa circunstancia levanta el humor de sus adversarios, como Lole, que ríen con la frase «¡Lo que se va a cotizar el 38!» (ése es el número de bancas que conserva hasta ahora el oficialismo, empatado con la oposición).

El fantasma lolista tampoco abandona los mentideros rosarinos de bares y otros cenáculos en los cuales suelen reunirse algunos dirigentes y militantes peronistas u opositores, para cruzarse con noticias y conjeturas. En la mesa de la esquina de las calles Corrientes y Mendoza, lugar de encuentro, además, de dirigentes gremiales, se dejó trascender un número puesto: el ex canciller Rafael Bielsa, como candidato a senador nacional con Agustín Rossi contra la lista de Rubén Giustiniani. En esa charla se destacó que algunos diputados provinciales que responden al ex gobernador Jorge Obeid se sumaron a la movida política que se produjo en la Cámara de Diputados, cuando los legisladores Jorge Lagna, Darío Scataglini, Victoria Ramírez, entre otros, imitaron a Carlos Reutemann y conformaron el nuevo bloque justicialista «Frente Federal». «Es extraño -ironizó uno de los presentes- que Obeid dijo que lo apoyaría a Reutemann, pero sus diputados siguen firmes en el Frente para la Victoria. Tampoco se sumaron al nuevo bloque los diputados provinciales que responden a Omar Perotti y al ex intendente de Villa Gobernador Gálvez, el «Gordo» González. En la galería de los expectables la mesa agregó otro nombre a la lista de quienes se anotan en la carrera presidencial: el de Ricardo Lorenzetti, actual presidente de la Corte Suprema de la Nación. Eso explica el relieve que encuentra en algunos medios porteños y hasta el sentido de algunos fallos de la Corte nacional. Las palabras de Lorenzetti, en el sentido de que «hace falta una política de Estado en materia de seguridad en las calles», suenan para algunos a proclama política. «La gente tiene razón y reacciona -dijo Lorenzetti-. Los problemas no se solucionan, se reiteran y la gente reacciona abruptamente, y se dicen cosas que son lógicas». Quienes ven a Lorenzetti en esa carrera ponderan ese mensaje político «porque el titular de la Corte sabe interpretar el sentimiento de la gente».

Los desvelos de la casa presidencial no terminan allí. El jefe de la familia, Néstor, estuvo a punto de anunciar el miércoles en un acto de Avellaneda su candidatura a diputado nacional. Discutió con íntimos cómo obraría tamaño apresuramiento: para unos es marcar la cancha ya mismo y señalar que está dispuesto a defender el proyecto. «Pelean con el Gobierno, con los gobernadores y los intendentes, pero te pelean en el fondo a vos», le dijeron unos intendentes que lo acompañaron a ese acto, que dio la música para otro lanzamiento, el del alcalde local «Cacho» Álvarez a la gobernación de Buenos Aires. Esa audacia tiene miga porque le pone un marco a lo que pueda pretender Daniel Scioli (el fin de semana en Italia para atenderse de su brazo con un especialista) de repetir mandato, algo a lo puede reaccionar el gobernador según su método, que busca ser audaz, es decir, lanzando alguna idea presidencial. Estas lucubraciones tratan de disfrazar carencias electorales en el distrito clave que es Buenos Aires, en donde hay áreas con alto rechazo de la imagen de la Presidente, como Bahía Blanca o Mar del Plata, plaza ésta donde el Gobierno intenta instalar a una figura muy querida como Guillermo Vilas. ¿Candidato? Por ahora no, apenas acompañar con imágenes esa virtual radicación que ha hecho Scioli en esa ciudad, que cree central en su necesidad de retener voto moderado e independiente como el que domina en esa ciudad.

En la vereda de enfrente, un grupo de dirigentes opositores, a quienes nunca nadie puede juntar, suspendió sus inquinas para un momento de fiesta, que toda alma necesita alguna vez. La ocasión fue la boda de la hija del empresario petrolero y del cine Jorge Estrada Mora («El hijo de la novia», «Luna de Avellaneda»), Ana María, con el médico estadounidense William Fulton Postma, que se celebró el sábado en la estancia familiar de «Santa Isabel», que posee uno de los cascos más cuidados de la costa atlántica -tiene más de un siglo-. A poca distancia de la residencia presidencial de Chapadmalal, «Santa Isabel» formó parte de los campos de la familia Martínez de Hoz, y su dueño la ha acondicionado para su descanso y fiestas como éstas, en las que puede juntar amigos de la política como Fernando de la Rúa, Elisa Carrió, Ricardo López Murphy, Domingo Cavallo, Horacio Massaccesi, Enrique Nosiglia o el diputado arista Fernando Sánchez; a empresarios como Mario Vázquez (director para Argentina y Chile de Telefónica), el español José María Ranero Díaz (country manager de Repsol YPF hasta hace tres años), Marcelo Güiscardo (ex YPF, hoy con emprendimientos propios en la industria petrolera); algún embajador como Juan Archibaldo Lanús; el campañólogo americano Dick Morris (que ha asesorado a algunos de los invitados en sus peripecias argentinas, pero también a Bill Clinton y a Vicente Fox); economistas como Francisco Mezzadri o Daniel Marx; el principal abogado de la actividad cinematográfica (y perenne asesor político de Fernando Solanas), Julio Raffo, y una multitud de familiares de los novios, muchos venidos de los Estados Unidos. La música (que honraron todos los invitados, salvo De la Rúa) y el formidable asado que se sirvió como plato principal dieron ocasión para evitar los roces y las conspiraciones. Nosiglia está jugado hoy por el radicalismo cobista, por lo cual mantiene distancia con Carrió, que se entusiasma también con la fecha de agosto, como Reutemann, con quien mantiene un romance verbal que algunos presumen pueda consumarse alguna vez en lo político. Notable el optimismo de la líder de la Coalición Cívica frente a tumultos que otros ven como señales de una crisis terminal de la política. Enigmática como cuando ve algo pero espera el momento de verbalizar hasta admite que, si fuera necesario para que su proyecto prosperase, hasta puede revisar su negativa a ser candidata este año a diputada nacional. Cavallo -uno de los más interrogados de la noche porque figura entre los 30 economistas consultados por Paul Volker (el principal asesor económico de Barak Obama)- se entusiasmó con que la crisis financiera de los Estados Unidos está en las mejores manos posibles, porque ese país no ha podido reunir tanto cerebro económico. Se privó, claro, de dar propósitos de fechas para la salida, algo a lo que contribuyó Mezzadri. Este economista -ligado hoy a la actividad de la energía- destacó que hay dos indicadores que se recuperan silenciosamente, y son los fletes y las acciones de lo brokers de granos que, como Bunge, cotizan en Bolsas internacionales. De la Rúa destacó como novedad reciente para él que en los días anteriores a su renuncia se registrase aquella famosa cena en casa de Juan Ignacio de Mendiguren con el entonces titular del BID, Enrique Iglesias, para hablar de la necesidad de una devaluación de la moneda. Por eso no le sorprendió que le contasen que hace diez días en Madrid, cuando De Mendiguren -quien acompañaba a Cristina de Kirchner en el viaje oficial a España- cenase de nuevo con Iglesias, hoy funcionario del Gobierno español. Nadie cree que fuera para hablar de nuevas devaluaciones. Pero era sábado, hubo boda y la música sonó más fuerte, con foxtrots y bailanta (sobredosis de «Bombón asesino») hasta arrastrarlos a todos a bailar hasta que salió el sol, con la sola interrupción de una mesa de dulces que derribó cualquier inhibición o dieta. Ni esos desenfrenos quebraron la diplomacia con la cual trataron de eludirse algunos de los políticos invitados que tienen rencillas que el tiempo no ha lavado.

Entre los 300 invitados no se registró a nadie que apoyase al gobierno Kirchner, pero sobraron también pronósticos, como el tiempo que pasará hasta que haya un acercamiento al Fondo Monetario Internacional, trámite que es inevitable según quienes siguen con lupa la economía criolla. Sin financiamiento externo -Chávez, prestamista de última instancia, se ha quedado sin fondos- el Gobierno ya echó mano de las AFJP. Le quedaría sólo dar un manotazo a las obras sociales, cuyos fondos van hoy a los sindicatos que las administran. Nadie cree que Kirchner se anime a tanto, pese a que «banca» el freno al flujo de fondos que ejerce Graciela Ocaña (motivos del minigolpe de Estado que tuvo el viernes), pero los argumentos que usó el Gobierno sobre la eficacia con la cual las AFJP administraron el dinero de las jubilaciones lo podría aplicar, multiplicado por mil, para sacarles a los gremios ese negocio. ¿Cómo dar ese golpe de mano? Reflotando utopías de antaño, como un sistema nacional de salud al cual fueran los fondos que hoy reciben los sindicatos. No querrá esa guerra Kirchner con un sindicalismo que es hoy su socio y que por menos actuó con saña contra otro Gobierno que intentó meterse con ellos, como el de De la Rúa. La vuelta al Fondo tiene un argumento solo: evitar que el público crea que recibe órdenes de ese organismo. En el propio Gobierno admiten que si el FMI hiciera alguna reforma, como otra autocrítica por su rol en algunas crisis anteriores, o les diera más espacio a los países de economía emergente en sus decisiones, en ese caso la Argentina podría volver a tener algún programa con el FMI. Por eso Cristina de Kirchner ha tomado tanto entusiasmo por la reunión del 2 de abril en Londres del llamado G-20. Allí varios países, entre ellos Estados Unidos, promoverán esas reformas. Si salen algunas, aunque sean cosméticas, el Gobierno podrá repetir que afuera le copian sus ideas y que con un FMI reformado no hay problemas para sentarse a charlar. Quienes abonan esta idea en el Gobierno hasta dan una cifra para un primer programa con la Argentina: u$s 15 mil millones. Maná del cielo por el monto y por la tasa que se puede llegar a lograr. Tan quimérico proyecto puede ser en cualquier momento la principal iniciativa del Gobierno.

Cerca de estas efusiones, el más recatado rabino Sergio Bergman tuvo una semana también agitada. Luego de la conferencia que diera en Oxford con Alfonso Prat-Gay (a quien acompaña una periodista de noticiero de TV), llegó a la Argentina y concurrió a la Sociedad Rural de Paraná. Al día siguiente llegó a Mar del Plata para almorzar con Mirtha Legrand y más tarde acercarse a Playa Grande. A la noche dio una conferencia en el Hotel Costa Galana, ocupando el lugar de Bernardo Neustadt con sus conferencias de todos los años. Se conmemoró en ese encuentro a Neustadt y presentó ante 500 personas la fundación Argentina Ciudadana. En la primera fila se encontraban los empresarios Nelly Arrieta, Jorge Blanco Villegas, Luis María Blaquier, Martín Cabrales, Quique Cabrales y Tato Lanusse, el ex ministro Nicolás Gallo, el ex juez Martín Silva Garretón, los dueños del Costa Galana -la familia Alvarez Argüelles a pleno- y Carlos Martinangelli de NEC, entre otros. Luego de dos horas de brindar conceptos cívicos, con aplausos ininterrumpidos Bergman se entregó a una comida en el Barrio Los Troncos con la mayoría de los empresarios que escucharon su disertación.

Los peronistas alternativos que han trabajado para quedarse con la disidencia partidaria no tuvo otro remedio que iniciar el año lamiendo heridas. Primero porque debieron dejar el sitio de «Lola» y migraron al piso 11° del hotel Étoile, siempre en la Recoleta porteña, en donde les cobran más por la tarjeta del almuerzo de los martes ($ 75, antes $ 60, todo por un menú casi conventual: ensalada caprese, sopa de pollo y mousse de chocolate con helado). Segundo porque irse de vacaciones les costó dos noticias que los dejaron en la banquina, los lanzamientos de Macri y de Reutemann como otras alternativas premium al peronismo que gobierna. La discusión que siguió al primer almuerzo del año fue si había que pegarse a alguno de esos movimientos o insistir en caminos propios. La primera posición la encarnó el orador del día, Ramón Puerta, que se quejó de que ninguno de los «jetones» del peronismo se hubiera animado a hacer lo que hicieron Macri y Lole, ponerse al frente de una iniciativa. «Íbamos a hacer un acto en Parque Norte el 10 de diciembre y las ganas de protagonismo impidieron la reunión». Insistió en su idea de que el peronismo alternativo tiene que juntar dirigentes sin hablar de candidaturas y dejarse de discutir por algo que hoy no tienen. Celebró el sentido del lanzamiento de Macri y dijo que a él no le molestaba lo que hizo. Dejó en el aire la idea de que esa mano le gustaba, y aprovechó un grupo de ortodoxos, encabezado por Eduardo Menem para criticarlo. «A mí no me representa Macri», bramó el ex senador, a quien siguió buena parte de la mesa. Puerta aclaró que él no proponía sumarse a Macri, pero que destacaba el sentido de lo que hacía y que no le molestaría discutir alguna asociación. «El gesto de Mauricio es muy valioso porque permite que se conforme con lo que nosotros venimos proponiendo desde hace muchos años, es decir conformar el frente peronista alternativo con sus naturales aliados como son los partidos de centro y los provinciales». Lo apoyaron los albertistas Teresa González Fernández y Héctor Maya y pocos más, porque la mayoría sigue esperando que Eduardo Duhalde haga algo, cuando ya lo hizo, promover la liga Macri-Solá-De Narváez, que hoy por hoy los deja de nuevo con la ñata contra el vidrio. Este debate sumó a la mayoría de los asistentes que discutieron con una energía como si por la tarde fueran a asumir el gobierno: Félix Borgonovo, Mariano Caucino, el puertista Mauricio Silva, Moisés Ikonicoff, Francisco Mayorga, Adrián Menem, Daniel «Chicho» Basile, Jorge Raventos, Jorge Castro, Rodolfo Iribarne, Claudio Chávez, los «independientes» Emilio Perina, Guillermo Alchouron, Jorge Pereyra de Olazábal y Jorge Pirra, y los embajadores Federico Bartfeld y Fernando Petrella. Algunos se engancharon con el contenido de la charla que era motivo formal del almuerzo (como en el Rotary, invitan siempre a alguien que enseñe o entretenga algo a los comensales): las formas de juntar votos por internet según el ejemplo de Obama. Claro que la mayoría de los asistentes no son precisamente expertos en el uso de la PC, que hacen atender por sus respectivas secretarias, con lo cual no pudieron aprovechar mucho de la lección del diplomático Juan Carlos Sánchez Arnau. Fascinó a algunos con frases como: «Para toda una generación de millenians todo se hace por internet, se compra, se vende, se consume, se comunica, se estudia, se conocen novias, se viaja, se contratan servicios, boletos de avión, todo». Lo interrumpió Ikonicoff con una confesión realista: «¿Ustedes tienen idea de las pelotudeces que se escriben en los blogs en internet? Se los digo yo que me meto en todos esos sitios para levantar minas. En la web el 90% es boludez». Varios miraron hacia el horizonte con melancolía, lamentando quizás todo lo que han perdido por su fobia a la red de redes.

Vamos a terminar con un chiste de la línea fuerte, protagonizado por un personaje clásico:
Juan y María se casan pero, como no les alcanza el dinero, se quedan a pasar la luna de miel en casa de los padres de Juan. Por la mañana Jaimito, hermanito de Juan, baja a tomar su desayuno. Cuando está a punto de salir de casa rumbo a la escuela, le pregunta a su madre si Juan y María ya se levantaron. Ella dice que no. Jaimito entonces dice: «¿Sabés qué creo?». Pero su madre responde: «Eso no te importa, ¡andá a la escuela!». Horas después, Jaimito regresa y le vuelve a preguntar a su madre: «¿Ya bajaron Juan y María?». Ella vuelve a responder: «No». Jaimito repite: «¿Sabés qué creo?». Y otra vez la madre: «¡Eso no te importa! ¡Terminá de almorzar y hacé los deberes!». Largo rato después, Jaimito regresa a casa después de haber jugado con sus amiguitos y pregunta nuevamente: «¿Ya bajaron Juan y María?». Su mamá le dice: «No». Jaimito vuelve a preguntar: «¿Sabés qué creo?». Harta, esta vez la madre le dice: «Está bien, ¿qué creés?». Y Jaimito responde: «Bueno, anoche Juan vino a mi habitación y me pidió vaselina. Lo que yo creo es que en la oscuridad le di el pegamento de mis avioncitos».

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