17 de agosto 2009 - 00:56

Charlas de Quincho

Primera parte de los jugosos quinchos de fin de semana largo. En ágapes, cócteles y cenas, un mismo fantasma parece recorrer las conversaciones e intrigas de todos: el fantasma del presidencialismo y el año 2011, que hoy aglutina desde nombres obvios (empezando por Néstor Kirchner, ufano de ese 28%-30% de votos que asegura que ningún otro candidato posee) hasta algunos no tan esperables, como el victorioso colombiano De Narváez (la nacionalidad, dice ahora, es sólo un detalle sin importancia), Eduardo Duhalde (que apura la redacción de dos libros para salir a la campaña) y el mismo ex jefe de Gabinete Alberto Fernández, que les explicará a los norteamericanos qué es el kirchnerismo antes de que lo haga la Presidente. Tanto presidencialismo hay que hasta el fútbol por TV pasó a segundo plano. Veamos.

1- Francisco de Narváez (en la foto junto a Oscar Vicente, presidente del Club del Petróleo) sorprendió en cena de empresarios en el hotel Plaza con el anuncio de que está en condiciones legales para ser candidato a presidente de la Nación. 2- Cumbre de peronistas disidentes en el sindicato de los rurales para otra revelación:  el proyecto presidencial de Eduardo Duhalde en 2011.
1- Francisco de Narváez (en la foto junto a Oscar Vicente, presidente del Club del Petróleo) sorprendió en cena de empresarios en el hotel Plaza con el anuncio de que está en condiciones legales para ser candidato a presidente de la Nación. 2- Cumbre de peronistas disidentes en el sindicato de los rurales para otra revelación: el proyecto presidencial de Eduardo Duhalde en 2011.
La desconcentración por el fin de semana largo dispersó a mucha gente de los quinchos, pero los espadones de la política dijeron tener motivo para festejar en sus lugares de descanso. Los Kirchner, desde el viernes en El Calafate, celebraron la facilidad con la cual pasaron a manos del Estado las transmisiones de fútbol. ¿No eran tan poderosos los anteriores dueños de esa señal, tanto que planes más audaces se archivaron por temor a las represalias? El Gobierno festeja con sordina, y demora anuncios de un asunto que le dará mucha popularidad porque brindará gratis lo que antes se pagaba, y la razón es que el autor de toda la movida no fue el Gobierno, sino Julio Grondona, que le saca el negocio a uno y se lo da a otro en los tiempos y en las condiciones que él dispone como propietario de un negocio tan grande que supera a todos los otros espectáculos. Lo que sí paladeó ante intendentes antes de irse Néstor Kirchner, que ya camina como candidato o gran elector para las presidenciales de 2011, fue ser dueño (dice) del 28/30% de los votos de la última elección, algo que, sostiene, nadie tiene. El optimismo se lo enjuagan agoreros como Elisa Carrió, quien empleó el mismo viernes uno de sus mejores silencios cuando se preguntó en público: «Están preparándose para una campaña. Me pregunto para qué elección». Aunque la jefa del ARI no es quien lo dice, ella ha escuchado ya la hipótesis de que los Kirchner buscan, como este año, un nuevo adelantamiento de elecciones, ahora presidenciales. Pero Carrió no dice más, y deja todo en gran suspenso, como en su última aparición del viernes. Los Kirchner, como los demás participantes de mesas chicas, mesas grandes, cumpleaños a destiempo (como el que festejó anoche el titular de Edenor, Alejandro MacFarlane, aprovechando que el fin de semana largo con tanto viajero fuera de Buenos Aires le permitía achicar la lista de invitados y recortar gastos), se dedicaron al mismo entretenimiento. Hacer comparaciones entre la velocidad que marcó Usain Bolt (9,58 segundos para los 100 metros) en su récord de ayer y la rapidez de algunas águilas de la política. Ganó en casi todas Ricardo Jaime, considerado más rápido que Bolt -aunque algunos lo descalificaban por usar un avión-, pero lograron buenas marcas Felipe Solá y el popular Borocotó. Entretenimiento de feriado sin fútbol, que forzó a los adictos a las imágenes deportivas a mirar estas carreras del jamaiquino Bolt o las frustraciones de Juan Martín del Potro en Canadá.

Los invitados al almuerzo de rutina del Club del Petróleo, el miércoles pasado, al Salón Dorado del Plaza Hotel tenían esta vez razones para alimentar expectativas: el invitado era Francisco de Narváez, el hombre que lideró la ola anti-Kirchner en la provincia de Buenos Aires, quien además les debía una explicación. El cóctel previo lo pagaban dos empresas, Metrogas y el grupo Bul-gheroni. A Metrogas, De Narváez le había prometido en plena campaña una estatización; los Bulgheroni se interesaban, además, por algo que el diputado destapó ante el grupo de empresarios que escuchó su discurso: su pretensión presidencial. Ya en cóctel, De Narváez se bajó de la amenaza de estatización. «Son cosas que salen en el calor de la campaña, pero nunca he pensado en que haya que estatizar Metrogas». Respiraron con alivio quienes lo escuchaban, el titular de esa empresa, Andrés Cordero; el presidente del club Oscar Vicente (ex Petrobras); el mandamás de Panamerican, el colombiano Felipe Bayón; el también colombiano Jorge Estrada Mora (además productor de cine); un experto en entreveros políticos, el ex ministro de Carlos Menem, Rodolfo «Chango» Díaz, hoy encargado de asuntos jurídicos de los Bulgheroni; Ernesto López Anadón, director del Instituto Argentino del Gas del Petróleo; Enrique Mallea; y el escudero de De Narváez, el electo diputado Gustavo Ferrari. Con ese arrepentimiento ya quedaba pago el auspicio del cóctel para los empresarios del gas.

Lo que dijo en el discurso De Narváez terminó de justificar el esfuerzo de concurrir al almuerzo mensual, que para los petroleros es una rutina tan aburrida como las cenas de los rotarios, que despachan comida y discurso en apenas veinte minutos, hartos de verse todos los meses las mismas caras y para decir lo mismo y escuchar las mismas quejas. El diputado anunció en público que él también tiene un proyecto presidencial porque su condición de colombiano no implica ninguna inhibición. La Constitución exige al presidente de la Nación ser argentino nativo o hijo de nativo, algo que no tiene De Narváez, pero esa cláusula, afirmó, viola los derechos humanos y la convención interamericana de Derechos Humanos. «La misma autorización que tuve para ser candidato a gobernador de Buenos Aires me permite ser candidato a presidente». Nadie esperaba escuchar tanto en una reunión tan rutinaria porque esos anuncios y esos proyectos se reservan para actos partidarios. Tanto eco tuvo en esa red de empresarios, que al día siguiente, en un acto en el Club Atenas de La Plata, De Narváez debió moderar el anuncio y señaló como presidenciables de su sector sólo a Mauricio Macri y a Felipe Solá. Lo que dijo sobre esa inhibición tiene en realidad un aval de la Corte Suprema, que autorizó en 2007 a De Narváez a ser candidato a gobernador de Buenos Aires, provincia que tiene la misma cláusula en su Constitución y que el tribunal declaró ya inconstitucional en este caso. Aplicó el criterio que autorizó a ser camarista provincial al juez Federico Hooft, un holandés hijo de holandeses, que hizo un reclamo para ascender, denunciando ese veto como violatorio a los derechos humanos. De Narváez usó el mismo argumento y ganó el juicio, aunque nunca ventiló demasiado el asunto porque sus adversarios, como malicia inevitable, dijeron que había logrado la autorización con algún viento oficial a favor; en esa elección de 2007, De Narváez no llevó en su boleta a ningún candidato presidencial, algo que pudo ayudar a Cristina de Kirchner a retener votos peronistas que, de otro modo, hubieran ido al candidato de la lista de De Narváez. Por eso, ahora puede decir: «Lo que me hizo candidato a gobernador me puede hacer candidato a presidente».
No lo atendieron mucho más al invitado, distraídos como estaban ese día, en su condición de petroleros, por el final del aumento al gas en el Senado, en donde el peronismo retiró el proyecto de tratamiento del decreto que había autorizado el aumento tras la visita el jueves de Daniel Cameron y Julio De Vido a esa cámara. Sin apoyos ni de la propia tropa, el Gobierno se exponía, con ese argumento, a una derrota en el Congreso, contra el que la Justicia ya estaba fallando en las grandes ciudades. Los maliciosos decían que la pelea, en realidad, no era por el aumento, sino por el manejo de los dineros provenientes de él, que iban a ser administrados por un fideicomiso. «Se peleaba la caja, no la política petrolera», sintetizó uno de los lobbystas del sector. «Eso lo demuestra que rechazasen ese aumento hombres del Gobierno en el Senado como Guillermo Jenefes o Marcelo Guinle, quienes hubieran tenido otra posición si esos ajustes fueran para beneficiar a sus provincias». Estas especulaciones avanzaron hacia zonas enigmáticas, como por ejemplo las razones por las cuales el Gobierno no aclara cuánto en realidad está gastando en importar gas, pregunta que avanzó en nuevos misterios, como por ejemplo, por qué el Gobierno dejó de contratar barcos metaneros (transportan gas) que venían de Trinidad y Tobago fletados por Repsol, y comenzó a contratarlos en Kenia o Sudán a través de una empresa de los Estados Unidos que, malicia infinita, alguno relacionó con un ex ministro de Carlos Menem hoy cercano a De Vido y que, por cierto, no es el «Chango» Díaz, presente ese día en el Club del Petróleo. La historia los juzgará, no los jueces que dejan pasar lo que hacen algunos cuando tienen poder. De Narváez, además de que estas noticias, les dejó un mensaje alentador a los petroleros: «Cuando sea Gobierno -amenazó sin especificar con qué cargo- voy a consultar sobre energía a la gente que sabe».

El reguero de los presidenciables casi tapó el tema dominante de la semana, que fue la estatización de las transmisiones del fútbol. Los peronistas disidentes de segunda línea le habían pedido al sindicalista del campo, Gerónimo Venegas, el salón de su gremio (la UATRE, en donde funciona además Las 62 Organizaciones Peronistas, que conduce el «Momo») para lanzar un sello conducido por el ex lavagnista Carlos Campolongo y el ex viceministro de Jorge Remes Lenicov, Jorge Todesca. Se alarmaron los organizadores del acto cuando vieron que entraba y entraba gente, y se iba devorando lo que habían previsto de cóctel; encima eran emblemáticos de otras ligas peronistas, como Julio César Aráoz, el propio «Momo» que se puso en el escenario cuando era mero prestador de salón, Teresa González Fernández y Juan Archibaldo Lanús (gerentes de Causa Argentina, un sello llamado a competir con Rumbo Justicialista, la «orga» de Campolongo-Todesca), Jorge Sarghini, dos mirones con sentido de la oportunidad como Jorge Telerman y el bombisto Tula -va porque dice que tiene que mantener su banda de músicos peronistas, pero se lo ha llegado a ver hasta en actos de De la Rúa cuando era presidente-, Carlos Brown, Ramón Puerta, Miguel Ángel Toma, Claudia Rucci, Chiche Duhalde, Oraldo Britos, el mítico secretario de Perón, Ramón Landajo, que ha escrito sus memorias y las ofrece por internet y que es quien asesora a estos peronistas de nuevo cuño -por edad, claro- en ortodoxias. «Momo» lo sienta a todas las mesas y cuando alguien dice algo, le preguntan: «¿Qué hubiera dicho el general?» Él responde con anécdotas y criterios de conducta. Hoy tiene una asignación como asesor de Venegas en la UATRE, pero en cuanto lo descubra De Narváez, que colecciona memorabilia de Perón, se lo lleva a su casa. Más allá de los discursos, críticos del kirchnerismo, hubo omisiones notables como la mención de De Narváez -a quien considera un traidor por dejar a muchos peronistas fuera de las listas del 28 de junio rompiendo códigos- o la inasistencia de Felipe Solá, a quien juraron todos haber invitado. Lo llamaron por teléfono y respondió: «Nunca recibí ninguna invitación y ahora ya tengo otro compromiso».

La trama de tanto encuentro y desencuentro la reveló el grupo que mantiene relación estrecha con Eduardo Duhalde: «Negro será candidato a presidente». «¿De partido?», quiso saber un desinformado. «No, de la Nación, y en 2011». Esa marea necesitaba de precisiones y la aportaron los miembros del grupete que lo ve a Duhalde todas las semanas: él va a lanzar en cualquier momento una candidatura presidencial. Por eso le pone un pero a cada nombre que aparece en el peronismo para ese cargo, fuera Solá, De Narváez, Reutemann o Macri. La explicación de este proyecto fue completada por otro de los presentes con estas palabras: en 2011 Duhalde cumple 70 años, y él cree que el límite de edad para ser presidente está ahí. Para el turno que sigue va a estar muy viejo y no va a poder hacer nada. «¿Qué escenario ve para esa elección?», preguntó uno que cogoteaba en el grupo de los curiosos. «Cree que el candidato radical va a ser Julio Cobos y que le puede ganar. Y si pierde, va a perder ante un gran candidato». Parecía escuchar algo de esto Chiche Duhalde y se alejaba para que no le pidieran precisiones. Uno se animó a poner un reparo: pero miren que Kirchner cree que él o su mujer pueden ser candidatos... No pudo escuchar la respuesta porque se lo llevaron a este audaz en andas hasta un rincón: Duhalde está entre quienes creen que el ciclo Kirchner ya terminó y que no van a poder poner a ningún candidato de ese sector. «Pero miren que Kirchner dice otra cosa», opinó otro, que tampoco fue escuchado.

Todos esperaban a Duhalde esa tarde en la UATRE, pero mandó una carta de saludo y una disculpa, que estaba fuera del país. Chiche le confesó a uno de sus amigos que, en realidad, estaba encerrado en la quinta Don Tomás concentrado en terminar dos libros que piensa lanzar antes de fin de año. También en recibir a intendentes y hasta a algunos kirchneristas, como el ex 2 de la SIDE Oscar Rodríguez, a quienes instruye sobre cómo entonar a Daniel Scioli para que les franquee la llamada Puerta Mércuri, bautizada en homenaje al diputado provincial Osvaldo Mércuri, que ha abierto una vía para la incorporación de duhaldistas a la administración sciolista. Los libros que escribe, o hace escribir en realidad a algunos de sus ex funcionarios, son: uno sobre sus 20 años de lucha contra el narcotráfico, y otro en el cual desarrolla su teoría sobre la integración continental, tópicos que ha desarrollado, dice, en interminables diálogos con Lula da Silva e intelectuales de su predilección, como Helio Jaguaribe. Piensa usar el lanzamiento de esos dos libros para instalar, según sus entornistas más fanáticos, una candidatura presidencial.

El jarabe del presidencialismo le llegó también a alguna viuda del kirchnerismo, como Alberto Fernández, quien dice a quien quiera escucharlo que en 2011 espera estar en alguna fórmula presidencial. La mayoría se sorprende por esta ilusión; otros creen que su experiencia en el Gobierno les serviría a algunos de los gobernadores, con quienes habla todas la semanas, un arco que va de Sergio Urribarri a Juan Manuel Urtubey, y de Jorge Capitanich a Daniel Scioli. Claro que a ninguno de éstos les destapa sus ambiciones, pero la frecuentación con ellos y la reminiscencia de los oropeles del poder le hacen decir estas cosas a Fernández, que ya ha perdido el miedo a que le escuchen lo que dice. El jueves la llevó a almorzar a la ex viceministra de Justicia Marcela Losardo a uno de los restoranes del hotel de Alan Faena, casi una sucursal de su domicilio particular en Puerto Madero, en donde pasa media semana; la otra transcurre en un country de Pilar en donde coincide con la diputada Vilma Ibarra, una de sus principales aliadas en el Congreso. Losardo es una víctima de las inquinas del Gobierno con funcionarios que fueron designados cuando Fernández era jefe de Gabinete. Pasó en su cargo de Justicia varios años cubierta de elogios por el Gobierno, los jueces, la Corte y hasta la oposición, que tenía en ella un vehículo de llegada al Gobierno para lograr acuerdos necesarios y razonables. En un minuto, cuando ya la habían confirmado bajo el ministerio de Julio Alak, la expulsaron a las tinieblas exteriores. Teme ahora la venganza de los K, pero su ex jefe Fernández, que la recupera ahora para trabajar en su consultora, la tranquilizó con el argumento de que la mejor protección ante las picardías del oficialismo es la buena relación que hizo con dirigentes y magistrados en el ministerio. ¿Habrá Losardo creído esto viendo cómo le ha ido al ex jefe de Gabinete, que seguramente hizo más amigos que ella? Por de pronto, se toma unas vacaciones, durante el mismo tiempo (los primeros días se setiembre) cuando Fernández hará una nueva gira de conferencias y reuniones por Europa y Estados Unidos, viaje este último que le va a interesar mucho a Cristina de Kirchner. La Presidente, a mediados de ese mes, va a los Estados Unidos para participar de la asamblea de la ONU en Nueva York y a la cumbre del G-20 en Pittsburgh, y se va a encontrar con que días ante ya pasó Fernández explicando lo que es y no es el kirchnerismo. Un desperdicio, cuando antes el jefe de Gabinete la única vez que viajaba con el matrimonio al exterior era a los Estados Unidos.

Vamos a terminar con un chiste automovilístico: A Manuel se lo ve bastante compungido y un amigo le pregunta qué le ocurre. «¡Pues hombre, que tengo en el garaje este maldito cacharro que quiero vender desde hace meses y nadie me lo quiere comprar! Ya no sé qué hacer... Tiene mucho kilometraje, y no me lo aceptan». El interlocutor, entonces, le hace un guiño cómplice, y le dice: «Mira, tú no digas nada, pero conozco un mecánico muy hábil, que a cambio de unos pocos euros te baja como 90.000 kilómetros del contador. Toma, ésta es su dirección. Si acudes a él, mencióname antes y te lo hace». Manuel, encantado, le agradece mucho el dato y parte rápido hacia allá. Al cabo de un tiempo, lo encuentra el mismo amigo y le pregunta: «¿Y, has podido vender el auto?». Manuel lo mira sorprendido: «¿Pero ahora para qué, hombre? ¡Si ese mecánico que me recomendaste es mágico, me lo ha dejado cero kilómetro!».

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