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Charlas de Quincho
El frío y los vaivenes cambiarios no sólo no atenuaron el número de reuniones sociales, sino que parecen haberlo fogoneado: Buenos Aires, convertida en una fiesta, albergó desde saraos en embajadas hasta gélidos conciertos. Se los contamos todos. Menos mundano, quizás, fue el trámite que terminó con el reemplazo de un candidato por una candidata que -todo hace suponerlo- tendrá un tránsito hacia su nombramiento casi garantizado. Tampoco fue muy mundano un encuentro político-futbolístico que provocó no pocos recelos y hasta envidias. Uno de los protagonistas de ese encuentro, además, se vio durante la semana con la cúpula de una centenaria fuerza política, que se retiró de esa charla más preocupada de lo que había llegado. Veamos.
Daniel Scioli abrió la cancha de Villa La Ñata para recibir esta vez al seleccionado del gremio de camioneros que llegó a esa quinta con Hugo Moyano a la cabeza.
Si se mira esa condición de estos políticos, se entiende mucho de lo que pasa. Por ejemplo, el merodeo moyanista en torno al gobernador, justificado no sólo por la pelea del jefe cegetista con el oficialismo por áreas de poder y fondos, sino por la costumbre de los gremialistas de abandonar el apoyo a quien manda y buscar una nueva querencia en quien creen que va a tener poder. Para Hugo Moyano y muchos peronistas Daniel Scioli puede ser el candidato a presidente. ¿Por qué no buscar una foto con él como la de ayer? El gobernador, que sabe de las rispideces que eso le traerá, mezcló esas imágenes con otras igualmente notables y que pueden distraer a los adversarios: recibió anoche en La Ñata al otro popular «Negro» de la vida pública, Carlos Tevez, quien fue a cenar con su familia con el gobernador. ¿Y lo de Moyano?, le preguntaron en la sobremesa. «Acá me hicieron un desafío los camioneros, no podía huir de eso. Acá vienen todos, es el fenómeno de La Ñata, y por eso nos han visitado desde Urribarri hasta Massa. Esto es así, venían Pablo y Facundo Moyano, y si Hugo quería venir a ver el partido, ¿cómo le iba a decir que no?». A quienes, de enfrente, rabian por esta actuación de la candidez, les responde que todo el peronismo se beneficia del método Scioli, que trae votos al conjunto y en el que todos quedan contenidos.
Finalmente, de los tres Moyano invitados, sólo Pablo estuvo en La Ñata desde el principio del partido hasta el final. Su hermano, el diputado y líder de los empleados de los peajes Facundo, se excusó: debía estar en Mar del Plata a la hora del encuentro. El padre y secretario general de la CGT, Hugo, llegó para el final, tomó un café, se abrazó con Scioli y se retiró con Pablo. Ninguno de los camioneros se quedó al almuerzo, que había provisto el ínclito Alberto Samid con carnes y embutidos diversos. Quizás haya sido por la goleada que le propinó el equipo del gobernador al de los camioneros: 15 a 9 con seis goles de Scioli.
La propuesta de Alejandra Gils Carbó en lugar del desflecado Daniel Reposo mostró un abismo entre dos posiciones del Gobierno; de enviar a un candidato vulnerable, de pasado radical y que se desempeñó en público de manera resbaladiza, pasó a proponer a una fiscal que de inmediato fue saludada por el comisario hoy del radicalismo para estos temas, el diputado y también exfiscal Manuel Garrido. «Es buena», texteó a sus correligionarios, y ya logró el acuerdo. Redundante, porque esta funcionaria ya pasó el examen del Senado cuando fue designada para el actual cargo. ¿Por qué no la propusieron antes a ella si iba a ser tan fácil? Quizá la habrían rechazado como a Reposo, quien pagó el costo -junto con el Gobierno-, y ahora la sacan bien fácil en un mero trámite. Habrá recordado el Gobierno la máxima de Felipe González sobre que lo importante no es meter la pata, sino sacarla rápido. La sacó a destiempo y cuando se produjo un hecho puntual, el anuncio de «Lole» Reutemann de que votaría en contra y de Roxana Latorre de que se abstendría. Ahí fue que Miguel Pichetto sugirió bajar el nombre de Reposo para no exponer al oficialismo a otra «125» con el agravante de que el cargo de procurador de la Nación es de rango técnico; se lo puede politizar, pero tiene una especificidad que hacía más inoportuno librar una batalla política.
Más si estaba allí Gils Carbó, quien asesoró al Gobierno en temas delicados en las últimas semanas, por ejemplo en pasarle el peine fino al proyecto que se envió al Congreso del nuevo Código Civil y Comercial. Aunque lo negará el oficialismo, el texto que elaboró el trío de juristas Ricardo Lorenzetti, Elena Highton de Nolasco y Aída Kemelmajer de Carlucci fue víctima de una severa morsa en las oficinas de Carlos Zannini, y Gils Carbó participó activamente despojando a la iniciativa, antes de mandarla el viernes al Congreso, de alguna maleza que se consideró lesiva a los intereses del Estado, y que seguramente será motivo de ardidos debates cuando sea examinada por la comisión bicameral que debe fijar el texto definitivo. Según la óptica «zanninista», el proyecto venía con algunas propuestas introducidas, afirman, por la «corporación» de los abogados. Por ejemplo, cuando deja abierta la puerta para que se acumulen acciones contra el Estado en defensa del consumidor. Dejar eso así, le explicaron a Cristina de Kirchner, que vio el proyecto en la tarde del jueves, poco antes de anunciarse la resignación de Reposo, beneficiaría a la «patria pleitera». Otro artículo que se dio de baja es el que permitía que los jueces se apartaran, en el cálculo de costas, indemnizaciones y resarcimientos, de los índices oficiales de precios. La norma, si sale con esta doctrina Zannini, obligará a los magistrados a calcular los valores de las actualizaciones en sus sentencias por los índices Moreno del INDEC. Pesará igual la jurisprudencia existente que permitió echar mano de otros indicadores más realistas, pero los jueces tendrán que respetar el INDEC y en todo caso defender su posición ante apelaciones, que las habrá.
Estas minucias para expertos del Derecho fueron advertidas por Gils Carbó al Gobierno en trámites que la hicieron ir varias veces a la Casa de Gobierno sin que nadie pensase que podía ser mejor candidata que Reposo a la Procuración. Más cuando se le descuenta el acuerdo porque ya lo tiene; una situación parecida a la que ocurrió cuando envió Néstor Kirchner el pliego para nombrar a Raúl Zaffaroni en la Corte. Le sobraba currículum, pero tenía fuertes adversarios ideológicos, pero Zaffaroni ya había pasado el examen en el Senado antes, cuando Fernando de la Rúa lo propuso, cuando todos eran aliancistas, para ocupar el cargo de defensor general. Pasó las pruebas entre los senadores, pero la designación naufragó en los limos burocráticos de aquel Gobierno, que consoló a Zaffaroni con una designación como presidente del INADI. Cuando llegó el kirchnerismo, sólo bastó reflotar el acuerdo del Gobierno anterior para tener los votos para la Corte.
Ésta y otras cuestiones las discutió el día antes de la baja de Reposo la Presidente con interlocutores novedosos como Carlos Bettini, quien pasó media semana en Buenos Aires. El embajador en España vino a participar del homenaje a su cuñado, un marino que permanece como desaparecido por haber reclamado por la libertad del propio padre de Bettini. Después del acto en el edificio Libertador, la Presidente habló de la Procuración con Bettini, que es un experto en el tema porque fue funcionario allí durante la gestión de Nicolás Becerra, en la presidencia de Menem. Cuando renunció Esteban Righi, el embajador estuvo en la lista corta para reemplazarlo, pero prefirió seguir como embajador. Apoyó en esas charlas que se le diera a la renuncia de Reposo el trato que recibió y también la postulación de Gils Carbó. Ese miércoles del acto en el Libertador la Presidente ya tenía resuelto el tema en su cabeza y buscó distraer con ánimo sereno las preocupaciones, que dejó deslizar apenas con una frase en el discurso ante los marinos que transmitió la bronca por el disgusto: «Detesto la palabra 'tolerancia' porque siempre significa: 'Cómo te tengo que aguantar y no tengo más remedio', no respeto por el otro».
Estos disgustos los superó la Presidente el fin de semana y más le vale haber elegido este fast-track para la futura procuradora porque las dos semanas que siguen tienen más de una preocupación. Pasado mañana se embarca rumbo a Nueva York en donde el jueves tiene el compromiso de defender la posición del país en Malvinas, no con acompañantes de la oposición, como era su proyecto, sino con legisladores oficialistas -se habla de una veintena-, algunos gobernadores y un pequeño grupo de veteranos de la guerra de 1982. Esa presencia tiene un fuerte sentido simbólico porque nunca un presidente fue al Comité de Descolonización y además porque es el punto más alto de la campaña que se lanzó hace un año en todo el mundo, algo que ha servido para que Gran Bretaña haya terminado poniéndoles sordina a sus festejos por los 30 años de la guerra que ganaron. Esa campaña vale, más allá de que sirva para acercar una solución al entuerto -eso se verá con el tiempo-, porque de hecho ha arrinconado a Londres frente al resto del mundo que apoya la negociación de la soberanía y se le ha puesto un freno a la estridencia que en un principio le quiso dar el Gobierno inglés al aniversario.
Más ríspida puede ser la participación presidencial -con comitiva más reducida- desde el fin de semana en Los Cabos, México, en la cumbre del G-20, que será escenario de un debate caliente sobre las trabas al comercio. Este año vence una cláusula que votó esa organización para suspender la instauración de barreras al comercio internacional durante dos años. Estados Unidos y México proponen renovar esa prohibición por dos años más y la Argentina junto con los BRIC (Brasil, Rusia, la India y China) se van a oponer porque entienden que son perjudicados por la actual situación. La reunión se inicia formalmente el lunes, un día después de que se haya votado en Grecia y estará presente, como observador, España, con Mariano Rajoy, que llega explicando que la ayuda a los bancos de su país no es un «rescate» a la griega que lo obligue a más ajustes. Para la Argentina -que propuso antes que España vaya al G-20, organismo al que no pertenece, como observador- significa que Rajoy no estará en la mejor condición para quejársele en persona a Cristina de Kirchner por la expropiación de las acciones de Repsol. Igual no hay ninguna previsión para que se encuentren a solas, como tampoco para que en el tramo siguiente de este viaje, que tendrá a la Presidente fuera del país casi dos semanas, se encuentre a solas con el rey de España en la cumbre del cambio climático de Río de Janeiro.
Con este viaje, y sepultada la batalla por el nuevo procurador hasta el mes que viene, la agenda política tendrá en los días que siguen un sesgo internacional, algo que han adelantado algunos dirigentes, como Jorge Capitanich y otros gobernadores. El chaqueño se constituyó el sábado en el MetLife Stadium de New Jersey, en donde no sólo vio el partidazo Argentina-Brasil. También negoció con dirigentes de la AFA (el racinguista Gastón Cogorno y el quilmeño Héctor Meisner) y los brasileños los detalles del nuevo partido Argentina-Brasil, que se hará el 3 de octubre próximo en el estadio Centenario de Resistencia, en cumplimiento de una copa sudamericana de ida y vuelta que concentrará la atención de todos porque los brasileños buscarán la revancha del 4-3 del sábado. Capitanich siguió en Nueva York, en donde hoy anima un lunch del Council of the Americas y a la tarde estará junto a Jorge Argüello en la presentación en Washington de un libro que cuenta una versión del default de la deuda. Mañana participará de un seminario organizado en la universidad de Georgetown por la fundación de la dirigente porteña Laura Velázquez; no se dejó tentar con quedarse hasta el jueves para acompañar, junto con otros gobernadores, a Cristina en la ONU.
Llegaron al palco en donde estuvo Capitanich los pedidos que durante la semana les habían hecho los ministros de Seguridad y Justicia a sus pares argentinos, Nilda Garré y Julio Alak, en la cumbre de ministros del Mercosur para que alguien haga algo para que las barras bravas criollas no arruinen el Mundial de 2014. En el cóctel que hicieron el miércoles por la noche los ministros de las dos áreas de todo el Mercosur en el hotel Meliá, los brasileños volvieron a plantear la necesidad de hacer inteligencia previa -algo más que delicado entre países cuyos represores de los años 70 están siendo enjuiciados por intercambiar informaciones atroces en lo que se llamó el Plan Cóndor- para evitar esa importación no convencional que son las barras bravas. Además de la resbaladiza inteligencia previa doméstica y sobre civiles, los ministros avanzarán sobre la FIFA para que «retoque» el sorteo de las sedes de los equipos. Lo ideal, se escuchó en la noche del miércoles en el Meliá del microcentro, sería que la Argentina jugase, por ejemplo, en la sede más lejana del norte de Brasil, como Recife o San Salvador de Bahía, para que a los hinchas argentinos les cueste mucho llegar. Si le tocase una sede del sur, Porto Alegre por ejemplo, la Argentina con tanto turista habituado a esa zona actuaría casi de local y las barras encontrarían albergue para sus trapacerías.
También terminó con agenda internacional su semana Scioli, quien compartió el jueves por la noche una larga parrillada en el restorán Lindolfo del barrio viejo de Montevideo junto a Pepe Mujica. Fue el cierre de un día de acuerdos entre el Banco Provincia y el Banco del Uruguay para compartir cajeros y otros servicios y para recordar el pasado compartido, del cual fue testimonio la réplica que les entregaron al gobernador y al titular del banco, Gustavo Marangoni, del primer billete de un peso uruguayo, que fue impreso en 1826 en las planas del argentino Banco Provincia, que ya existía. Scioli venía buscando el encuentro con Mujica desde hace tiempo, conocedor del interés del extravagante mandatario por exhibir sus amistades argentinas, algo que le cuesta por los debates de sus funcionarios con Buenos Aires por las trabas a las importaciones.
Mujica sostiene, contra la opinión de sus opositores y de parte del oficialismo, que la relación con la Argentina es clave para su país. Por eso lo esperó a Scioli en la barra del Lindolfo, sólo con algunos allegados, hasta que llegó el gobernador, tomándose una copa de vino -nuevo hábito de Pepe, a quien se le conocía sólo la afición por el whisky-. Uruguay discute hace tiempo si hubiera sido oportuno firmar un tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, como quería Jorge Batlle e intentó también Tabaré Vázquez. Mujica rechaza esa posición pero le cuesta ante la dureza argentina en el trato comercial. Por eso actúa esa amistad con el país yendo el 25 de Mayo a la embajada argentina y quedarse durante 5 horas que incluyeron un tedioso recital de dos horas de Miguel Estrella. Por eso lo esperó a Scioli y le dedicó otras cinco horas de mesa y sobremesa que fueron un torneo de máximas y sentencias sobre la vida privada y pública.
En torno a la mesa que compartían, además de Mujica y Scioli, los argentinos Marangoni y el embajador Dante Dovena, el ministro Cristian Breitenstein, el asesor uruguayo Diego Arzeno debatieron con el cuidado de eludir el costado espinoso de la relación entre los dos países; ni palabra de Botnia ni de las medidas de Moreno. Sí mucho sobre las biografías comunes, signadas por la superación de la adversidad. El gobernador acentuó el valor del esfuerzo individual para contrarrestar los reveses de la vida, como su accidente. El presidente se fue por el túnel del tiempo para sacar lección con frases como «Estuve preso 14 años, siete de ellos solo, en un aljibe. No olvido, pero no tengo rencores. Mi única alegría era cuando me daban un colchón para dormir». Otra: «Ya he entendido que venimos de la nada y vamos a la nada, hay que buscarle sentido a lo que hacemos. La política no se puede agotar siempre en el chimenterío de lo que dijo uno y le respondió el otro». O: «No hablemos del pasado, si me quedo ahí con eso no le doy de comer a un niño hambriento». Lo más concreto, en tren de evitar disidencias, algo imposible por lo demás de encontrar en un diálogo con Scioli: «Si a la Argentina le va bien, le va bien al Uruguay», Más denso: «Si hay nacionalismo hoy, es el nacionalismo latinoamericano», o: «Tenemos que aprovechar que se ha revertido la teoría cepaliana del deterioro de los términos del intercambio, que hoy los alimentos valen más que cualquier cosa».
Del lado argentino respondían con elogios a sentencias tan «sabias», por así decirlo. Esto entusiasmó al anfitrión, que seguía ofreciendo delicias de parrilla a los invitados: «Pensá, Daniel, sólo en esto: los chinos se han decidido a comer. Imaginá lo que puede significarnos a nosotros cada chorrito de aceite -como éste (y toma la aceitera)- que le ponga cada chinito a la ensalada». ¡Maestro! decían los gestos del otro lado de la mesa. Descendió un instante al terreno para contar que había mandado a vender la residencia presidencial que tenía el Gobierno en Punta del Este. «Como la abandoné, se la dieron a los policías que van de refuerzo a esa playa para que viviesen allí durante el verano. Imaginate, Daniel, ¡me la llenaron de policías, a mí, que estuve preso!» Risas y despedida, cerca de la medianoche, para cruzar el río de regreso.
Si recibir ayer a los Moyano es una audacia con final abierto para Scioli, visitarlo es un riesgo para los radicales que se presentaron el jueves en el edifico de Azopardo para buscar algún punto de encuentro. Hubo uno para la disidencia del grupo que integraban, entre otros, Mario Barletta, Ernesto Sanz, Ricardo Alfonsín y Mario Negri, que fue la propuesta de Hugo Moyano de avanzar en el Congreso con un proyecto de derogación del sistema de las ART. ¿Volver a la litigiosidad laboral?, le preguntaron. Sí, respondió el jefe cegetista, ante la incomodidad de los visitantes que venían por la mañana de reunirse con la cúpula de la UIA ante ese proyecto antiempresa. El anfitrión, que busca desesperadamente algún palenque anti- Gobierno que le dé tracción política a su despedida del kirchnerismo que le dio más poder que ninguno a la corporación sindical, los recibió con una ironía: «Estamos pensando seriamente en hacer una reivindicación de la 'Piba' (por Patricia Bullrich) porque aquel recorte del 13% que hizo la Alianza es un juego de niños frente al recorte que implica el Impuesto a las Ganancias». La Bullrich se enfrentó con el moyanismo durante aquel Gobierno de De la Rúa exigiéndole que mostrasen sus declaraciones de bienes, algo que la convirtió en el demonio para los sindicalistas.
Los radicales sonrieron pero no acusaron recibo por Bullrich que nunca fue radical, es peronista y en realidad no entendieron la fascinación de algunos radicales con ella al punto de darle un ministerio. Más les llegó a los radicales otro brindis moyanista: «Ustedes saben que mi mano derecha es un radical», los saludó con referencia a Sergio Palazzo, secretario nacional de La Bancaria, quien reemplazó a Juan José Zanola cuando fue detenido. «Es mendocino -agregó Sanz- y amigo mío». Trataron de diseñar un camino juntos para sacar del congelamiento el topo de Ganancias y subirlo, pero no les conformó mucho el discurso anti-Gobierno de Moyano porque está teñido de internismo peronista y los radicales tratan de encontrar uno propio para oponerse. No les dice mucho que Moyano repita que «éste no es un Gobierno peronista», que «han perdido el rumbo» (tampoco los desvela que lo conservase) o que insistiera en que «ha perdido todos los logros que hubo con Néstor Kirchner». Salieron con la idea de haber estado con un animal enjaulado y que busca socios a costa de cualquier recurso. Para recordar, el lujo de la vianda que les ofrecieron los sindicalistas, con sándwiches y otras vituallas muy diferentes a las modestas y austeras masas secas y café que les habían ofrecido pocas horas antes sus anfitriones de la UIA.
No se detuvieron, pese a estos tumultos políticos, las reuniones sociales, benéficas y otras formas de encuentros entre políticos que buscan su destino. Veamos en síntesis lo más importante para reseñar:
-Lo más estridente fue la noche de los chefs para recaudar fondos para los pacientes de esclerosis múltiple, que juntó a un seleccionado de cocineros, que presentó Andrea Frigerio, entre quienes estaban Alexandre Hugues de Valaurie (Sheraton), Jean Paul Bondoux (La Bourgogne), Jêrome Mathé (Café des Arts
- Malba), Germán Martitegui (Tegui), Donato De Santis, Pablo Massey, Tommy Perlberger (EAT), Narda Lepes, Gabriela Bertagni, Gastón Rivera (La Cabrera y Marcelian y García), Soledad Nardelli (Chila), Roberto Ottini, Juan Pedro Rastello, Juliana López May, Antonio Soriano (Algodón Mansion), Clint Rotchild (Osaka), Aldo Benegas (Gran Bar Danzón), Dolores Leal Lobo, Daniel Uria (Compañía de Chocolates). Estos cocineros montaron puestos de comida adonde iban a abrevar los invitados, entre ellos, Ricardo Fiorito, Gustavo Castagnino, Martín Cabrales, Rodolfo Smith Estrada, Máximo Fonrouge, «Tony» y «Tato» Lanusse, Martín Blaquier, Iván Achával, Armandito Braun. La mujer del ministro macrista Guillermo Dietrich está en la comisión e invitó a su mesa a Mauricio Macri y a su mujer que pasaron inadvertidos en una mesa lateral junto a Esteban Bullrich y su mujer. Lo pintoresco fue que la mesa principal no era de la actual presidenta sino de la baronesa Dudu von Thielmann, fundadora y actual vicepresidenta de Esclerosis Múltiple Argentina que entre sus invitados estaban Roberto Pettinato y su mujer; Pipo Pescador y el actor Humberto Tortonese.
El jueves, en la Embajada de Francia se realizó el desfile a beneficio de la fundación del Hospital de Clínicas, presidida por la princesa Mercedes von Dietrichstein de Zemborain, su padre, Alejandro, de la casa de los príncipes de Dietrichstein, era hijo de la princesa rusa Olga Dolgorouky, pariente de los Coburgo y cuyo abuelo era primo de la reina Victoria de Inglaterra. A Mercedes le estarían por devolver importantes propiedades que les fueron confiscadas a sus padres por el comunismo. Hace muchos años preside esta fundación en la cual se encuentran muchos representantes de las antiguas familias argentinas. En el desfile conducido por Teresa Calandra e Iván de Pineda estaba el embajador; María Podestá; Saturnino Zemborain, marido de Mercedes von Dietrichstein; Martín Cabrales, Mónica Holmberg, Elena Basavilbaso, Silvina Pueyrredón, Graciela Borges, Karina Rabolini con su grupo de amigas, (Teresa Garbesi, Teresa Frías), Mónica y Guido Parisier, Adriana Cabrales, Roberto Devorik, Tato Lanusse. Lili Sielecky, Rodolfo Argañaraz Alcorta, Liu Terracini, Mariel Quintana (quien viaja esta semana a pasar con su marido Bruno Quintana un mes a Saint Tropez como todos los años) y viene de ser elegida como la mujer más elegante en el festival ecuestre de Qatar.
Los salones principales de la embajada estaban totalmente colmados. El anfitrión, el embajador Asvazadourian se enteró por un fan de la historia de la arquitectura que la escalera que va de la recepción a los salones no sólo está hecha de madera de cerezos, sino que una de las más prestigiosas revistas del mundo la considera entre una de las más bellas. En la recepción estuvo la madrina del hospital, Graciela Borges, ante cuya mirada los organizadores desplegaron todos sus esfuerzos para conseguir caballeros que ocupen las sillas de la primera fila del desfile de pieles y vestidos, porque el predominio femenino era abrumador. El desfile fue cinematográfico. El maquillaje se encargó de que esas chicas de hoy, tan jóvenes, lucieran como actrices. Ingrid Grudke fue la más aplaudida. Las pieles de Charles Calfun, combinados con los diseños del Gabriel Lage, que presentó vestidos retro inspirados en los años 30 y 40, hicieron recordar una de las mejores películas de Woody Allen, «Medianoche en París». No faltaron artistas plásticos como Alejandro Raineri ni asesores de imagen como Patricia Bagnatti o empresarios como Guido Parisier acompañado de Mónica que promocionaba la comida de gala de Make a Wish de hoy que estará inspirada en la ópera Madame Butterfly. Cuando finalizó la pasada del ejército de modelos lánguidas y altísimas, llegaron los comentarios más mundanos y actuales. Un empresario vinculado a la industria del petróleo trajo novedades de la Patagonia, el corazón de la actividad de la nueva YPF y decía que lo que más elogiaban los contratistas de YPF es que están trabajando al ciento por ciento de su capacidad porque se les exigió un aumento de la producción. El problema es que YPF les debe mucho dinero y les cancela la deuda en dosis mínimas y, algo sorprendente, cada vez que les hace un pago, les exige que detallen por nota en qué van a emplear el dinero que cobraron. «Algo parecido a lo que se les pide a los que viajan», acotó uno de los interlocutores.
Después de haber sido agasajada en la mesa principal de la cena por los treinta años de la asociación Conciencia, a la siempre activa Sofía «Baby» Laferrere, madre del presidente del bloque PRO, Federico Pinedo, y del kirchnerista Mariano, se mostró encabezando un numeroso grupo de mujeres, entre las que se encontraban Marie Louise Martín, Teresa Pinedo y la diputada Cornelia Schmidt, entre otras, portando una enorme bandera en la puerta de la AFA expresando su repudio a la violencia en el fútbol y apoyando a Javier Cantero, que como presidente de Independiente de Avellaneda, junto a un grupo importante de socios lleva adelante una cruzada contra las barras bravas. Ni las malas caras de los habitués que les impidieron el ingreso a la AFA, ni el frío reinante, ni la disuasiva presencia de una larga fila de patrulleros y efectivos de la Federal, las amilanó. Sofía ya se encuentra coordinando una mesa cívica contra la violencia en el fútbol junto a Mónica Nizardo, el exjuez Mariano Bergés, de la Fundación Salvemos al Fútbol, y el Padre Facundo Quiroga, de la parroquia Santiago Apóstol, aledaña al club River Plate.
El martes la residencia de la Embajada de Italia abrió sus puertas para celebrar el Día de la República. Obviamente el tema central de los quinchos tenía su correlato entre Roma y Buenos Aires. Dos escenarios y dos problemáticas diferentes: Italia con los vaivenes del rescate europeo a la banca de España para lograr así un freno a una crisis europea de mayor escala y en Buenos Aires, con cuestiones más pedestres, como saber cómo había abierto el dólar tras el anuncio del Gobierno. Recibía el embajador Guido La Tella junto a su esposa, Christine, a un Mauricio Macri acompañado por su esposa Juliana Awada, en actitud distendida; Daniel «Tano» Angelici, el excanciller Adalberto Rodríguez Giavarini, el exembajador Eduardo Sadous (autor de la frase «embajada paralela»), María Kodama, el diputado Julián Obiglio, embajadores de diversas latitudes (España, Román Oyarzún; Alemania, Gunter Kniess; el francés Jean Pierre Asvazadourian, la embajadora de los EE.UU., Vilma Socorro Martínez, entre otros), María Kodama, Franco Bertone (CEO de Telecom Argentina), Juan Pablo Maglier (La Rural), el cónsul general de Italia, Giusseppe Sconnamiglio, el local Cristiano Rattazzi, la actriz Virginia Innocenti (de quien dijo sobre uno de sus films el recordado crítico Homero Alsina Thevenet; «Actúa una señorita que no es ni muy virginia ni muy innocenti, con referencia a la audacia de las escenas que registró); el autopartista Roberto Baccanelli, Gino Bogani; el presidente de Telecom Italia, Ciro di Cecio; Conrado Varotto (Comisión Nacional de Actividades Espaciales), y un enjambre que arribó a la residencia recibidos por un grupo de manifestantes que reclamaba por la agencia italiana ANSA. ¿El menú? Pasta, por supuesto, ideal para la fría jornada. Uno de los más buscados por los saludadores fue el nuevo nuncio Emil Paul Tscherrig, un suizo sonriente, a quien se vio copa en mano convivir sin dramas con el frío de Buenos Aires. Claro, su anterior destino había sido en la representación vaticana en los Países Escandinavos e Islandia. Este Tscherrig es un doctor en Derecho Canónico que está en el servicio diplomático de la Santa Sede desde los inicios del papado de Juan Pablo II, y que conoce al detalle el escándalo del papado de Benedicto XVI. Por eso lo buscaban algunos para preguntarle sobre la guerra entre el actual secretario de Estado, Tarcisio Bertone, y su antecesor wojtilista, Angelo Sodano, pero eludió precisiones. Son siglos de sigilo vaticano.
L'ambasciatore Guido La Tella habló en un español cada vez más rioplatense, pero dedicó todo su speech a la crisis italiana, no hizo mención alguna a ruidos comerciales. La Tella minimizó el capítulo italiano del desbarajuste europeo hasta extremos poco creíbles pero comprensibles para la ocasión. Si bien La Tella no dijo nada sobre las trabas a las importaciones, un diplomático de un país central que ya lleva varios años en la Argentina deslizó sobre el parquet algunas puntas a destacar. Por caso, las exportaciones de su país al nuestro crecieron 20 por ciento en el primer trimestre. No es un detalle menor; se trata de una de las economías más importantes del mundo. «Tenemos problemas micro, no a nivel macro». Este embajador golpeó las puertas del secretario de Comercio por los temas «micro» y por otros asuntos importantes, como el declive de la rentabilidad tras años de excelentes balances, pero recibió como respuesta una de esas máximas exóticas del polifuncionario: «Moreno no recibe a embajadores». El embajador transmitió a un grupo la experiencia de las empresas de su país que resume los méritos y los deméritos de la gestión kirchnerista. Los gerentes generales enviados a la Argentina remitieron durante años («remitieron», remarcó el diplomático, «no ahora») balances que provocaron envidia en otras filiales y satisfacción en las casas matrices, pero no pudieron contrarrestar un mar de informes adversos de analistas de inversión y calificadoras que obviamente pesan a la hora de decidir el destino de fondos. «A los gerentes generales en la Argentina nadie logra entenderlos», sintetizó.
Final con arte, pero esta vez musical. Estuvimos en la fría noche de miércoles en el Salón Montevideo de la Legislatura porteña, donde se le hizo un homenaje al músico mendocino Damián Sánchez por inspiración de los socialistas de esa Cámara que quisieron reconocer al compositor y fundador, entre otros, de los grupos vocales Markama y Los Trovadores, surgidos en la década del 60 durante el apogeo del folclore. Los recuerdos y las atractivas anécdotas de sus admiradores y compañeros de ruta artística -entre ellos el periodista y letrista René Vargas Vera y el extrovador Francisco Quito Figueroa- no alcanzaban para entibiar el ambiente en ese espacio que calca ciertos rasgos arquitectónicos del Palacio de Versalles. A la fría climatología que se colaba sin piedad por las altas ventanas se sumó la demanda explícita de los oradores y del propio Sánchez para que el Gobierno nacional dé mayor respaldo a la actividad de los grupos vocales y coros que difunden los patrimonios musicales argentinos, dentro y fuera del país.
Incluso, el homenajeado lamentó que el consulado argentino en España aún no le haya dado respuesta a su propuesta para celebrar el 9 de Julio con un concierto coral en Barcelona adonde llegará para cerrar una gira con su Coral de las Américas. De inmediato, y como para recuperar el sentido de aquel acto, el autor de célebres melodías como «Cuando estoy triste» (o «Cajita de música»), «A que florezca mi pueblo» y la tonada «Otoño en Mendoza» (considerada el himno de esa provincia pese a los esfuerzos de la política por intentar imponer con leyes una nueva canción que resiste, hasta ahora, el pueblo cuyano) se puso al frente de sus tres coros y quebró definitivamente aquel gélido ambiente. Sobre el final se sirvió un surtido de minisándwiches y bebidas pero sorprendió que no hubiera sobre las mesas alguna gota de buen vino mendocino, precisamente en el día en que se celebraba a un artista de esa tierra que ha hecho del buen beber una marca propia.
Vamos a terminar con un chiste de candente actualidad. Un turista, durante su primera visita a Amsterdam, se dirige a un prostíbulo. La madama le da la bienvenida, lo hace esperar en el vestíbulo y le envía una jovencita. Se sientan, conversan, beben un poco, ella se acomoda sobre su falda. Él le susurra algo al oído, y ella se levanta y sale corriendo espantada. Al ver esto, la madama le envía una chica más experimentada. Se sientan, conversan, se toquetean un rato, beben un poco, él le susurra algo al oído... y la experimentada chica grita «¡No!» ...y se va corriendo. La madama, sorprendida, piensa que la mejor de sus chicas, Lola, no va a negarse. Lola nunca ha dicho que no a nada. Cuando llega se sientan, se toquetean. Él le susurra en el oído y Lola grita, asqueada: «¡De ninguna manera!», y después de pegarle un cachetazo se va. La madama está totalmente desconcertada. Nunca había visto algo así en sus años de profesión. Y a pesar de que ella misma ya no se dedica a atender clientes, decide ofrecerse. Se acerca al hombre y le dice que ella es lo mejor de la casa, que sus carnes todavía son firmes y que está disponible para él. Se sientan, se toquetean, ella se sienta sobre su falda. Él se acerca a ella y le susurra al oído:
- Yo sólo puedo pagar en pesos argentinos...


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