4 de febrero 2013 - 00:00

Charlas de Quincho

Fin de semana de reclusión presidencial en Olivos para atender urgencias y planes electorales, como las reuniones y cruces para preparar el proyecto de ley que ratifique en el Congreso el acuerdo con Irán, en el inicio de los quinchos de hoy. Hubo también freno a beligerancias por fondos, y viaje a Italia de uno de los gobernadores más interesados para homenajear a su antiguo armador, todo con corte de celular incluido. Hubo también encuentros en la playa antes de que la política vuelva a la actividad plena, como el de armadores del macrismo en José Ignacio, que terminó con un pronóstico secreto sobre el futuro del país y novedades del mundo del tabaco. Los radicales prefirieron reforzar la gira de verano por la costa atlántica. Y finalmente cumpleaños en Barrio Parque de la diva del arte pop local. Veamos.

Daniel Scioli en el cumpleaños 70 de quien fue armador de sus lanchas en Lecco, Italia. De izq. A der., Romero Ferraris -preparador de Scioli cuando corría-, Carlo Bodega, Giorgio Villa, Mario Invernizzi, Buzzi, Scioli, Alberto Di Lucca y Enrico Riganti.
Daniel Scioli en el cumpleaños 70 de quien fue armador de sus lanchas en Lecco, Italia. De izq. A der., Romero Ferraris -preparador de Scioli cuando corría-, Carlo Bodega, Giorgio Villa, Mario Invernizzi, Buzzi, Scioli, Alberto Di Lucca y Enrico Riganti.
En mes de relanzamiento, pero también de evocaciones familiares, Cristina de Kirchner prefirió permanecer el fin de semana en Olivos para atender urgencias de agenda -adelantamiento del juicio de bonistas en Nueva York, efectos del acuerdo con Irán, quejas del FMI por las variables dibujadas del INDEC- y trasladar el descanso en el sur para el fin de semana. También para diseñar el año que viene con elecciones, algo sobre lo cual es casi imposible escucharle a la Presidente algún juicio. El único interlocutor de Olivos que le escuchó algo le atribuye optimismo sobre el resultado y dudas sobre lo que vendrá después, en términos que dicen algo así como: «Vamos a ganar; para algunos es la puerta de una reforma, pero en todo caso voy a terminar mi mandato con buen apoyo legislativo». No es poco si se miran las cosas en perspectiva en ese negocio de la política al cual, como decía Néstor Kirchner, es fácil entrar, pero muy difícil salir.



Febrero es mes de cumpleaños (el 16, Máximo Kirchner; el 19 cumple ella y el 25 cumpliría Néstor) y eso le dará una pausa a la agitación que el Gobierno prepara en el Congreso con el envío del texto del acuerdo con Irán para enjuiciar a los acusados por el atentado a la AMIA. Será tema de extraordinarias para conmover el descanso de los legisladores, que comienzan a regresar de las playas en donde hicieron, la mayoría, ejercicios de proselitismo. El martes Carlos Zannini le pidió a Héctor Timerman la documentación para preparar el envío al Congreso, sin esperar al comienzo formal de las sesiones en marzo. Fue en el momento de pleno debate del canciller con entidades judeo-argentinas que pasaron de una aceptación mansa de lo acordado en Zúrich con el Gobierno de Teherán al reclamo de aclaraciones que el Gobierno insiste en que no se pueden incluir, porque la letra es ésa. Debatió Timerman con dirigentes sobre los alcances de lo acordado y se fue ayer a Londres a una minicampaña por Malvinas convencido de que los había aplacado con explicaciones como que los jueces argentinos son quienes pueden levantar las «alertas rojas» a Interpol sobre los acusados o resolver si las declaraciones serían indagatorias o testimoniales. En el relato que trasladó a Olivos, el funcionario describió la dificultad de explicar detalles leguleyos a dirigentes y familiares de víctimas del abominable atentado que planteaban cuestiones que ya están contenidas en el acuerdo. Fue como cuando les toca hablar de política cada tanto a los dirigentes con sus familiares que les cuestionan la base misma de su oficio con preguntas como: «¿Y vos hablás con ese tipo de gente?». En un momento de exasperación les diría: «¿Prefieren que no haga nada y que sigamos como hasta ahora sin saber, casi 20 años más tarde, qué pasó? ¿Y si mienten?», le cuestionarían. Y, sí, pueden mentir, como hace cualquier acusado, son las reglas de juego. Más enojado, respondería a un abogado que le reprochó los negocios de exportación de granos de la Argentina a Irán: son negocios de privados, y uno de ellos es cliente suyo. ¿Quién? Tal. Perdone, no lo sabía.

De esas reuniones salió el criterio de insistir en el envío inmediato al Congreso, en donde el oficialismo tendrá la oportunidad de explicar si existe alguna razón secreta para haberse metido en este debate, más allá del único interés que ha manifestado Cristina por encima de todo: lo que piensan los familiares de las víctimas, que es el sector de la dirigencia que es menos crítico del acuerdo, incluyendo entre ellos al grupo Memoria Activa, que tiene un juicio contra el Estado por el atentado. Entre los argumentos que deberá aportar el oficialismo del Congreso deberá alzar alguno que justifique un acuerdo con un país que en lo formal niega implicación alguna con el atentado, cuya prensa dice que pudo ser un autoatentado y que la acusación a Irán es un pergeño de la inteligencia de los Estados Unidos. El interés de Teherán en encontrar algún nivel de colaboración se entiende porque la acusación por la AMIA es el reproche de violencia más grave que se ha hecho cuando insiste en que nunca han agredido a nadie y que sí son objeto de agresiones. Sacarse el sayo de encima, de la manera que fuera, tendría grandes ventajas políticas para ese país. Frente a ese interés -que para algunos es también material por los efectos del bloqueo comercial sobre Irán en sus finanzas-, se alza el propósito del Gobierno de que se conozca la verdad, aunque sea pagando un alto costo político. Como siempre, o me explicás el negocio o me explicás la ideología, dificultad que tienen todos los emprendimientos de este duro oficio.

En momentos del envío del proyecto al Congreso Timerman estará en Londres en una campaña pro Malvinas en el propio corazón del imperio, algo que un funcionario de la Cancillería describió como un «vamos un poco a romper». Habrá reuniones con académicos, con representantes de 18 países que tienen comisiones pro negociación en Malvinas, contactos con funcionarios y legisladores. El más notable, que el Gobierno exhibirá con atención la presencia en las reuniones del presidente del comité inglés que reclama apertura de conversaciones que es el periodista retirado Richard Gott, leyenda para el peronismo -que no tiene muchos próceres en la prensa-, porque fue quien le hizo la última entrevista al dirigente de FAR y de Montoneros Roberto Quieto antes de su desaparición en 1975, bajo el Gobierno peronista de Isabel Perón. Este oscuro personaje es materia controvertida entre los nostálgicos setentistas porque actuó, presumiblemente, en actos terroristas, como el secuestro de los hermanos Born y en la muerte de José Rucci, llegó a la cúpula de Montoneros cuando se fusionó con las FAR, fue detenido y después acusado de delator y condenado a muerte por sus propios compañeros. Que ocurriera bajo un Gobierno constitucional le agrega viscosidad a la evocación de la cual Gott, periodista de The Guardian es un testimonio. Era corresponsal en la Argentina y aprendió que las Malvinas son argentinas, o que por lo menos es algo que el Gobierno de su país debe negociar. Estará en todas las fotos de la semana.

La actualidad se nutre siempre de los sueños de futuro -algo que es tan irreal como la eternidad, decía Octavio Paz- y de estas evocaciones. En busca de los recuerdos propios, Daniel Scioli suspendió la agenda de hostilidades renovadas con el Gobierno por el cobro de pesos y viajó por 72 horas a Lecco, Italia, para participar del almuerzo que organizó quien fuera el armador de sus lanchas, Fabio Buzzi, para su cumpleaños 70. En esa reunión, que ocurrió el lunes, Buzzi reunió a personajes que lo acompañaron en su anterior carrera de diseñador de naves deportivas -hoy produce naves medianas para seguridad que le compran fuerzas de todo el mundo como aduanas, prefecturas y guardias costeras-, pero puso como friso del festejo la imagen de la lancha que hizo famoso al ahora gobernador, La Gran Argentina. Siempre hay que buscar en estos gestos del gobernador alguna señal política; algunos la encontrarán en el regalo que le llevó al italiano: una réplica del bastón de gobernador de Buenos Aires, en testimonio, dijo, de amistad. ¿Es una señal para quienes quieren erigirse en su heredero en el cargo? Dará para horas de discusión y análisis de sus seguidores y también sus adversarios. En la comida recordaron Buzzi y Scioli cómo se conocieron en 1985 en el Gran Premio del Canal de la Mancha y el armador apareció con una novedad, las lanchas impulsadas a gasoil, desarrollo que había hecho con la italiana Iveco y que reemplazó a las nafteras.

La segunda señal no la provocó el gobernador, pero sí la hizo conocer: en pleno viaje le cortaron el celular por exceso de uso del crédito que tienen los funcionarios de la provincia cuando viajan al exterior. Poderoso mensaje de austeridad, pero también cargado de sentido para quienes conocen lo que es celular para el gobernador. A diferencia de sus pares y de los dirigentes, que tiene decenas de aparatos que hay que superar, como un laberinto hasta localizarlos, Scioli tiene el mismo número de siempre, desde cuando aparecieron esos ingenios. Suele responderlo él mismo sin intermediaciones y ese teléfono constituye en sí mismo toda una red social y un sistema político. Lo ilustra el propio gobernador cuando alza el celular y bromea: «Todos se preguntan cuál es mi aparato político, ¡éste es mi único aparato político!». Una chanza, porque aparato le sobra, pero el eje es el telefonino que le cortaron cuando estaba en pleno viaje.

Esa anécdota la contó en la reunión de gabinete que armó el viernes, apenas regresó de Italia, para ilustrar los esfuerzos que tienen que hacer los funcionarios para que el dinero llegue a fin de mes, después de pagar en diciembre $ 7.500 millones en sueldos y aguinaldos. El lema es que ha llegado el tiempo de más administración fiscal y no de más presión fiscal. La amenaza de la paritaria de estatales -entre ellos, los insaciables docentes- pone a su Gobierno en otra de las batallas por fondos que marcará el año electoral. En esa reunión se dijo comprensivo de los argumentos del Gobierno nacional sobre lo que invierte en obras en las provincias, pero advirtió que hay un problema de fondo que se llamará nueva coparticipación o nuevo fondo del conurbano que limita la capacidad de responder a los reclamos de aumento. Como en todo oficialista, está ausente de sus dichos la palabra inflación, algo que en fondo es la causa de esa carrera por ventajas para alcanzar en los salarios al alza de precios. Para la pelea por la paritaria el docente encontró un nicho en la pelea interna que hay en gabinete nacional entre Alberto Sileoni y Juan Carlos Pezoa, un clásico de todos los equipos de Gobierno. El ministro de Educación quiere negociar aumentos en torno al 20% de los salarios, mientras que el secretario de Hacienda ha puesto un tope del 17%. Como la paritaria provincial la quieren arrancar en el 15%, la orden es seguir a Pezoa, sabiendo que es el verdadero cajero de la administración al que le hace caso la Presidente y que va a hacer cumplir su cálculo, algo ventajoso para Buenos Aires en una pelea en la que Sileoni, como otros ministros sectoriales, busca un mejor perfil en la relación política con los gremios convirtiéndose en su representante ante la administración. En todos los gabinetes los ministros a quienes se les confían las carteras terminan siendo lobbistas del sector, algo que ocurre cuando llevan cierto tiempo en el cargo. Con gobiernos como los del ciclo Kirchner, que son reticentes a producir cambios de nombres en los equipos, la dificultad aumenta; los presidentes a quienes les gustan los cambios suelen producir despidos de ministros cuando advierten que sus gabinetes se han convertido en equipos de lobbistas sectoriales. En el cálculo sciolista cada punto de aumento a los docentes equivale a un gasto en más de $ 650 millones, o sea, un fondo del conurbano, partida que además hace rato que está congelada, pero que sirve como tablita más que gráfica para estimar valores.

De esa reunión surgió la idea de suspender el viaje del sábado a Córdoba en donde se realizó un desembarco sciolista de la mano de la agrupación La DOS. Que viajase Scioli se analizó como inoportuno para preservar dos frentes. Uno, el de las relaciones con el Gobierno nacional, para evitar la imagen de algún acercamiento con el delasotismo. El otro, el del propio José Manuel de la Sota, que podría entender que le usaban la casa cuando en realidad, dicen los sciolistas, ese armado cordobés busca contener a sectores críticos del peronismo que, si alguien no hace algo, podrían irse con el kirchnerismo. Para que no hubiera confusiones, Scioli se quedó en Mar del Plata en actos con deportivos y empresarios (Juan Curuchet, que inicia una carrera política con el cargo de funcionario que asumió; Gerardo Werthein, del comité olímpico, entre otros) y se hizo representar en los actos de Córdoba por su funcionarios Santiago Montoya y el exministro Eduardo Camaño; se quedó allí hasta «Cacho» Alvarez -jefe real de La DOS- quien había adelantado el regreso de sus vacaciones para un viaje que no se hizo. Sí estuvo en Córdoba ese día una de las almohadas de Scioli -confidente y asesor- el presidente del Banco Provincia Gustavo Marangoni, pero limitó su presencia a ver el partido Boca-River, cuyo resultado festejó porque es de los de la banda roja. De la Sota se hizo representar en la entrega de la copa por su vicegobernadora Alicia Pregno, con lo cual quedó obturado cualquier contacto al que se le hubiera querido dar un contenido político.

En las playas levantan campamento los políticos a quienes reclama el trabajo más duro del año, que es juntar votos. En esa retirada registramos quinchos jugosos en todas las costas. En torno de un asado que pudo ser mejor, asistimos en José Ignacio, bajo una luna llena espectacular, al debate de dos armadores del macrismo que compiten con dureza en torno del jefe porteño sobre cuál es el mejor método para construir el futuro de esa fuerza. Eran Diego Guelar -hoy canciller de bolsillo de Macri- y el ex presidente Ramón Puerta, quien venía de París con un secreto que no revelará nunca por su carácter apocalíptico sobre 2015 en la Argentina. Se encontró en la capital de Francia con uno de los arúspices más consultados de ese país -lo fue de Valéry Giscard DEstaing y de Jacques Chirac- a quien le preguntó qué pasará en la Argentina en los dos próximos años. Lo que le dijo es tan complejo y, visto desde las condiciones de hoy, tan revolucionario que Puerta no se lo contará jamás a nadie para no ser calificado de agorero. Pero este mago tiene títulos, como que le hizo un examen de adivinanzas al expresidente sobre su persona y su pasado que parecía tener la bola de cristal. Este adivino se hizo famoso por ser consultado por la policía de su país para esclarecer casos complejísimos y sólo atiende por pedido especial a políticos. Pero, en fin, se lo guardó Puerta, quien se esforzó por tratar de convencerlo a Guelar de que el futuro de Macri está ligado por obligación al peronismo, formación de la cual debería ser candidato a presidente. Puerta es uno de los peronistas que más ha apoyado a Macri pero se mantiene dentro del PJ, al que representa como diputado por Misiones, y no tiene pensado dar ningún salto.

Guelar, en la vereda de enfrente, cree que el destino de Macri está en una nueva fuerza distinta al peronismo. Él mismo se siente afuera de ese partido por el cual fue diputado en 1983 y embajador ante la Unión Europea, Brasil y Estados Unidos en las presidencias de Carlos Menem y Eduardo Duhalde. Cree que el PJ ya no es una herramienta útil en estos años y descree de un Macri peronista; más aún, cree que si se acercase al PJ perdería buena parte de los apoyos que hoy tiene de militantes de ésa y de otras formaciones. Esa fórmula que ha logrado Macri, explicó, que le permite gobernar sin discusión ya por dos mandatos en el segundo distrito del país, debe llevarla al orden nacional y ése es su desafío. Analizó con ingenio las relaciones de De la Sota con Macri y consideró un error la distancia que ha querido marcar el cordobés con el jefe del PRO porque eso lo ha aislado más en su provincia. No se pudieron de acuerdo pese a que la discusión se extendió hasta la madrugada en ronda de habanos. Con personajes de tanto ingenio la charla dio para mucho más. Guelar describió el contenido de un libro que piensa publicar en marzo sobre las relaciones entre China y América Latina que es ya ocurrente por el título: «El reino celeste y la nación de naciones». Registra en ese libro el producto de tres viajes que ha hecho a ese país, invitado por el PC chino («No se olviden de que soy un viejo comunista») y avanza sobre los planes de Pekín para proveerse con métodos novedosos y casi imbatibles de los recursos que necesita (alimentos y energía). Adelantó que la provisión de trenes chinos a la Argentina se hace según un nuevo contrato que deja atrás los acuerdos conocidos con Franco Macri y destacó el ascenso del grupo Bulgheroni como los nuevos interlocutores. En esa charla merecieron un aparte los dichos de Bill Gates de esta semana en el reportaje que le hizo Charlie Rose en la cadena Bloomberg, cuando le preguntó sobre el liderazgo de Estados Unidos y el de China en mundo. A Estados Unidos, respondió Gates, todos le preguntan cómo hacer las cosas y es un país que trata de imponer sus fórmulas en el mundo. Ese es su liderazgo. China, en cambio, no es un imperio; nadie le pregunta cómo hacer las cosas ni quiere imponer sus métodos en otros países. En eso no es imperio y hay que entenderlo para tener relaciones productivas con China. Pero en fin, a esperar el libro de Guelar.

Puerta, hombre de negocios, aportó otros ángulos, como por ejemplo que la venta de yerba a Siria ha aumentado pese a la guerra civil de ese país y que los dos sectores -Estado y rebeldes- ya se las han ingeniado para que no les falte la yerba mate, producto que han adoptado por los inmigrantes que vinieron a la Argentina. Siria es después del Uruguay y la región litoral de la Argentina, el país de mayor consumo de yerba del mundo. También aportó detalles sobre otro de sus negocios, que es la fabricación de habanos. El consumo ha caído por la expansión de las normas que prohíben fumar en locales cerrados, cuando eso mismo ha hecho subir de manera impensada la venta de cigarrillos. Como fumarse un habano es trámite de una hora, nadie deja una cena o su oficina para hacerlo y el hábito se traslada a domicilios particulares -en donde los controles son mayores- o a la calle, con lo cual decae la venta. El fumador de cigarrillos, en cambio, sale del restorán o de la oficina, enciende uno, le das dos pitadas, lo tira y vuelve. Repite el gesto varias veces al día con lo cual termina consumiendo el doble de cigarrillos de a dos pitadas, con lo que la venta aumenta. Es algo que provocará más de un debate aunque la intención de restringir ese hábito está dirigido a preservar la salud, no a limitar las ventas.

Conocedor de los hábitos y costumbres profundos de los radicales -a los que primero se les entra por el estómago- el veterano dirigente Leopoldo Moreau realizó una recorrida por la costa bonaerense. Primero fue un acto-cena en Mar del Plata, donde juntó a unos mil militantes en el Club Quilmes de la avenida Luro. Allí lo acompañaron la concejal y exdiputada Vilma Baragiola, el diputado provincial Ricardo Jano y el senador-cabeza de compañía Nito Artaza. Luego fue el turno de Miramar, adonde su ladero fue el dirigente local Marcelo Honores y la convocatoria fue un almuerzo en «Lo de Lalo». La recorrida finalizó en Villa Gesell, adonde fue recibido por un casi local como Diego Barovero (vicepresidente del Instituto Yrigoyeneano), el exdiputado Juan Carlos Zambarbieri, María Inés Lliteras, dirigentes locales como José Luis Fernández, Jorge Martínez Salas y Miguel Cacheiro, el dirigente platense Aníbal Gentili, entre otros compartieron una austera merienda en el Club de Playa Eliseo. Con perseverancia y su estilo característico Moreau continúa «haciendo músculo», tanteando el terreno para un eventual lanzamiento de su candidatura para las primarias de este año, con un discurso provocativo para amplias franjas no sólo de su partido sino de la oposición en general, que le vale acusaciones durísimas, ya que plantea «no hacer antikirchnerismo bobo» y reconocer lo positivo de la gestión iniciada en 2003 como continuidad de grandes líneas trazadas en la presidencia de Raúl Alfonsín y hacer una oposición aportando propuestas por la positiva. Sobre los reproches por su cercanía al Gobierno no es muy explícito, sobre todo en cuanto a cuestiones crematísticas que es de lo que más lo acusan (sin pruebas concretas), pero se sirve del argumento de que el kirchnerismo puso en práctica la agenda de los radicales de los 90 (estatización de YPF, Aerolíneas, jubilaciones, ley de medios, etc.). Sobre este punto hay un episodio que pasó inadvertido y que muchos han olvidado: en 2004 por el centenario del nacimiento de Balbín se le impuso su nombre a la autopista Bs. As. -La Plata, proyecto de Moreau. En el acto hablaron Felipe Solá, Néstor Kirchner y el propio Moreau. En el discurso reivindicó el abrazo Perón-Balbín, la cooperación entre Gobierno y oposición y dijo que el Gobierno sólo debía esperar colaboración y ayuda si convocaba a la UCR. Era el germen teórico del radicalismo K. Sin embargo Néstor, influenciado por Alberto Fernández prefirió acordar con los gobernadores e intendentes radicales, que eran en realidad del Grupo Olavarría, más cercanos al lopezmurphismo. El «Marciano» se quedó con las ganas.

El otro desembarco radical en la costa atlántica de la semana fue el de Rodolfo Terragno, quien busca votos para volver a la senaduría por la Capital Federal. Llevó a unos 40 dirigentes, la mayoría jóvenes, a la cantina «Lo de Tata», en La Rioja y Avellaneda, adonde sirvió un menú de salmón blanco al horno exquisito -el dueño es chef internacional-, algo inusual en cenas radicales que no suelen salir del arrollado de entrada y del arroz con pollo que impuso hace décadas desde Lalín el magisterio de Raúl Alfonsín. Entre los presentes estuvo Lucio Lapeña -presidente de la Juventud Radical-, Arturo Pozzali - secretario de la Franja Morada-, Patricio Isabella -presidente de la Juventud Radical de la Capital-, Emiliano Yacobitti -secretario de la UCR porteña-, Hernán Rossi -presidente del Instituto Lebensohn-, Juan Nosiglia y, vigilantes de las esencias partidarias, dos veteranos: el ex diputado José Bielicki y José María Farizano.

Final, como es habitual, con artes aunque más extravagantes que bellas. La tarde más calurosa de año, con un brindis al atardecer en Barrio Parque, los admiradores de la diva del Pop, Marta Minujín, inundaron con champán el Museo de Arte Latinoamericano porteño. La «reina del Pop lunfardo» como la llamaban en Francia a Minujín, celebró su cumpleaños como los políticos o las estrellas de Hollywood, convocó a una fiesta con serpentinas, donde había que pagar un bono contribución de 100 pesos, por supuesto, para un beneficio: los programas educativos del Malba. Amalia Mompelat, Elena Nogal, miembros de la eficiente Asociación de Amigos del Malba, y su presidenta, Silvia Braier, organizaron el notable festejo donde todos los invitados lucían anteojos y adornos psicodélicos como los de Minujín. El único de traje gris era el economista Juan Carlos Gómez Sabaini, el marido de la artista que la esperó, paciente, en el Museo. Otros héroes de la década del 60 lo acompañaban, como Edgardo Giménez, Rogelio Polesello, Juan Stopani, Marta Fernández, y el poderoso arquitecto radicado en Nueva York, Antonio Morello. Minujín llegó una hora tarde- como se debe- pero en carruaje, con una corona de perlas y vestida de novia, arrastrando una nube de tules blancos. En el lobby del Malba, entretanto, bastaban unos minutos para enterarse de las internas del mundillo artístico. En pleno verano, el Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires fundado hace unos meses, cambió la directora artística: la experimentada María José Herrera dejó paso a un par de jovencitas. Pero el Museo Nacional de Bellas Artes es en realidad el territorio cuya dirección, a punto de quedar vacante, despierta la mayor voracidad. Y siempre fue así, a través de la historia. Aseguraron entonces que en busca de ese trono tan preciado estarían Diana Saiegh, Teresa Anchorena y Alberto Petrina (los tres, desde hace años). Se recordó entonces que, acaso por esta razón, cuando estaba a cargo de la Secretaría de Cultura, Torcuato Di Tella (hoy, embajador en Roma) dispuso que la dirección del Museo se cubriera por concurso. «Veremos si la avidez de los que quieren llegar permite un nuevo llamado a concurso», se dijo. «Para destronar a Jorge Glusberg organizaban piquetes», agregaron. Gustavo Vázquez Ocampo, miembro de la comisión que asesora a la Cancillería argentina para seleccionar el envío a la Bienal de Venecia, se resistió a mencionar el nombre del artista que representará a nuestro país. Finalmente, a la hora de cortar la torta y tirando de la cinta estaban Daniel Abate, Vicente Centurión, Marcelo Gutman, Juan Cambiasso y Clarise y Eduardo Costantini, presentes, al menos, con un llamado, desde Punta del Este.

Terminamos con un chiste de la línea elegante:

- Un matrimonio cumple 25 años de casados y la esposa le pregunta al marido:

- Mi amor, ¿ qué me vas a regalar para nuestras bodas de plata?

- El tipo le responde: un viaje a China.

- La mujer sorprendida por la magnitud del regalo, pregunta:

- Pero mi amor, si para los 25 años me regalás esto... ¿qué vas a hacer cuando cumplamos los 50 ?

- Voy a ir a buscarte.

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