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Charlas de quincho
El Día de la Madre atemperó crispaciones preelectorales, pero no reuniones. Le contamos al lector el plan de final de campaña de Daniel Scioli, que sigue anticipando nombres para su gabinete, y la significación de su encuentro con Michelle Bachelet. En el contraplano, estuvimos en Mar del Plata, en el Coloquio de IDEA (que le daría el triunfo a Macri si se proyectara a votos su composición), y participamos en singulares asados plenos de intrigas. También, en un encuentro del Instituto Yrigoyeneano, nos enteramos de jugosos detalles de una sonada cena que había tenido Raúl Alfonsín. Veamos.

Doblete de campaña: el sábado Daniel Scioli convirtió el gol 110 en la liga futsal. Fue contra Estrellas de Boedo, al que los locales de La Ñata le ganaron 8 a 4, con asistencia de corresponsales extranjeros. Ayer, festejo del Día de la Madre con familiares, entre ellos Karina Rabolini.
La visita al Coloquio de IDEA fue el must de los candidatos, que buscaron acercarse al objetivo de todos los políticos del mundo, arrimarse al calor del voto moderado que representaron, entre otros, los asistentes a esa cita que se hizo en el Sheraton de Mar del Plata. Los tres recibieron brindis de adhesión porque insistieron, casi a coro, en que promoverán la inversión, correrán corralitos y retenciones, y auguraron lo que algunos llaman el "Edén 2016", un país sobre el cual lloverán inversiones gane quien gane. Scioli, según el registro quinchesco en los corros del Sheraton, les pareció prudente y menos enfático que en presentaciones anteriores. Quizás el gobernador buscaba que la noticia fuera su presencia allí, y evitar que hubiera algún encontronazo dialéctico -algo impensable en una foto tan cautelosa como la de los hombres de negocios- que se convirtiera en un titular inconveniente a una semana de las elecciones. Massa apareció el jueves con once hombres de su equipo -Martín Redrado, Aldo Pignanelli, Felipe Solá, etc.- y sorprendió cuando dijo que preparaba un anuncio importante, pero que no lo haría allí sino en un acto del sábado. "Es como si Jorge Corona dijese en un teatro: tengo un chiste bárbaro pero no se los voy a contar", musitó un empresario de varios rubros mientras rascaba una medialuna en una de las mesas.
El paso de Macri, que venía de un acto en Mendoza con Julio Cobos y la tira radical local, fue un paseo porque, dicho sin ironía, el coloquio era una cueva de macristas que intimidaba a cualquier político de otro color. Durante los tres días desembarcaron decenas de diputados, funcionarios, candidatos, operadores y allegados al jefe porteño que coparon pasillos, confiterías, almuerzos y cenas públicas y privadas. Un despliegue envidiable de cuadros que, si se tradujese en votos, haría las maravillas del candidato. Lo celebraron quienes escucharon a Macri y después buscaron fotos con él, tanto que algún acompañante dijo haberlo visto emocionado, algo que es fuerte tratándose de un temperamento como el del titular del PRO, por esa recepción.
Para enterarse de estas entrelíneas del coloquio había que sumergirse en algunos recintos recoletos y alejados de la mirada pública, ésa que reflejaron hasta el aburrimiento las crónicas. Por ejemplo, el almuerzo en Viento en Popa -un restorán que está frente al puerto de Mar del Plata y cuya fábrica no dice mucho, pero su menú es de los mejores en el rubro de frutos de mar-. Allí se juntó un grupo notable al que invitó el empresario cafetero Germán Cabrales -quien debió explicar por qué en ese lugar no se sirve café, pese a que su familia está hermanada por décadas de amistad con la de los Tiribelli, que administran Viento en Popa- entre quienes estaban Santiago Soldati, Cristiano Rattazzi (dos comensales de fino paladar, pero que pidieron platos sin ajo, una discapacidad en materia gastronómica), Jaime Campos (AEA), Rubén Ferreo (CRA), Claudio Cesario (ABA), Luis Miguel Etchevehere (Rural), Miguel Giménez Zapiola (Barrick), Tato Lanusse, Juan Pablo Maglier y otras estrellas a quienes les correspondió ese primer balance del coloquio. Fue en medio de chernias, salmones, abadejos, ruedas de langostinos y otras delicias que, con extremo profesionalismo, los comensales deglutieron con aguas gaseosas (los más audaces agua con gas) y alguna botella de blanco que se vio por ahí, pero no mucho más.
Más miga tuvo el asado clásico de los viernes de IDEA de todos los años que organiza el petrolero y productor de cine Jorge Estrada Mora en el casco de Santa Isabel, la estancia que tiene junto a su mujer Nancy en Chapadmalal, en el camino que lleva también a Marayuí. Allí las estrellas fueron el embajador de EE.UU. Noah Mamet, el gobernador electo de Mendoza, Alfredo Cornejo y, entre otros, el empresario Oscar Vicente, quizás el hombre que más sabe de petróleo en la Argentina y que animó jugosos comentarios. El principal -que había adelantado en la semana el hiperbólico elogio hacia Miguel Galuccio como el mejor presidente que ha tenido YPF en 50 años-. Cuando ingresó a la coqueta bodega que tiene Estrada Mora en Santa Isabel, en donde produce caldos en sociedad con Trapiche, lo asaltaron los invitados (Kevin Sullivan, de la embajada norteamericana, Carlos Tramutolas, Luis Riva, Matías Szapiro, Raúl Fiscalini, Antoni Estrany y Gendre, Carlos Grimaldi, Gustavo Capatti, Pablo Aristizábal y Guillermo Noriega, entre otros, hasta sumar una treintena que no dejaron nada del asado sin celebrar) con pedidos de aclaraciones. Ratificó lo dicho y lo ilustró con más elogios: es el único presidente de YPF que puede sentarse a hablar con presidentes de otras compañías y discutir de igual a igual con ellos y en el idioma que elijan. Es el único -agregó- que tiene trayectoria internacional en una compañía de primer nivel y en un alto cargo. Además, remató, tiene un equipo de 30 tipos que si él se va, se van con él. Les cerró la boca a todos.
Animado, Vicente relató anécdotas de su pasado profesional en Pérez Companc y como titular del Club del Petróleo -hoy sigue en este sello y en la empresa Entrelomas-. Una de ellas se mencionó en la prensa del fin de semana, pero merece ser completada porque el centro del cuento fue el protagonismo de una estrella del periodismo. Vicente contó que bajo la presidencia de Raúl Alfonsín, éste le ofreció hacerse cargo del holding de empresas públicas, pero él lo rechazó y el cargo fue a Enrique Olivera. Desde ese momento el Gobierno lo apartó de toda consulta hasta que un día recibió una invitación a cenar en Olivos con los demás presidentes de empresas petroleras. Dudó de ir, pero lo llamó a José Ignacio López y le preguntó si era firme esa invitación. "Mirá que yo tengo tarjeta roja de este Gobierno". "Nacho" López -vocero presidencial- le respondió, después de consultar con Alfonsín, que venía en serio.
En la cena hablaron todos los empresarios con consejos diversos sobre el pedido del Gobierno de alguna medida para que el país pudiera exportar ese recurso. Vicente se mantuvo en silencio y en un momento Alfonsín, que lo tenía sentado delante de él, le dijo, riendo, a Juan Vital Sourrouille, que estaba a su lado: "Me parece que acá hay algunos que sólo han venido a comer...". Vicente se dio por aludido y le explicó que él no hablaba porque creía que tenía tarjeta roja del Gobierno. "De ninguna manera", le respondió, "lo escucho". Vicente se levantó y expuso el plan que consistía en premiar a la empresa que superase su curva promedio de producción con la posibilidad de venderlo al exterior al precio internacional, que era superior al que se pagaba en el país. Alfonsín miró a los comensales y preguntó: "¿La industria qué opina?" Todos asintieron y Alfonsín dijo que firmaría el decreto. Al salir, "Nacho" López fue asaltado por los movileros que esperaban hacía horas el final de esa cena. Cuando vio que Vicente se iba le dijo, "Quedate y explicá". Lo hizo y cuando terminaba escuchó una voz a sus espaldas que le preguntó "¿El plan cómo se llama?" Respondió: "'En dónde estamos?" "En Olivos". "Entonces cómo se va a llamar?" " Plan Olivos", dijo la voz. Era la periodista Silvia Peco, de este diario, que tituló al día siguiente con "Plan Olivos", que Vicente le atribuye a la colega.
En ese almuerzo de Santa Isabel, el radical Cornejo estremeció a muchos con el relato de que en diciembre vencen préstamos del Banco Nación a Mendoza por más de $ 2.700 millones, tomados por el saliente gobernador Francisco Pérez para pagar sueldos. Ése es un drama porque, explicó, por internismos el Gobierno nacional no le autoriza a Pérez la renegociación de la deuda. Si eso no ocurre antes de diciembre, dijo, la Tesorería provincial estará en quiebra.
Peronistas que no son candidatos, como el titular de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez, emprendieron la campaña con la promesa de que si gana Daniel Scioli será ministro de Industria. Por eso se suma a todos los actos en los cuales no lo obliguen a una exagerada cohabitación con Aníbal Fernández, que le ganó las PASO a gobernador. El viernes por la noche la campaña lo llevó a Zárate con otros eventuales funcionarios de un gabinete Scioli, como Diego Bossio, Miguel Peirano y Sergio Berni. Fueron a la Sociedad Española local para lanzar el "Círculo Celeste y Blanco", en apoyo a la candidatura a intendente del diputado bonaerense Marcelo Torres. Pasado el turno de fotos ocuparon la mesa principal que se transformó en un cónclave político que los presentes leyeron como una presentación del futuro equipo de Gobierno. Cerca de 200 empresarios locales esperaron pacientes las palabras de cada uno de ellos mientras degustaban entradas de fiambres regadas por Los Árboles Malbec de las bodegas mendocinas Navarro Correas. Así, con la expectativa de explicar el plan de desarrollo de Scioli, pasaron por el atril los funcionarios, de a uno, a colmar los interrogantes de todos.
En medio se sumaron los sindicalistas de SMATA, Ricardo Pignanelli (que repitió la entrada de fiambres dos veces) y Abel Furlán de la UOM, y también el diputado nacional Oscar Romero. Bromas de por medio, ya con la cena de carne y papas al horno en el buche (con la excepción de Berni, que pidió papas españolas para acompañar dos tiras de asado y tardó más en terminar), subió Domínguez a cerrar las disertaciones como futuro ministro de Industria. Desarrollo, inversión y avance en materia tecnológica atravesaron el discurso que empezó cauto, continuó esperanzador y terminó en una ovación cuando convocó a trabajar por un Scioli presidente en primera vuelta. Todo duró no más de dos horas, que sirvieron para seguir escuchando las promesas y sueños de quienes aspiran a gobernar desde el 10 de diciembre.
Una original movida del Instituto Yrigoyeneano lo llevó a sesionar fuera de sus ámbitos naturales para hacerlo en el barrio de La Boca bajo la excusa de evocar un episodio ocurido en los márgenes de la Ribera. Nada menos que el célebre lance de honor que enfrentó esa vez, y para siempre, a Hipólito Yrigoyen con Lisandro de la Torre el 6 de septiembre de 1897, sucedido lejos de la mirada de los curiosos y sobre todo de las fuerzas del orden, en las tierras más bajas de la zona ribereña al amparo de los galpones portuarios de la compañía The Catherines (Las Catalinas) que muchos años después daría el nombre a la urbanización de monoblocks que en los años sesenta construirían en la zona los intendentes radicales Hernán Giralt y Francisco Rabanal, que aún pervive. El duelo que causó conmoción entonces marcó para siempre la vida política de ambos líderes (además de la barbilla del santafecino, que llevó barba a partir de entonces para ocultar la cicatriz) y los alejó definitivamente.
El relato vívido del episodio -que incluyó referencias documentales y testimoniales como la frase de Lisandro "lo voy a cagar a sablazos a ese viejo de mierda", o de Hipólito "qué ganas de romperle la jeta a ese cajetilla perfumado"- corrió por cuenta del joven historiador Martín Cortés (UBA) e introducido por la ambientación previa del titular del instituto, Diego Barovero, y se hizo en otro lugar emblemático de la barriada boquense: la Agrupación Gente de Arte y Letras Impulso fundada en 1940 por plásticos y escritores liderados por Fortunato Lacámera. La elección del lugar y el motivo de la disertación histórica provocaron una original mezcla de política, historia, literatura y arte que merece detallarse: la exvicegobernadora Elva Roulet, Eduardo Héctor Martínez, Omar Gasparini (que donó al instituto un retrato de Yrigoyen en monocopia de su autoría), Roberto Del Villano, Horacio Spinetto, Eduardo Leonetti, Hugo Maradei, María Elena Lopardo, Susana Botto, Rudolf Scheller, Humberto Ghermeck, Adriana Malek, Tito Rivadeneira, Alcides Perucca, Juan Carlos Crivaro, Horacio Spallietti, Carlos García Tissoni y Roberto Brigullio, entre otros.
El macrismo, que está de campaña de contrafrente, se juntó ese mismo viernes en el Centro Recoleta para lanzar una fundación de la mujer del presidente de Boca, Daniel Angelici, que lleva el nombre de "juntos para amar" y que se dedicará a la promoción social de la Villa 1-11-14, una de las que más atención demanda. Consistió en una exposición de cuadros para venta benéfica, que sumó a un arco importante de la dirigencia porteña, Cristian Ritondo, Guillermo Cóppola, Claudio Niño (futuro diputado). Edgardo Senzón, Pablo Clucellas, Ricardo Valdomar, Jorge Enríquez, Juan Salvador Destéfano, Cristian Gribaudo y César Martucci. El grupo, benéfico PRO con mirada política, venía de un acto en la Leguislatura porque el cuerpo aceptó la renuncia del diputado Enzo Pagani, quien dejó su banca para cumplir la normativa legal por haber sido propuesto desde el macrismo para ocupar un lugar en el Consejo de la Magistratura de la Ciudad. Asumió Agustín Garzón, un joven relacionado a Marcos Peña, quien completará su mandato. En realidad, es una propuesta de Angelici quien tiene fuerte predicamento en el armado judicial del PRO y tiene allí una interna añeja que por ahora viene sorteando. Un acuerdo con el viceprimero de la la Legislatura, Christian Ritondo, colocó junto a Pagani al ritondista Alejandro Fernández, para cubrir esos casilleros. Más tarde, en el salón San Martín, Ritondo y Carmen Polledo hicieron entrega al legislador saliente de una placa recordatoria de su paso de casi 8 años en la Legislatura. Tras un brindis llegó una foto con formación futbolera en la cual estuvieron actuales legisladores del PRO pero también algunos que llegarán en la nueva composición, como el siempre risueño chino Yuan Ping, Omar Aboud, Claudio Niño y Genoveva Ferrero, entre otros. De ese lugar, Pagani salió raudo hacia La Rural; allí, ese mismo jueves, Daniel Angelici lanzó con bombos y platillos su reelección como presidente de Boca Juniors ante los socios y en compañía de los dirigentes que lo respaldan, como Cesar Martucci, Horacio Paolini, Juan Carlos Crespi, Roberto Parra (de la agrupación de Enrique Nosiglia) y que también tiene su transfondo político dado que enfrentará a agrupaciones con respaldo del kirchnerismo, la del "independiente" José Beraldi. Tanta división ilusiona al oficialismo.
Fue una semana activa en cumpleaños. En la clandestinidad, acorde con sus manes del pasado insurgente, celebró Carlos Heller, quien ya logró un acuerdo con Scioli a través de Gustavo Marangoni. Fue una fiesta recoleta, no como la que organizó el titular de SanCor seguros, Néstor Abatidaga, para el cumpleaños de su mujer Nataly Márquez, diseñadora de la marca Brezza, en el Faena Srts, adonde convergieron, entre otros, Marcos Gastaldi y Marcela Tinayre, Tato Lanusse, Jorge Sánchez Córdova y un dúo estelar, Carlos Bianchi y Guillermo Cóp-pola. Hubo ausentes notables en esa fiesta, pero lo explica que habían viajado a Gran Bretaña a ver el triunfo de Los Pumas contra Irlanda en compacto grupo criollo, entre ellos, Carcelo Figueiras, Alejandro MacFarlane, Lolo Longinotti, Ramiro Taño y Antonio de la Rúa, vecino de la ciudad de Londres.
Vamos a terminar con un chiste de la línea fuerte:
Un granjero va al cine con un gallo sobre un hombro. Al llegar a la boletería, el sorprendido empleado le dice que no puede ingresar a la sala con el animal.
-Pero si es mi gallo Pedro -dice el granjero-. Jamás salgo sin él...
-Lo siento, señor -responde el boletero-. Está prohibido entrar con animales...
El granjero no dice nada, va hasta la esquina, esconde a Pedro dentro de su pantalón, regresa a la boletería y compra su entrada. Una vez en la sala, se sienta junto a dos mujeres mayores. Apenas iniciada la película, el gallo empieza a cacarear y el granjero abre su bragueta para que asome la cabeza.
-Me parece que estamos al lado de un perverso -le dice por lo bajo una de las mujeres a su amiga-. Este hombre ha sacado su miembro del pantalón.
-Ay, no te preocupes, querida -dice la otra-. A nuestra edad ya hemos visto de todo.
-Sí, pero te juro que es la primera vez en mi vida que un miembro me come el pochoclo.
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