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Lo sucedido en el inicio semanal, dando un susto mayúsculo -e impensado- con los avatares de los mercados asiáticos que impregnaron a todos en esa rueda, es otra apostilla para anotar debidamente, al costado de los gráficos y la tendencia. No importa si hubo rebote inmediato, sino que lo más importante es que aquello que parecía lucir como la fuerza de reserva, para recomponer diezmadas filas de Occidente, también lleva su propio peligro en las entrañas. Y el llamado de atención, que no fue una simple «toma de utilidad», sobrevino por algunas señales asiáticas, que no resultan tan alentadoras como quería suponerse.
Lo más impactante, a nuestra vista, fue observar de qué modo todo se volvió a globalizar de inmediato -en la pérdida-, pero cambiando, radicalmente, el epicentro del temblor. Resultan chinos y vecinos estar como en otra esfera, alejada de los mercados habituales. Sin embargo, el «efecto mariposa» se verificó de modo terminante en la rueda del lunes. La debacle de los índices de ellos resultó el derrape en fila india de todos los demás. Americanos, europeos, grandes y chinos, solamente Buenos Aires quedó a salvo y con la fortuna de estar dentro de un feriado.
De inmediato surgieron los primeros comentarios, acerca de que la voceada recuperación general no lo sería en los tiempos de la imaginación y deseos, sino bastante más lenta que la aspiración de gobernantes y operadores. Hay una realidad y un ciclo que cumple con sus etapas y tiempos, confrontando con lo que se quiere adelantar de manera febril y mediática. Y es que creer que la tierra más vale que se asiente y los pisos encuentran una firmeza verdadera, antes que el empuje artificial que exponga a una recaída.
Cada vez que el entusiasmo se quiso colocar delante del proceso económico y sus remedios aparecieron puntuales tropezones, de índole diversa, para que se vuelvan a poner las cosas en su justo punto de evolución. Y ahora faltaba que el golpe proviniera de tan lejanas regiones, informando que también en esos lugares los problemas están en superficie.
El Merval podía haber caído y rodado, si en la rueda del martes persistía la baja exte-rior. Lo acompañó la suerte y sólo «pagó» por el lunes. Pero, cuidado.
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