12 de diciembre 2013 - 16:28

En el fútbol no hay cambio de orden mundial

Las ilusiones y esperanzas de Argentina se basan en el nivel que despliegue Lionel Messi durante el Mundial.
Las ilusiones y esperanzas de Argentina se basan en el nivel que despliegue Lionel Messi durante el Mundial.
El mundo es un lugar dinámico que está en constante movimiento. Las variables geopolíticas, económicas y de recursos hacen que todos los aspectos de las distintas sociedades vayan mutando, cambiando de esta manera los actores que dominan en las diferentes situaciones de nuestras vidas. Sin embargo, el fútbol parece aislado de todo lo que sucede a su alrededor, siendo las mismas potencias las que manejan el escenario mundial desde comienzos del profesionalismo.

En total se disputaron 19 Copas del Mundo, donde se consagraron 8 equipos: Brasil (5), Italia (4), Alemania (3), Argentina (2), Uruguay (2), Inglaterra (1), Francia (1) y España (1). Otros tres llegaron hasta la instancia decisiva, pero no lograron coronarse: Holanda (3), Hungría (2), la disuelta Checoslovaquia (2) y Suecia. Nunca llegó a esta instancia ningún representante africano ni asiático, siendo Corea del Sur el único seleccionado de ambos continentes que logró colarse en semifinales, obteniendo el cuarto lugar cuando organizó el Mundial junto a Japón en 2002 (cayó ante Turquía por 3-2).

Hace ya treinta años que se viene hablando del salto de calidad que están por dar los africanos y asiáticos para modificar el mapa del fútbol mundial, pero ese momento hasta ahora no llegó. Recién en los últimos años comenzaron a forjarse los cimientos para ser competitivo y sería demasiado arriesgado vaticinar que alguno de estos países podrá tomar por asalto a Brasil y llevarse el trofeo a casa, aunque a veces este deporte puede dar sorpresas, como cuando Dinamarca y Grecia se quedaron con la Eurocopa (en 1992 y 2004, respectivamente).

La primera variable a analizar sería la infraestructura y el desarrollo de las ligas locales. El fútbol europeo continúa siendo el más atractivo del mundo para jugadores e inversores, seguido por las ligas de Brasil y Argentina. Existen mercados emergentes como el mexicano, el estadounidense, el turco, el ucraniano, el ruso y hasta el chino, pero el constante cambio de dueños y rumbos hace que los proyectos queden truncos y siempre sea un volver a empezar. Sirve como muestra fehaciente el faraónico proyecto del Shanghái Shenhua que contrató a estrellas como el marfileño Didier Drogba y el francés Nicolás Anelka, teniendo que desprenderse de ellos en menos de un año porque el accionista que pagaba todos los sueldos, Zhu Jun, llevaba más de u$s 26,5 millones invertidos sin ver réditos económicos, por lo que decidió abrirse y dejar a la institución a la deriva.

Este poderío que concentran pocas ligas no es solamente económico, sino también en términos de competitividad. Desde 1991, la Federación Internacional de Historia y Estadística de Fútbol elabora un ranking de los torneos más poderosos del mundo, basado en el número de equipos de cada país que participan en certámenes internacionales y los puntos que obtienen, donde jamás ha figurado entre los diez primeros alguno asiático o africano. De hecho, si se tiene en cuenta solamente el siglo XXI, detrás de los europeos y americanos de mayor y menor nivel, aparece el japonés como el mejor de los no tradicionales en el puesto 30 y uno más abajo figura el egipcio, muy rezagados en el orden mundial.

Lo que sí se vive en Asia es un "boom" del producto fútbol, que no puede ser trasladado a lo deportivo ni a los mercados locales. Para tomar dos ejemplos, están los casos del Manchester United y de la Liga Española: el club inglés tiene un total de 325 millones de seguidores en esa región del mundo, donde vende solamente desde su sitio oficial más de 5 millones de productos oficiales y 2 millones de camisetas por año. Viendo este fenómeno, los españoles no quisieron quedarse atrás y decidieron firmar un convenio con la Federación China de Fútbol para disputar partidos los domingos a las 12 del mediodía para que puedan ser televisados en directo en horario central en los países asiáticos logrando un éxito rotundo: en 2001 la goleada del Real Madrid sobre Osasuna por 7-1 alcanzó los 220 millones de espectadores si se suman los que lo vieron por televisión y por la web.

Mientras que los asiáticos intentan atacar por el flanco económico, los africanos lo hacen por el lado deportivo, afirmándose en las categorías juveniles, teniendo varias estrellas dispersas por toda Europa y elaborando lentamente una escala jerárquica dentro del continente. Una muestra palpable de ello es que en Brasil 2014 sus representantes serán los mismos cinco que fueron en Sudáfrica 2010, sacando por supuesto al local que jugó por ser el país organizador: Argelia, Ghana, Camerún, Costa de Marfil y Nigeria.

Desde 1930 para acá, las mismas manos fueron las que dominaron el fútbol mundial y continúan siendo las que tienen las mejores ligas, los futbolistas más destacados y los mercados más atractivos. Entonces, esta realidad nos lleva a preguntarnos qué debería suceder para que esto cambie y por qué no sucedió hasta el momento.

En 2010, un estudio realizado por la revista de economía "Coyuntura", de la Universidad San Francisco de Quito, reveló que las mejores alternativas para el futuro podrían ser las selecciones de Estados Unidos, China o Japón.

El fundamento del estudio se basó en que "son las economías más grandes del mundo y por lo tanto pueden contratar directores técnicos de categoría y los jugadores pueden alimentarse bien y recibir servicios médicos de calidad".

El estudio guarda cierto grado de certeza, ya que más de veinte selecciones que jugarán la Copa del Mundo son federaciones que tienen detrás un producto bruto interno de peso.

Precisamente, Estados Unidos encabeza la lista como el país más rico con un PBI de u$s 15,6 billones, seguido por Japón, con u$s 5,9 billones y fueron estas dos selecciones de las primeras en anotar su nombre a la lista de clasificados al Mundial.

No obstante, también están las potencias futbolísticas como Alemania con un PBI de u$s 3,3 billones, Inglaterra con u$s 2,4 billones, Brasil con u$s 2,2 billones, Italia con un ingreso total de u$s 2 billones, España con u$s 1,3 billón, Holanda con u$s 772,2 millones y la Argentina con u$s 474,8 millones. Entonces surge otro interrogante: ¿El Mundial es un reflejo de la economía de cada país?

Si se analizan las semifinales de Sudáfrica 2010, Alemania tenía en ese entonces una excelente calificación crediticia de Standard & Poor's de rating "AAA" y un PBI de u$s 3.284.473 millones, con un PBI por habitante de u$s 40.164. En cambio, Uruguay tenía un riesgo soberano mucho mayor que su rival en semifinales. Presentaba un PBI de u$s 38.846 millones y un PBI per cápita de u$s 11.520, mientras que su calificación de deuda de S&P era de "BB". De estos puros datos económicos, surge como coherente que los alemanes se hayan quedado con el tercer puesto.

Sin embargo, en la final ocurrió todo lo contrario: Holanda, que tenía en ese entonces un rating de S&P de "AAA", su PBI era de u$s 774.650 millones y un PBI por habitante de u$s 46.623, no pudo con España, con una calificación crediticia de "AA", con amenaza de bajarla aún más, un PBI de u$s 1.380.109 millones y un PBI por habitante de u$s 29.956.

Como se puede apreciar, las verdaderas posibilidades de una selección basadas en la economía de su país, no suelen ser absolutas y no pueden ser tomadas como parámetro, aunque si pueden explicar su desarrollo en el tiempo. En la final, la capacidad futbolística y el talento de los jugadores españoles estuvieron por encima de lo que indicaba el poderío económico de ambas naciones.

En lo que sí hay concordancia es entre el valor cuantitativo de las principales selecciones que tomarán parte del Mundial de Brasil y sus pergaminos como potenciales candidatos al título.

Un ranking realizado por Fútbol Fianzas destaca que entre España (el equipo más valioso) e Irán, hay un valor diferencial de 731.373.863 euros. Es decir, que la selección iraní tiene una cotización 24 veces menor que la selección que dirige Vicente del Bosque.

En este ranking, las cinco primeras alineaciones con mayor valorización resultan ser potencias futbolísticas: primera figura España, cotizada en 763.624.500, segunda aparece Alemania ( 664.609.150), tercera está Argentina ( 596.727.830), cuarta Brasil ( 580.500.250) y quinta Italia ( 500.983.450).

A partir de todas estas variables, podemos llegar a la conclusión que el valor cuantitativo de cada selección sumado a la condición de "potencia futbolística" por la calidad de jugadores y desarrollo interno, hacen que la brecha con los nuevos actores sea todavía muy grande. El fútbol es la dinámica de lo impensado diría Dante Panzeri, y los batacazos están a la orden del día, pero la lógica nos lleva a conjeturar que para que se modifique el orden mundial en este deporte todavía queda mucho por recorrer y que uno de los favoritos de siempre será el que levante el título el próximo año en el Maracaná.

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