Un gran misterio tuvo lugar en el distrito británico de York cuando una empresa constructora excavó la tierra y encontró 80 esqueletos decapitados. En una investigación digna de Sherlock Holmes, los arqueólogos concluyeron que se trataba de los restos de gladiadores romanos. Las pruebas estaban a la vista para los expertos: los esqueletos databan de los siglos III y IV, pertenecían a personas de entre 20 y 30 años, de contextura fuerte, con la mano derecha mucho más desarrollada y provenientes de países del norte de África. Muchos presentaban mordidas de animales grandes, como leones, tigres u osos. Finalmente, estaban decapitados, una forma habitual en que concluían los duelos de los luchadores. Sería el cementerio de gladiadores más grande del mundo y el turismo ya mira con avidez esta nueva ventana al pasado que promete rica información sobre el fascinante Imperio Romano.
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