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Gobernadores, frente a un histórico proceso de cambio de forma y fondo
El nuevo mapa del país pone a los mandatarios ante a un desafío inédito de construir identidad propia tras décadas de gestiones con un estilo que busca modificarse. Coparticipación y salarios, los ejes del diálogo que urge con Nación.
La inusitada acumulación de poder que tiene desde el 10 de diciembre el Presidente, entre los gobiernos nacional, bonaerense y porteño, gracias al excelente año electoral de PRO y de sus aliados de Cambiemos, la Unión Cívica Radical y la Coalición Cívica (en la Ciudad de Buenos Aires, el triunfo fue sólo de PRO), choca con una línea política que se mantuvo en las últimas décadas: una mayoría peronista -diversificada en varias ramas- en el interior del país. Bajo esa premisa, los gobernadores electos y reelectos activarán un nuevo juego de poder tras 12 años de kirchnerismo.
Fueron cuatro los mandatarios reelectos en 2015: la catamarqueña del Frente para la Victoria (FpV) Lucía Corpacci; su colega formoseño Gildo Insfrán; el rionegrino Alberto Weretilneck (Juntos Somos Río Negro), que en realidad tuvo su primer período de gestión tras la muerte de Carlos Soria; y Juan Manuel Urtubey (FpV), quien inició su tercer y último período en Salta.
Urtubey es quien teje, desde hace más de un año, una estrategia de ajedrez para posicionarse como candidato natural del PJ (ya fue diputado, será tres veces gobernador y tendrá menos de 50 años en 2019), aunque habrá que ver cómo se rearma el partido, con la casi segura entrada de jugadores como el exgobernador de Córdoba José Manuel de la Sota, y el excandidato a presidente de la Nación y actual diputado Sergio Massa.
Tanto De la Sota como su sucesor, Juan Schiaretti, se encuentran entre los pocos mandatarios provinciales que se mantuvieron alejados del matrimonio Kirchner y pudieron manejar el distrito que representan con relativa tranquilidad. Otra palabra que deberá ser escuchada dentro del PJ será la del gobernador pampeano Carlos Verna: casi desapercibido y con tono ameno, se cansó de dejar mal parado al FpV en el Senado nacional.
Desde el lado de Cambiemos, las sorpresas del año fueron dos: Buenos Aires y Jujuy. En territorio bonaerense, María Eugenia Vidal fue artífice principal no de un milagro, sino de un triunfo que se construyó en poco tiempo, con menos recursos que el FpV reinante, con propuestas sencillas, recorridas in situ por todo el territorio y con la ayuda de una mala estrategia del kirchnerismo en este distrito que, a ciencia cierta, es un país dentro de la Argentina.
La otra sorpresa fue la del jujeño Gerardo Morales (UCR): la gran victoria del 25-O no sólo sacó del PJ del poder provincial, sino que también erradicó (al menos, instaló esa sensación) la política doméstica que buscaba extender hasta la eternidad la piquetera Milagro Sala, quien ya renunció en la Legislatura local para convertirse en mercodiputada.
Otro distrito donde arrasó Cambiemos fue en Mendoza, donde de la mano del radicalismo, venció en casi todos los actos electorales del año. Allí, el intendente capitalino Rodolfo Suárez logró la reelección a principios de año y en junio, Alfredo Cornejo ganó la gobernación.
Hay provincias que seguirán con una mecánica de trabajo por triunfos de candidatos de los gobernadores que dejaron días atrás el poder local. Además de Córdoba estarán Neuquén, con el Movimiento Popular Neuquino (MPN); San Luis, con Compromiso Federal (peronismo disidente); San Juan y Tucumán, del FpV; y Santa Fe, con el Frente Progresista entre socialistas y radicales.
Si se revisa el mapa electoral del 22-N, casi todo el norte del país (excepto Jujuy) y todo el sur votaron por el expostulante presidenciable Daniel Scioli. En la franja centro de la Argentina, se eligió a Macri. En el plano político, esta división podría modificarse si el PJ, hoy frente a un proceso también de catarsis y crisis interna. Sin embargo, también se encuentran presentes innumerables exigencias económicas en todas las provincias.
CUENTAS EN ROJO
El pelotón de gobernadores nuevos -o reelectos- que ingresó en su primer año de gestión se topó, al resultar ungidos en las urnas, con un duro desafío en materia de cuentas.
El huracán que representó el año electoral para el interior dejó un incremento del gasto público que no pudo ser compensado por el nivel de ingresos. En esa línea, por caso, al tercer trimestre el ahorro provincial cayó un 86%.
Las restricciones para acceder a mercados internacionales conspiraron además contra el acceso a fondos frescos, y un nutrido grupo de mandatarios avanzó en la definición de presupuestos y leyes impositivas 2016 con significativos incrementos de tributos provinciales, con epicentro en el Impuesto Inmobiliario e Ingresos Brutos.
Sin embargo, el último tramo del mandato de Cristina de Kirchner arrojó novedades de peso en materia de finanzas provinciales, en un legado de plomo para el flamante presidente Mauricio Macri:
Se sumergió en el primer año del exjefe de Gobierno porteño, al permitir que los gobernadores sigan reprogramando sus vencimientos de deuda con la Casa Rosada por otros 15 meses y vía un decreto, le puso fin -tras un fallo de la Corte Suprema de Justicia nacional- a la quita del 15% en los envíos de coparticipación, activada en 1992 para financiar a la ANSES.
El fin de los tijeretazos en esas remesas prometían redundar sorpresivamente a las provincias fondos adicionales este mes por $ 6.651 millones, claves para aliviar el redoblado compromiso salarial por los sueldos de diciembre y el aguinaldo. Pero si además se sumaba el impacto durante todo 2016 , ese monto se iba a elevar a $ 94.057 millones.
El cambio antes y después del decreto era fuerte: afectadas por el menor dinamismo en IVA y Ganancias, las transferencias por coparticipación cerraron noviembre con una suba del 31,5%, la menor variación desde marzo.
Pero con la eliminación de los recortes, las estimaciones 2016 comenzaron a marcar -según la consultora Economía & Regiones- un resultado financiero del sector público provincial pasando de - $ 40.449 millones a + $ 41.381 millones. Incluso con un monto también positivo si se le restan las amortizaciones de deuda por $ 27.610 millones, por lo que se estimaba un resultado fiscal global provincial de $ 13.771 millones.
Pero, en un nuevo giro, la Justicia suspendió luego el decreto y reinstauró el recorte en los envíos para buena parte de las provincias. El final sigue abierto, aunque Macri y los mandatarios iniciaron ya el diálogo -en el marco de una auspiciosa reunión conjunta en Olivos- en pos de una salida política a la encerrona, de la mano de la discusión en pos de una nueva ley nacional de coparticipación.
Por de pronto, los distritos deberán hacer frente en 2016, de acuerdo con el stock vigente de deuda a junio de 2015, de vencimientos de títulos públicos con cotización por $ 21.117 millones. Los principales vencimientos se vinculan con títulos atados al dólar y pagaderos en pesos (que demandarían cerca de $ 8.118 millones).
Florencia Arbeleche, Mariano Casal y Silvina Kristal
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