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La Matanza: viaje al corazón del Metrobús
La mega obra inaugurada hace cincuenta días agilizó la vida de los vecinos y de todos los que utilizan las líneas de colectivo que circulan entre San Justo y Catán. La opinión de los choferes y de los pasajeros. Un recorrido a bordo del transporte más poblado del Conurbano.
La obra, que fue inaugurada hace 50 días, ya cumplió varios de los objetivos. Sobre todo en lo que tiene ver con la celeridad. Sin embargo, los vecinos pretenden un poco más. "Me viene bárbaro. Tengo que llevar todos los días a los pibes al colegio y me ahorra tiempo. Pero también hacen fútbol en una escuela de Liniers y me vendría genial que llegue hasta la General Paz", dice Adriana Rizzuto, mientras espera que llegue el primer colectivo que la deje en la estación Arieta.
La idea del Ministerio de Transporte es extender el recorrido y que, por lo menos, llegue a Ramos Mejía. Pero todavía no hay datos concretos. Lo cierto es que el tramo inaugurado no es utilizado en su plenitud por todas las líneas, sino que hay algunas que entran y salen por sus diferentes recorridos.
El trayecto, además, facilita la fluidez de los autos, que también bajaron la duración de su recorrido. "Laburo todo el día yendo y viniendo. No me doy cuenta si tardo más o menos, pero te puedo asegurar que no cruzarme con colectivos durante un tramo ya es toda una victoria para los que andamos en auto", dice Federico Ruilopez, quien es mayorista de golosinas. "Lo que te puedo asegurar es que el alfajor Smack se vende como trompada", dice entre risas.
La fila se hace larga en la Estación Tres Cruces. El viento mueve los pocos pelos que le quedan a un hombre cuya sombra marca las 15.15. Del otro lado de la estación, rumbo a Provincia, hay menos gente. El viento no pega. Los paneles que recubren las estaciones, amortiguan. Se ven dos locales. Todos van y vienen en el lugar. La espera, desespera. Y a nadie le gusta llegar tarde.
"Me gusta la idea de llegar más temprano a todos lados, pero preferiría que seamos mejores como personas y nos respetemos un poco más. Podés llegar temprano a una cita, pero si sos mala persona no vale de mucho", asegura Beatriz, una señora de 73 años a la que le gusta sentarse en el primer lugar "no por necesidad", como aseguran sino "para mirar qué es lo que hay por delante".
Bruno Lazzaro |
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