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Los deportes de invierno, la esperanza de Asia central
Chimbulak es un tesoro nacional, se entusiasma Cristina Lee, que intenta practicar snowboard por primera vez. Vive en Almaty, la ciudad más grande del país, que está situada a apenas 30 kilómetros. Esta profesora de yoga de 26 años viene casi todos los fines de semana a Chimbulak. Es verdad que no puedo comparar, pero este lugar me encanta, añade la joven mujer.
Chimbulak no cuenta con el lujo ni la infraestructura de las estaciones de esquí más célebres de los Alpes europeos, pero ya no tiene nada que ver con el triste recuerdo de la época soviética que era hace apenas unos años.
A 2.600 metros de altitud, se ha visto favorecida por millones de dólares de inversiones por la celebración allí de los Juegos Asiáticos de invierno en 2011. El complejo era el corazón de la candidatura de Almaty para los Juegos Olímpicos de invierno de 2022, que finalmente fueron concedidos a Pekín.
PAISAJES VÍRGENES
Según las autoridades locales, 180.000 turistas visitaron Chimbulak en 2015 y se espera una tercera parte más este año, pese al contexto económico complicado. A favor, el hecho de que turistas extranjeros consideren esta región apartada, con paisajes vírgenes, como el lugar ideal para una experiencia diferente de la que podrían encontrar, por ejemplo, en Europa.
Las estaciones mejoran, pero mientras hay centenares de kilómetros de pistas en Europa, las estaciones de Asia Central ofrecen 20 o 25 kilómetros como máximo, explica Steven Hermans, que dirige una página web especializada en organizar viajes por la región, Caravanistan.com.
Lo que puede ofrecer Asia Central son aventuras fuera de pista. El clima seco crea una nieve muy poco húmeda, el tipo de nieve polvo para la que viven los esquiadores y snowboarders más amantes de la aventura, añade. También en Asia central, Kirguistán es el escenario de unas montañas que se están convirtiendo en un paraíso para los amantes del fuera de pista, una disciplina para la que las pendientes vírgenes y salvajes son el santo grial.
Las posibilidades son numerosas: desde esquí de fondo alrededor de Arslanbod (sudoeste) hasta experiencias extremas de heliesquí, con un helicóptero depositando a los esquiadores en lo alto de montañas de 4.000 metros de altitud.
El estadounidense Ryan Koupal forma parte de los pioneros en este país de seis millones de habitantes. Su agencia, 40 Tribes, propone viajes que combinan los deportes de montaña con noches en alojamientos tradicionales, como las icónicas yurtas. Cada vez más personas han oído hablar de las montañas de Kirguistán. Están en los radares de los bien informados y podrían convertirse en un lugar de moda, explica.
SIN VISADO
Para atraer cada vez a más turistas, Kazajistán y Kirguistán ya no piden visado a los ciudadanos de países desarrollados. Kazajistán, un país rico en hidrocarburos, espera un turismo de alta gama, siguiendo el ejemplo del príncipe Enrique de Inglaterra y su novia de entonces, Cressida Bonas, que estuvieron en Chimbulak en 2014.
Los expertos alertan, eso sí, de los peligros del cambio climático, que aumenta los riesgos de avalanchas y acorta la temporada invernal. La estación de Safed-Dara, en Tayikistán, vivió un año malo pese a la modernización de su infraestructura con obras que superaron los 2,5 millones de dólares.
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