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Premio merecido
Que los cordobeses no se hayan lucido en la final del Campeonato Argentino como sí lo hicieron en la etapa clasificatoria frente a Santa Fe, Buenos Aires, Rosario y en semifinales ante Mendoza, tiene una explicación: el partido frente a las Águilas disputado el sábado pasado fue una especie de partido permitido si no se jugaba bien, ya que el fin era adueñarse del título más allá de la manera en la cual se consiguiese. Los partidos decisivos muchas veces no se juegan bien técnicamente pero sí con mucho corazón, y ese fue el libreto que utilizó el XV Dogo en tierras porteñas.
Córdoba una vez más deja inscripto su nombre en la historia del rugby argentino al igual que en los años 1995, 1996, 1997, 2001 y 2009. Lo importante para tener en claro es que más allá de las estadísticas, para lograr este tipo de consagraciones uno debe contar con muy buena materia prima. Y justamente esa fue una de las grandes virtudes del staff técnico de Córdoba. Mechar gente de experiencia como Daniel Rodríguez, Fede-rico Fortuna, Matías Narváez, Alejandro Allub, Rodrigo Bruno, José Basile, Ramiro Pez, Pedro Garzón y Gastón Revol con sangre nueva como Lisandro Gómez López, Lucas Paschini, Martín Maineri, Fernando Luna y Facundo Barrea, entre otros. El combo final termina siendo el éxito deportivo.
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