Fue el partido ideal. El que todos los hinchas de Racing esperaban para pasar un domingo sin sobresaltos.
El contenido al que quiere acceder es exclusivo para suscriptores.
Por primera vez Ricardo Caruso Lombardi arriesgó un equipo con un enganche y dos delanteros. Estuvo Sebastián Grazzini de entrada acompañando a Pablo Lugüercio y Rubén Ramírez y eso adelantó al equipo 20 metros en la cancha.
Por eso no extrañó que desde el vamos Racing saliera a buscar el partido, ante un rival en crisis y con dupla técnica interina que dio muchas ventajas defensivas.
Racing arrancó el partido en zona de promoción (tenía que desempatar con Rosario Central), pero eso no le dio una presión extra, sino que pareció un incentivo para buscar el triunfo. Fue un equipo distinto, que intentó tocar y rotar y con mucha intención de ataque. Ganaba de entrada por una gran definición de Rubén Ramírez (el goleador por el que se pagó una millonada y no había respondido hasta ahora por lesiones) y aunque Arsenal le empató muy rápido con un tiro libre de Darío Espínola, no logró desmoralizarlo y siguió atacando.
Dos goles nacidos de pelota parada (la especialidad de la casa) le dieron una gran tranquilidad antes del término del primer tiempo.
Primero fue Claudio Yacob de cabeza, después que la peinara Lugüercio en el primer palo y luego Matías Martínez cabeceando un corner de Grazzini.
En el segundo tiempo la historia de Racing y el partido fue diferente, porque toda la obligación pasó a ser de Arsenal, que no tuvo fútbol ni ideas para complicar a Migliore y cuando lo hizo apareció el arquero para salvar a la Academia.
Racing jugó de contraataque y sobre el final pudo aumentar con el gol para la estadística de Lucas Castromán.
Racing ganó, por momentos gustó, no sufrió y sigue soñando con salvarse de la promoción aunque en su próxima parada tiene nada menos que a Vélez, el líder del torneo.
Dejá tu comentario