15 de mayo 2009 - 00:46

Se lanzó Kirchner con canto a sí mismo

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Néstor Kirchner, con los candidatos detrás, ayer en La Plata. Sólo tres oradores: el ex presidente, Daniel Scioli y Nacha Guevara.
Néstor Kirchner, con los candidatos detrás, ayer en La Plata. Sólo tres oradores: el ex presidente, Daniel Scioli y Nacha Guevara.
Calmo y pausado, sin su típica estridencia, Néstor Kirchner se cargó al hombro ayer la cruzada política más áspera desde que, el 25 de mayo de 2003, asumió la presidencia: su candidatura a diputado por Buenos Aires en la que apuesta el futuro de kirchnerismo.

Un rap de 55 minutos entre el autoelogio, la metralla a la oposición y el pronóstico fatalista de que, una derrota del peronismo -que, contradictorio, insistió en considerar imposible- enviará al país, otra vez, y sin escalas intermedias, al caótico 2001.

«Si triunfa la máquina de impedir volveremos a situaciones espantosas como en 2001», planteó en línea con el libreto tremendista que estrenó dos semanas atrás y al que se plegó, aplicada, la Presidente.

«Nos votaron hasta 2011 y vamos a gobernador hasta el último día», martilló, recurrente, para alejar la sospecha de una salida anticipada del Gobierno. Y auguró que en junio fracasarán «los sueños alucinados de las minorías que quieren llegar por la puerta de atrás».

Simplista, sin nombrarlos, ubicó al PJ disidente de Francisco de Narváez y Mauricio Macri en la vereda «de la derecha neoliberal», a la que vinculó con Carlos Menem, mientras que a los pactistas de la UCR y la CC lo vistió como herederos de Fernando de la Rúa.

Moderado -Daniel Scioli fue, por tramos, más efusivo que el ex presidente-, Kirchner se convirtió en su propio biógrafo al detallar los «logros» de su gestión y de la continuidad de su esposa, a quien llamó «presidenta Coraje» que lo siguió -casi sin aplaudir, junto a su hijo Máximo- desde el palco vip.

El Teatro Argentino de La Plata, por cábala escenario donde desde 2005 los Kirchner lanzan sus candidatos, volvió a cobijar al staff K que, esta vez, estuvo diezmado de gobernadores -sólo Sergio Urribarri- y se concentró en tropa bonaerense, ministros y aliados fundamentales: de Jorge Taiana, Débora Giorgi y Amado Boudou a Hugo Moyano, Baldomero «Cacho» Álvarez y el alcalde local, Pablo Bruera.

Para ellos, como un cruzado, dijo que «nunca» se le cruzó ser «candidato a diputado», pero hizo su descargo: «Viendo lo que pasaba, no soy de ausentarme en las batallas. No dudé un solo instante. Las batallas se dan».

Como en un casting, los principales candidatos fueron presentados por un locutor como paso previo a que primero Scioli, luego Nacha Guevarra -que leyó el discurso y aseguró no saber «nada» de política- y por último Kirchner, hablen ante un coliseo repleto.

Apuntes

Extenso, puntilloso -como si hubiera un cóctel de ansiolíticos- Kirchner se tomó 55 minutos para lanzar su campaña electoral y trasmitir la dimensión que, a su criterio, tiene la elección del 28 de junio en la que se define, afirmó, la profundización o no del «modelo» que encaró en 2003. Tamaña pasividad, exagerada, pareció una simulación de tranquilidad de signo contrario a las habituales sobreactuaciones del alarido en otras tribunas.

La invocación a la memoria fue, otra vez, un tip: no sólo por la defensa de los DDHH sino porque recordó episodios de sus primeros días como presidente en los que, dijo, recibió «sugerencias» para «dolarizar» la economía y dar validez a las leyes de Obediencia Debida y Punto Final.

Fueron, con detalle, apuntes de una biografía que prometió nunca escribir y que, si no cumpliera la promesa de no hacerlo, se titularía «Mis errores». No fue confesional: lo justificó con que, todavía, quedan asuntos pendientes.

Con claro perfil peronista -hasta el slogan de campaña, «Nosotros hacemos», una reversión del «mejor que decir es hacer»- se detuvo para cuestionar los dichos de Hugo Biolcati respecto a Eva Perón: «Cuando quieran hacer asumir a Eva, se van a dar cuenta que está muerta y que es Nacha disfrazada», dijo el titular de la SRA.

Kirchner le respondió. «La maltratan a Evita aquellos que quieren volver a la Argentina de los odios».

Tuvo, además, una mención indirecta a Julio Cobos al afirmar que su esposa tiene más complicaciones para gobernar porque no tuvo, como él, un vicepresidente» que lo «acompañe». Antes, Scioli se acordó también de Cobos.

Detalle: elíptico, hizo una referencia a los que propugnan la antipolítica lo que pareció un mazazo a Marcelo Tinelli. Raro junto a Nacha que admitió su desconocimiento pleno de la política aunque, voluntarista, registró un aforismo con destino de sobrecito de azúcar: «No sé nada de política pero de la nada se puede construir algo».

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