27 de junio 2014 - 00:00

Secretos del canje de la deuda griega

El español Juan Hernández Vigueras (doctor en Derecho, exdirectivo de empresas, experto en regulaciones del mercado) analiza en su último libro “Los lobbies financieros; tentáculos del poder” (Capital Intelectual) el peso que tuvieron en la crisis europea las entidades bancarias, los organismos multilaterales y los fondos buitre. A la luz del fallo de la Justicia estadounidense sobre los holdouts de la deuda argentina, es oportuno repasar el apartado con los pormenores del polémico canje de Grecia, un país todavía sumido en la depresión económica

El representante de los bancos Charles Dallara  (arriba izquierda) ocupó un papel clave en la reestructuración de la deuda griega y Juan Hernández Vigueras (arriba derecha).
El representante de los bancos Charles Dallara (arriba izquierda) ocupó un papel clave en la reestructuración de la deuda griega y Juan Hernández Vigueras (arriba derecha).
En 2011, por primera vez en la historia, un país europeo sufría los problemas y las humillaciones de los antes llamados países del Tercer Mundo. Fue un momento decisivo en la larga crisis del euro y en particular de la crisis de la deuda griega, para lograr un acuerdo que hiciera viable su pago a un plazo más largo. Y en la negociación de un dilatado proceso para acordar la quita o descuento de la deuda griega, el Consejo Europeo dio amplio juego a dos lobbies globales como el IIF y la ISDA, para alcanzar el acuerdo con significativos beneficios para los grandes bancos. Si la ISDA, la Asociación Internacional de Negociantes de Derivados, hizo técnicamente posible el acuerdo con los acreedores, el Instituto de Finanzas Internacionales desempeñó un papel polémico pero importante para concertar unos acuerdos de los que los bancos acreedores salieron beneficiados. Y, sobre todo, se evidenció que la banca tiene gran peso sobre el funcionamiento de la Unión Europea.

En las noticias de prensa en castellano sobre la compleja negociación con los bancos del recorte de la deuda griega acumulada, apareció entre líneas Charles Dallara como representante de los bancos dispuestos a aceptar 'pérdidas' para salvar al país heleno. Y en ocasiones se mencionaba también su condición de director gerente del Instituto referido como si fuera una entidad técnica mediadora en el asunto. En la prensa anglófona se lo calificaba como 'jefe del grupo de los titulares de los bonos griegos', cuya primera entrevista celebrada en Washington tenía lugar con el exministro griego Evangelos Venizelos, según el comunicado del IIF con la retórica propia del caso.

El acceso privilegiado a las cumbres europeas del lobby bancario mundial ha evitado que los bancos pagaran por los propios excesos cometidos, como afirma el Observatorio Corporate Europe en un informe documentado que analiza críticamente el proceso de la negociación sobre la quita de la deuda griega. Porque para empezar, en este asunto de la deuda soberana de Grecia, el IIF como un lobby mundial de los mayores bancos y entidades financieras del mundo, se convirtió en el interlocutor del órgano director de la UE. Y a sus propuestas, presentadas como 'ofertas', se les ofreció la alfombra roja. En la cumbre del euro en julio y octubre de 2011 se tomaron decisiones clave 'para salvar el euro' y 'para salvar Grecia', acordándose reestructurar la deuda griega y pidiendo a los bancos acreedores que aceptaran un 'corte de pelo' (haircut, en el argot anglofinanciero), un descuento o quita en los créditos que reduciría sus beneficios con el fin de evitar el impago de Grecia y el riesgo de que algún banco pudiera también caer en la misma situación de suspensión de pagos o quiebra. Y en ese verano de 2011 aparecieron en la prensa noticias sobre negociaciones informales entre los líderes europeos y los bancos sobre el grado de implicación del sector privado en la refinanciación de las deudas griegas. Y Josef Ackermann, del Deutsche Bank y presidente entonces del IIF, estuvo en Bruselas durante aquella cumbre de julio para la defensa de los intereses del sector financiero; la prensa incluso contó que el director gerente, Charles Dallara, tuvo algunas reuniones con más de un líder en la cumbre del euro, sugiriendo que el Instituto estuvo presente en las negociaciones hasta el último minuto.

Tras la imagen mediática de que los políticos estaban tomando grandes decisiones, naturalmente los bancos interesados tenían algo que decir y los hechos mostraron que influyeron y mucho pero en su propio beneficio. Según el citado informe del Observatorio, que solicitó acceder a las notas de los representantes del Consejo Europeo en las reuniones y a los documentos presentados al grupo de lobby, la respuesta del Consejo fue que los contactos con los representantes del IIF 'antes, durante y después' de las cumbres consistieron solamente en discusiones de un miembro, Grecia como país deudor, y los inversores privados titulares de los bonos soberanos griegos en la medida en que eran representantes de esa Organización.



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Las informaciones anteriores al comienzo de la cumbre de julio se referían a un documento firmado por el IIF de fecha 10 de julio 'entregado a los ministros de Finanzas'; y en el borrador de ese documento, el lobby bancario decía que el Eurogrupo y el FMI necesitaban demostrar que podían ofrecer a Grecia un plan de rescate, incluyendo la recompra de deuda (debt buyback). Y parece más que probable que este documento influyera en las decisiones finales adoptadas por los jefes de Estado y de Gobierno europeos; y la información en la web del IIF sobre el asunto es ambigua. A preguntas de la entidad alemana sin fines de lucro, Lobbycontrol, en octubre de 2011, el IIF justificaba su intervención diciendo que había buscado facilitar las conversaciones entre una diversidad de inversores privados, incluidos no miembros del Instituto y el sector oficial, incluyendo funcionarios de la UE, el BCE y el FMI.

Alegaba que su papel de conseguir un intercambio apropiado de puntos de vista entre acreedores privados de Grecia y acreedores oficiales se persiguió a instancias de estos y con pleno conocimiento del Gobierno griego; y relacionaba los contactos del IIF con funcionarios del Eurogrupo y los de Dallara y un equipo del IIF con altos funcionarios del Gobierno griego durante varias semanas. Incluso el Instituto no negaba a Lobbycontrol la participación de tres de sus representantes (Ackermann, Dallara y Baudouin Prot, presidente del BNP Paribas) en los encuentros con una amplia gama de altos responsables de la UE pero negando que participara directamente en la reunión de jefes de Estado y de Gobierno, aunque otras fuentes reseñadas informaron que Josef Ackermann visitó el Consejo Europeo con ocasión de la cumbre de julio de 2011 y hay constancia en la prensa sobre las cumbres que Dallara tuvo breves encuentros con el presidente del Consejo, Van Rompuy, en presencia del presidente francés, la canciller alemana y representantes de la banca.

De toda la información acumulada, se deduce que el resultado de las negociaciones se basó en la oferta de los bancos acreedores, por tanto, favorable al sector financiero, que al decir de algunos expertos salió ganando. 'Si se mira al 21% (la reducción o quita acordada) y a nuestra demanda de una participación del 50% para los acreedores privados, el sector financiero ha sido muy afortunado', comentaba el asesor económico del Gobierno alemán, Wolfgang Franz.

Este acontecimiento revelaba una de las maneras en que la gran banca influye sobre el directorio europeo. El acuerdo final se cerraba en febrero de 2012, aunque hacía más de seis meses, en julio de 2011, el Consejo Europeo había acordado un segundo plan de ayuda a Grecia (entonces de 109.000 millones de euros y al final, de 140.000) que incluía también una restructuración parcial de la deuda griega a cargo de los bancos, con rebaja de los tipos de interés de los préstamos concedidos a Grecia y ampliando los plazos de amortización. Y más importante aún 'los mercados' habían logrado que se olvidara la intención anunciada meses antes por el directorio europeo de Angela Merkel y Nicolas Sarkozy que, tras la reunión en Deauville, dijeron que penalizarían a los bancos que especulaban con los bonos griegos aplicando un recorte o quita a la deuda soberana de Grecia en su poder; sin embargo, este propósito político tropezó con dificultades 'técnicas' a la hora de ponerlo en práctica, que se resolvieron con esas negociaciones en las que los bancos estaban a ambos lados de la mesa.

En esas negociaciones con el Gobierno griego, el Instituto de Finanzas Internacionales apareció encabezando la representación de los bancos acreedores (...) Resulta que en el equipo negociador griego tuvo un papel principal Petros Christodoulou, que había trabajado con Goldman Sachs así como con el Banco Nacional griego, como miembro del grupo ad hoc del IIF para Grecia. Y el principal asesor económico del primer ministro Papademos es ahora Gikas Chardouvelis, que disfruta de un año sabático de otro equipo del IIF, Eurobank EFG. Por tanto, parece que los banqueros se sientan a ambos lados de la mesa de negociación bajo la siempre vigilante mirada de la Troika, por supuesto. La próxima negociación probablemente incluirá una transferencia de contratos de bonos que pasarían a estar sometidos a la legislación británica con el fin de privar al Estado griego, en caso de un cambio político, de cualquier posibilidad de reestructuración de la deuda de conformidad con los intereses de sus ciudadanos.

Hacia octubre de 2011, los bancos tuvieron que admitir que la solución que creían tener no era suficiente y que se necesitaba un recorte de un 50%; pero a diferencia de lo sucedido en julio, no se pusieron de acuerdo en los detalles técnicos de esta negociación con la UE. Estos aspectos del acuerdo tenían que ser negociados con el Gobierno griego; y de nuevo había probabilidades de que el resultado fuera beneficioso para el sector financiero. A los acreedores se les reembolsaría el 50% del valor nominal de los bonos griegos, cuya cotización real en el mercado secundario estaba alrededor del 36% de aquel valor nominal. Los bancos acreedores recibirían el equivalente (el 35% o 70.000 millones de euros) del valor real actual de sus bonos; y cambiarían los bonos basura actuales por bonos calificados con la triple A. Y además de eso, recibirían en efectivo el 15% (o 30.000 millones de euros). De este modo, no solamente evitarían los bancos el incontrolable efecto dominó que desencadenaría un impago de la deuda griega, sino que ganarían 30.000 millones de euros en términos reales. Los bancos griegos recibirían en torno a 30.000 millones de euros adicionales del nuevo paquete de rescate. Era dinero pagado por los contribuyentes de los países de la eurozona a través del Mecanismo de Estabilidad Financiera. Los bancos salían ganando, Grecia seguía endeudada; y el precio lo pagaban los Estados en lugar de los bancos.

Éstas fueron las duras condiciones que hicieron que aumentara la presión sobre el Gobierno griego electo que al final tuvo que dimitir y fue sustituido por Lucas Papademos, el exvicepresidente del BCE. Aquellas negociaciones planteadas en la cumbre de octubre sobre cómo llevar a cabo la implicación del sector privado se llevarían luego a cabo en enero de 2012.

La labor de lobby del Instituto a través de Ackermann y sus colegas se manifiesta en la omnipresencia de los representantes de los grandes bancos en cualesquiera decisiones que se toman y la facilidad con que tienen acceso a quienes adoptan las decisiones, lo que explica en gran medida los resultados de dilatadas negociaciones que al final los favorecen. Esta labor del lobby bancario en la UE, soterrada y a veces no tanto, está permitiendo que los bancos, cuya irresponsabilidad en la concesión de préstamos están entre las causas de la crisis que padecemos, aparezcan fijando las condiciones de las soluciones que los benefician, concertadas con los representantes políticos y la tecnocracia europea. Dicho de otro modo: la UE les solicita que indiquen el camino para salir del marasmo económico que han creado en lugar de sancionar a los ejecutivos, responsables de claras infracciones, e imponer una regulación para que los bancos y el sistema financiero respondan a las necesidades de la economía real.

En diciembre de 2011, al Deutsche Bank y a Josef Ackermann, presidente del banco alemán y del Instituto de Finanzas Internacionales, les fue otorgada la Lobbykratie Medaille (Medalla de la Lobicracia), un premio auspiciado por Lobbycontrol que intenta identificar públicamente al lobismo antidemocrático. Este vergonzoso premio les fue otorgado por su campaña de lobby con el IIF para conseguir condiciones favorables para el sector financiero en la crisis de la deuda griega, mientras pretendía convencer al público europeo de que les había afectado negativamente el resultado, según decía en una entrevista difundida en internet, como documenta el informe del Observatorio citado.

La información reseñada indica el modus operandi de este gran lobby bancario. Pero la relevancia mundial del Instituto de Finanzas Internacionales se manifiesta no solamente en la dimensión global de los bancos representados sino también en el alcance de los asuntos que aborda y la importancia de los organismos públicos sobre los que actúa. Es la única asociación bancaria y financiera global que, creada en 1983 en respuesta a la crisis internacional de la deuda soberana de los países latinoamericanos, ha evolucionado, como alega en su web, para afrontar ahora 'las necesidades cambiantes de la comunidad financiera'; es decir, se ha adaptado a la fragilidad de los poderes públicos frente a la globalización financiera.

De ahí que en la definición oficial de su misión afirme que 'el IIF se compromete a ser la asociación global más influyente de las entidades financieras. Apoyar la industria financiera en la gestión prudente de los riesgos, incluyendo los riesgos soberanos', es decir, prevé que la dependencia de 'los mercados' por parte de los Estados y su endeudamiento genera riesgos para los propios bancos.

Y para prevenir o afrontar esas posibles situaciones se esfuerza 'por (mantener) sus relaciones extensas con los gobernantes (policymakers) y reguladores'. De hecho, como comprobamos en la documentación reseñada en su web, el IIF aporta sus planteamientos a las consultas que formulan el Comité de Supervisores Bancarios de Basilea, organismo del Banco de Pagos Internacionales (BIS) y la Organización Internacional de Comisiones de Valores, conocida por su sigla IOSCO, organismos reguladores en la sombra del sistema financiero.

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