Los ahorristas argentinos están más preocupados por cuanto sucede en Wall Street que en Soldati. Pese a las imágenes espantainversores que se veían por TV, las decisiones de compra o venta de activos locales se hicieron en función de lo que acontecía en Nueva York. El Banco Central continuó comprando dólares en la plaza para mantener estable la divisa. Sumó u$s 50 millones a sus reservas. Se disparó la tasa de «call», pero eso se debe más a factores estacionales y a la falta de billetes que a los ocupas. En realidad, el mercado vio siempre los sucesos de Soldati como eventos de corto plazo. Preveía que en algún momento se iba a alcanzar una solución. No estaba en peligro el crecimiento de la economía (lo que hubiera afectado a las acciones) y menos, la capacidad de pago de la deuda pública (lo que hubiera afectado a bonos). En tanto y en cuanto los precios de los commodities sigan elevados, las expectativas de los inversores no se modificarán. Hasta pareciera ya que todos se hubieran olvidado de la crisis en Europa. Está claro que Soldati no alentó las compras de bonos o acciones. Pero al menos no generó pánico. (Ver pág. 8.)
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