29 de enero 2019 - 00:01

El año Le Parc con dos enormes muestras

El artista mendocino internacional, de 91 años, tendrá al fin en su país las retrospectivas que se les deben a su trayectoria y su lugar en la vanguardia.

julio le parc. Continual Light Cylinder (1962/2018) se exhibe en la actualidad en el Museo Metropolitan de Nueva York y será una de las tantas obras que se expondrán en la Argentina este año.
julio le parc. "Continual Light Cylinder" (1962/2018) se exhibe en la actualidad en el Museo Metropolitan de Nueva York y será una de las tantas obras que se expondrán en la Argentina este año.

Al promediar el año, el artista Julio Le Parc (Mendoza, 1928) va a realizar en Buenos Aires la gran muestra retrospectiva que nunca tuvo. Quiere mostrar en su tierra lo que mejor sabe hacer: movilizar la sensibilidad del espectador con un arte que depara placer y estimula el pensamiento, y no exclusivamente de los entendidos. Al Museo Nacional de Bellas Artes llegará una exposición algo mayor que la que exhibe en estos días el Museo Metropolitan en Nueva York. El convenio ya está cerrado. La muestra neoyorquina de dibujos, acuarelas y una instalación inmersiva, “Julio Le Parc 1959”, está financiada por la coleccionista venezolana Estrellita Brodsky y el Museo. Y 24 obras donadas al Met ya forman parte de la colección. El crítico de “The New York Times”, Holland Cotter, observó: “A los 90, este artista sigue abriendo las puertas de la percepción”; elogia la potencia “poética e hipnótica” de su obra y, concluye: “Necesitamos ver más de esto”. La muestra del MNBA se llama “Transición. Buenos Aires-París. 1954-1959”. Y justamente los argentinos conocieron recién en el año 2000, durante la gestión de Jorge Glusberg en el Museo de Bellas Artes, el estímulo de un arte que no habían visto nunca, en una muestra donde niños y gente de todas las edades interactuaba con las obras de Le Parc.

Desde 1958 nuestro artista vive en París y allí, junto al grupo GRAV, redactó los manifiestos que anticiparon el cinetismo. Sus obras se mueven, pero también el espectador debe estar activo, principio rector que marcó el rumbo de un artista único, tan preocupado por la producción como por la recepción. En 1966 Le Parc ganó el León de Oro de la Bienal de Venecia.

Pero, además de la exposición en el MNBA, habrá otra paralela en el CCK. Allí el período se extenderá desde los años 60 a 2016 y ocupará los dos pisos más amplios del edificio. Allí se verán algunas obras que sorprendieron al mundo entero en el año 2013, cuando ocuparon esa gran vidriera de París que es el Palais de Tokyo. Luego estarán las que se exhibieron en el museo Pérez de Miami, el Malba, la Colección Daros y, entre otras instituciones, la Serpentin Gallery de Londres. “El despliegue será importante, alrededor de 100 obras como los laberintos de espejos se realizarán en la Argentina y otras 100 viajarán desde París,” aclara Yamil Le Parc, hijo del artista, obsesionado con el deseo de no dejar afuera ninguna serie y la necesidad de bajar los costos normales de una gran exposición. Su padre quisiera abarcarlo todo. El edificio del CCK entero, desde la planta baja, donde los destellos de la “Esfera Azul” que donó hace unos años deslumbran al visitante, hasta la terraza donde estarán los juegos.

A los 91 años, Le Parc aspira a conquistar la Argentina. Obras y voluntad no le faltan. Pero lo que vuelve especial a Le Parc es la capacidad para facilitar la percepción del espectador y transformar a la gente, sensibilizarla, lograr que participe del arte y a la vez, del mundo. El teórico Hans Herzog, observa: “El público que ha visto Le Parc percibe a su alrededor de un modo un poco diferente. Esta es la idea política que está detrás de la obra. La percepción es algo vital. No se necesita de antemano muchísima información. Entrás a ver la muestra, te impacta, y te transforma de una manera u otra. Y realmente funciona”.

Para entender a Le Parc, el contemplador debe perderse entre las luces o los laberintos de espejos que reproducen la imagen al infinito. Este universo encantado tiene un profundo sentido político y el propio artista lo explica: “Si una persona entra en mi exposición, para mí es suficiente que salga con la sensación de haber formado parte de una experiencia, ya sea por el movimiento, las luces; ya sea porque tiene que participar en algunas obras como los juegos o las encuestas; ya sea porque siente que su propia presencia frente a una obra va provocándole cambios”. Le Parc aspira a que la gente se apodere de la energía que emana su obra y, conjetura: “A lo mejor, con esa energía ganada, puede proceder de otra manera frente a alguna circunstancia de su vida”. Demanda además una actitud reflexiva frente al arte, cuando dice: “Si un espectador advierte que es tomado en consideración, porque las obras expuestas le dan algo, quizá pueda decir después: ‘¿Por qué en otros lugares yo no recibo esto?’”.

Tanto Bellas Artes como el CCK planean cobrar entrada para financiar este homenaje. Desde luego, el arancel al ingreso impone una barrera, al menos, para una clase media empobrecida. Yamil Le Parc, co-curador de las exposiciones y radicado en París, imaginó una situación diferente, pero sabe que los museos del mundo no son gratis, salvo excepciones. No obstante, ante una ocasión que no tiene retorno, insiste. “Es ahora o nunca”, dice. Espera entre 500.000 y 1 millón de visitantes y reclama el ingreso para quienes no pueden pagar. Pone el ejemplo de los más de 2 millones de dólares que cobra Art Basel para posicionar el arte porteño o, más fácil aún, reclama un sponsor. El gasto en cultura no siempre es racional, no es una novedad, y resulta difícil explicarlo. Una tradicional patrocinante, una entidad bancaria, recurrió a la Ley de Mecenazgo para comprar un Le Parc. Pero con el apoyo de la Ley de Mecenazgo el MNBA publicará un catálogo y un libro de ensayos, además de una presentación en el Centro Experimental del Colón.

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