3 de mayo 2019 - 00:01

El arenal del Caraballo, un paraíso del turismo ecológico

Cuando el río Uruguay empieza a ensancharse antes de cruzarse con el Paraná para meterse al mar como Río de la Plata; 14 kilómetros al norte de la entrerriana Colón y a casi una hora de viaje en lancha se encuentra el banco de arena del Caraballo.

Caraballo 0.jpg

Desde el cielo, el banco de arena del Caraballo es una lengua dorada que cuando baja el río se hace una con la orilla, en la desembocadura del angosto río que lleva su mismo nombre y que se asoma serpenteante desde tierra adentro.

Se trata de una singular reserva natural que en sus doce kilómetros de extensión contiene a una diversidad de aves que la sobrevuelan mágicamente y en su largo médano hacen colonia y crían a sus pichones. Un lugar ideal para el safari fotográfico y el turismo de aventura.

Formaciones de arenales de este tipo no son comunes río arriba, donde el Río Uruguay es más angosto y profundo, y sus aguas bajan con más fuerza. La mayor parte del año, el promedio de altura del río supera los dos metros y medio, por lo que el banco de arena queda aislado de la tierra firme. Más aún, cuando empieza a bajar y no supera el metro y medio, el arenal se hace uno con la costa, de modo que caminando se puede ir y venir del Caraballo.

CARABALLO3.jpg

Este médano gigante no puede recorrerse en su totalidad sin protegerse del sol y el calor, por lo que es recomendable tomar precauciones y asesorarse correctamente antes de llegar a él.

Paraíso para preservar

Un pequeño monte de sauce y timbó, como pequeños manchones verdes ocupan entre un diez y quince por ciento de la superficie total de la isla. Entre las aves que habitan esta formación, hay algunas playeras migratorias y águilas pescadoras que llegan desde Estados Unidos para reproducirse. También hay patos, garzas moras y blancas, gaviotines, jotes, chimangos y rayadores, cuya población viene siendo observada de cerca por biólogos, preocupados por el peligro de extinción que las afecta.

La falta de vegetación hace que muchas de estas especies utilicen al banco de arena como “parador” para descansar y seguir vuelo. Algunas aves ponen sus huevos y crían a sus pichones en las mismas arenas. Son no más de 45 a 50 días al año los que necesitan los rayadores en apenas 850 metros cuadrados de toda la extensión de la isla, para reproducirse y sostener la diversidad de la fauna de la región.

Es por ello que constantemente organizaciones ambientalistas trabajan en la concientización en las escuelas y también con los agentes turísticos para promover un uso amigable con la flora y la fauna autóctona de estos espacios para la conservación sostenible.

Paraíso para el ecoturismo, pese a ser reserva natural y área protegida provincial, sufre este banco de arena cada año la degradación que el descuido de muchos visitantes le propina, cuando ignoran la riqueza natural que alberga y con los deportes de playa, con el pisoteo indiscriminado y con mascotas, generan daños que cuesta revertir.

El desafío es construir un turismo responsable, respetuoso y amable con el ambiente para que los mismos visitantes se sientan parte del entorno y disfruten en plenitud del avistaje de estas especies.

Área Natural protegida por la provincia de Entre Ríos, el banco de arena del Caraballo es una gema en bruto cuyo valor reside precisamente en sus cualidades de médano virgen, en menos de una hora de viaje en lancha desde la hermosa ciudad de Colón, es otro atractivo ecológico que suma a su abanico de opciones turísticas.

Dejá tu comentario