2 de mayo 2019 - 00:00

El levantamiento fallido abre incógnitas sobre el futuro de la relación Maduro-FF.AA.

Los referentes del ala castrense del régimen emergen como el factor decisivo para su estabilidad.

resaca. Nuevos enfrentamientos entre opositores y policías tensaron ayer a Caracas, pero en una medida menor que el martes.
resaca. Nuevos enfrentamientos entre opositores y policías tensaron ayer a Caracas, pero en una medida menor que el martes.

Con una manifestación importante en el Día de los Trabajadores, el chavismo celebró ayer el fracaso del levantamiento cívico-militar del martes. Con el desenlace de éste a la vista, resulta claro que Juan Guaidó encendió el martes pólvora escasa y mojada, pero los episodios de los últimos días muestran un resquebrajamiento inédito de la fidelidad de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) y de los servicios de inteligencia al presidente Nicolás Maduro, hecho que promete nuevos capítulos.

La mecha encendida por el antichavismo no sólo falló en alcanzar a cuarteles importantes, más allá de la base aérea de La Carlota, en la localidad caraqueña de Altamira. Tampoco la calle respondió en la medida esperada por el joven líder opositor. La del 1 de mayo iba a ser, había prometido, “la manifestación más grande de la historia” y un golpe de gracia para el Gobierno. La realidad fue bien distinta y apenas la porfía de desafiar a la Guardia Nacional de grupos de jóvenes radicalizados pareció mantener vivo el movimiento.

Pese a esos dos fracasos relativos, Guaidó, nombrado presidente interino por la Asamblea Nacional, el parlamento vaciado por el régimen, volvió ayer a mostrarse después de semejante desafío al frente de una manifestación, por limitada que haya sido. En otro contexto, el chavismo lo habría encarcelado de inmediato y le habría imputado la comisión de delitos graves, tal como ocurrió en 2014 con Leopoldo López.

Sea por temor a la reacción de los países que, con Estados Unidos a la cabeza, velan por Guaidó o por falta de un control efectivo del aparato represivo del Estado, Maduro, al menos ayer, debió contentarse con mirar por televisión cómo aquel seguía maniobrando en libertad y con firmar la defenestración del titular del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin), general Manuel Figuera. Convendrá, de cualquier modo, estar atento en los días sucesivos a la suerte de Guaidó.

Si de López se trata, se vio en el periplo posterior a su liberación por acción de una partida de militares insurrectos el mismo esquema de pérdida de control del chavismo. El martes se mostró en público, dio entrevistas en la calle, fue saludado por partidarios y se protegió primero en la embajada de Chile y luego en la de España. Claramente, el Gobierno perdió por varias horas el control de parte de Caracas.

Rocío San Miguel, presidenta de la ONG Control Ciudadano para la Seguridad, la Defensa y la Fuerza Armada Nacional, le dijo ayer a Ámbito Financiero desde Caracas que “la situación es de resaca. Hay 83 detenidos, 69 heridos, dos asesinados, una radio cerrada, dos canales internacionales fuera del aire y 13 periodistas agredidos”. La especialista en temas militares señaló que “el levantamiento fue conjurado... aunque sea difícil catalogar de levantamiento lo que ocurrió”. Con todo, insistió, “hay un planteamiento político que aún no ha sido decidido por el mundo militar. Maduro no es capaz de establecer nuevos incentivos de lealtad y su influencia y control sobre los militares las está ejerciendo con métodos que no son agradables para la institución”. En su opinión, “queda pendiente para sectores importantes de la Fuerza Armada Nacional conocer que les depararía el futuro con Guaidó. Ese plan aún no ha sido explicado”. La conclusión es que la división de los cuarteles sigue latente. Muchos miran, en ese sentido, al hombre fuerte de la FANB y ministro de Defensa, Vladímir Padrino López, como el actor clave. Su lealtad a Maduro le permitió a este sobrevivir una vez más.

Queda por ver de ahora en más cómo metaboliza el chavismo semejante primacía de su ala militar y si esta, en medio de la hiperinflación, la escasez, el colapso eléctrico y la parálisis productiva, es capaz de imaginar una transición política que la tenga como protagonista.

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