Cannes - El documental “Diego Maradona”, del británico Asif Kapadia, fue una de las películas más comentadas de ayer en el Festival de Cannes. “E che ve site perso” (dialecto napolitano que quiere decir “No saben lo que se perdieron”): esta frase apareció escrita sobre una pared del cementerio de Nápoles el 10 de mayo de 1987. “¿Qué se habían perdido los muertos? El día de la victoria épica del primer “scudetto” del Napoli. Este es uno de los tantos bellos momentos del documental de Kapadia, ganador en 2016 de un Oscar por “Amy”, documental sobre Amy Winehouse. El film, exhibido en el Festival de Cannes fuera de concurso, se basa en 500 horas de filmaciones inéditas, encargadas por el primer representante de Maradona, Jorge Cysterszpiler, a dos camarógrafos que debían seguirlo a todas partes (en el campo de juego y fuera de él) en los años napolitanos de su carrera.
Se trata de un documento explosivo al que sólo le faltó la presencia de Maradona en la Croisette (desistió por problemas en su espalda, por los que deberá ser operado).
En el film se ve -no por casualidad recuerda el título, que separa oportunamente “Diego” de “Maradona”- que este campeón tenía dos almas: aquella popular, de “villero”, que derivaba de sus orígenes en una barriada pobre de Villa Fiorito, de la que siempre estuvo orgulloso y que lo convirtieron en “el Diego” popular, de buen corazón. También, estaba el alma de “Maradona”, es decir, la superestrella, aquella figura que muchos aficionados napolitanos comparaban con Dios. Ante muchos de sus goles, de hecho, se decía: “No los hizo Maradona, los hizo Dios”.
Y, además, hay otro Diego, el que dice muchas oportunidades en el documental: “Cada vez que juego al fútbol sólo pienso en comprar una casa para mi familia” y, también, el “Pibe de Oro”, el campeón que ostenta mujeres, cocaína y camorra (era muy amigo de la familia Giuliano, especialmente de Carmine). El documental inicia el 5 de julio de 1984, cuando un equipo de fútbol, ciertamente no próspero, compró a Diego Maradona arriesgando la bancarrota. El campeón fue trasladado en una carrera loca de autos por las calles de Nápoles hasta el estadio. Una vez allí, cruzando pasillos subterráneos, como un gladiador, llegaba a la conferencia de prensa entre los disturbios de los fanáticos.
El recibimiento fue tan complicado que el entonces presidente del club, Corrado Ferliano, amenazó con suspender la conferencia de prensa y la presentación del jugador. Luego, se ve la conquista de la Primera División, su paso por Boca Juniors, la Copa del Mundo, España, los triunfos napolitanos (dos “scudetti”, una Copa de Italia, una Copa Uefa) y las derrotas: además de la cocaína y sus vínculos con la Camorra, los hijos nacidos fuera de su matrimonio con Claudia Villafañe, los escándalos y las prostitutas.
Y esto hasta la gran “traición” que lo convirtió en un demonio para la mayor parte de los italianos y, especialmente, para los napolitanos: la semifinal del Mundial de Fútbol 1990 entre Italia y Argentina, la llamada “noche de los errores”, que se disputó en el estadio equivocado (el San Paolo) y donde Maradona estuvo tan genial como siempre. Desde ese momento, la Nápoles que el entonces futbolista llamaba “mi casa” no fue nunca más la misma con él. El romance de tanto tiempo se había roto para siempre.
“Trabajamos muchos años con archivo, habrá muchas imágenes que ni él ha visto de sí mismo, de su familia, de sus hijos”, dijo el director Asif Kapadia en Cannes. “Así que creo que va a ser muy emocionante para él”, agregó. Kapadia, quien también hizo documentales sobre el fallecido piloto Ayrton Senna y el ya mencionado sobre Amy Winehouse, agregó que esperaba mostrársela pronto al astro de fútbol. “Lamentablemente está lesionado, no está bien y ha estado sufriendo esta lesión hasta el final porque ha estado entrenando”, dijo Kapadia.
Dejá tu comentario