17 de mayo 2018 - 22:54

El Presidente salió del closet y Sturzenegger fue Greenspan

• AMBOS INTENTARON MOSTRAR LIDERAZGO Y LLEVAR TRANQUILIDAD.
• LOS MERCADOS Y LA SOCIEDAD ESPERAN AHORA MÁS SEÑALES
Bajó la polvareda cambiaria, pero se mantiene la cautela. Todos esperan ver cómo se acomodan las variables tras el “nuevo dólar”. Clave cómo vendrá el nivel de atesoramiento, que puede jugar a favor.

El Presidente salió del closet y Sturzenegger fue Greenspan
Tras el llamado "supermartes" en relación con el abultado vencimiento de Lebac (58% de la base monetaria y 51% del stock de Lebac), ayer el presidente Mauricio Macri intentó enviar señales pro mercado y, por ende, pro Fondo. Fue como una salida oficial del closet para mostrar, quizás su perfil más fiel, el ortodoxo. Si bien en toda convocatoria acuerdista nacional lo que vale es la letra chica, ayer Macri puso sobre la mesa la necesidad de resolver el tema del déficit fiscal. Horas antes, el titular del BCRA, Federico Sturzenegger, se disfrazó del expresidente de la Fed, Alan Greenspan, que en sus célebres memorias explicaba su infalible método para comunicarse con los mercados: "Si te invitan, no vayas; si vas, no hables; si hablas, no digas nada". Sturzenegger pareció ceñirse estrictamente a estos preceptos bíblicos y sólo se salió del libreto al señalar que no había habido ninguna corrida cambiaria. La idea, en una conferencia ya pautada de antemano en el calendario anual (por la presentación del Informe de Estabilidad Financiera), fue llevar tranquilidad y dejar claro que aquí no pasó nada grave, gracias a la intervención del BCRA. Lo cierto es que ahora veremos cómo se acomodará el mercado a los nuevos precios, de un dólar coqueteando los $25, tasas de Lebac en 40% y una inflación que se perfila mayor a 25%.

Ayer, el Presidente pareció quebrar la dicotomía entre su yin (Mauricio) y yang (Macri). Así el Mauricio afable de la campaña electoral y seducido a regañadientes por la idea del gradualismo pareció ayer sucumbir bajo el Macri ortodoxo de la gestión. Claro que habrá que ver hasta dónde está y puede llegar, en su afán por reequilibrar las cuentas fiscales. Dejó pasar la gran oportunidad en octubre pasado cuando tras triunfar categóricamente en las elecciones de medio término convocó a todo el espectro político y social al CCK y relanzó su Gobierno bajo la estrategia del reformismo permanente, que muchos creyeron, en particular los inversores, sería lo que vendría de ahí hasta las próximas elecciones presidenciales. Pero rápidamente todo quedó trunco. Ahora la realidad se impuso y los mercados sacudieron la estantería del gradualismo. Hasta dónde pretende llegar o qué tiempo se tomará como objetivo preelectoral deberá verse en las próximas semanas. Mientras tanto, las negociaciones con el FMI tendría que ir perfilándose hacia buen puerto.

El hecho de que un grupo de fondos cercanos al Gobierno pusiera el martes u$s3.000 millones tampoco debería sorprender demasiado porque no sólo se perdió mucha plata en esta crisis, sino que hoy muchos recuerdan que el FMI dejó caer al país, y a la convertibilidad, por negarse a desembolsar algo más de u$s1.600 millones. A poco más de dos años de gestión, todavía se puede ganar dinero apostando a los activos argentinos y eso lo reconocen los inversores que ahora habrá que ver cómo reaccionan con el nuevo tipo de cambio y el nivel de tasas, mientras esperan la evolución de la inflación. Cabe señalar que el próximo 21 de junio el vencimiento de Lebac asciende a $652.632 millones. O sea, se viene otro "supermartes". Nada ha cambiado, salvo algunos precios.

El dólar a $25 (implica una suba del 24% en mayo y cerca del 30% en 2018) ya puede actuar como un dique de contención para el exorbitante gasto en turismo internacional y demás gastos en bienes importados. Quizás el nivel de atesoramiento termine jugando a favor del devenir próximo de la crisis cambiaria. Porque la gimnasia histórica de los pequeños ahorristas en atesorar dólares pueda ser una potencial oferta de divisas en un año en que varios canales como las colocaciones de deuda pública nacional y provincial y privada (bancos y empresas), la entrada de portafolios y de inversión directa extranjera no serán tan relevantes como el año pasado. La sequía de dólares se sentirá. Puede ser que el nivel de atesoramiento también menguará a estos precios, pero lo cierto es que la demanda seguirá más después de este episodio cambiario. De modo que parte de los casi u$s23.000 millones que los particulares compraron el año pasado seguramente pasarán a engrosar la oferta este año compensando, en algo, los menores ingresos del exterior.

Está claro que estamos ante un problema de flujos y no de stock donde la clave de la supervivencia es la confianza y credibilidad.

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