En un exclusivo resort del Caribe (aquello que antes de la globalización se conocía como “complejo turístico”) existe una playa aun más exclusiva. Y tanto lo es que sólo pueden bañarse en sus aguas unos pocos elegidos por el propio administrador del resort, el único que puede ponerlos en contacto con ese paraíso en la tierra. Allí llegan, pues, una familia tipo (los padres son Gael García Bernal y Vicky Krieps, los hijos tienen 6 y 8 años); un médico por quien nadie en sus cabales se dejaría atender ni un resfrío, con su madre, una esposa preocupada por el calcio en los alimentos, y la pequeña hija de ambos; y una pareja de psicóloga negra y epiléptica con enfermero asiático y nadador. Una vez allí descubrirán que había previamente un rapero y un cadáver, el de su mujer, que aparece flotando en las paradisíacas aguas.
No exactamente una vejez calma
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viejos. Gael García Bernal y Vicky Krieps en el resort de la muerte.
Tan recóndito es el lugar, rodeado por enormes formaciones rocosas que ni siquiera permite la llegada de señal de celular, que no hace falta ser un experto en este tipo de películas para descubrir que todos han sido víctimas de una trampa: se sabe, o se sospecha, quién la preparó, aunque sólo al final se descubre para qué. Esa playa, además, tiene una extraña particularidad: todos quienes entran en contacto con ella enferman de progeria, es decir, de un envejecimiento veloz, aunque a niveles cósmicos. En un día, se nos informa, todos tendrán 50 años más sobre sus espaldas. Imaginables serán las peripecias con algunos de los personajes, en especial la revolución de hormonas en los chicos, que es una cuestión de minutos, aunque peor le va a la madre del médico, ya de respetable edad al llegar a la playa.
Con esos elementos, M. Night Shyamalan, el director de “Sexto sentido”, confirma una vez más que nunca más volverá a filmar como en los 90, y mucho menos a entretener como entonces al espectador. Aunque sigue enamorado de los finales sorpresa, éstos ya no sorprenden a nadie. La película es reiterativa, un tanto incoherente con la línea de tiempo de los envejecimientos, con algunas resoluciones un tanto ridículas (que podrían haber sido explotadas hacia el lado del humor, estado del alma que Night Shyamalan desconoce por completo), y posee una música estridente y machacona que al menos cumple con la misión de que nadie se duerma.
“Viejos” (“Old”, EE.UU., 2021). Dir.: M. Night Shyamalan. Int.: G. García Bernal, V. Krieps, R. Sewell).
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