25 de abril 2019 - 00:00

Granados-Tristán Suárez: amores como el nuestro quedan ya muy pocos

El Lechero llegó a la tercera división al mismo tiempo que el intendente llegó al poder de Ezeiza. Historia de una pasión y el rol del hijo del mandamás.

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Había una vez un club que luego de ascender a la tercera división del fútbol argentino se arraigó tanto a su destino que nunca más pudo volver a moverse. Casualidad, o no, una historia muy similar a la de un intendente que después de ser electo en un municipio de la tercera sección del Conurbano también echó raíces fuertes. Tan idéntico fue el relato que, inevitablemente, sus caminos se cruzaron y, casi al mismo tiempo, comenzaron una de las relaciones más consolidadas entre la política y el deporte: Granados y Tristán Suárez, un solo corazón.

Concejal de Esteban Echeverría por varios años, Alejandro Granados ascendió a la intendencia de Ezeiza el 7 de enero de 1995, meses después de la creación del nuevo municipio. Seis meses antes de aquel recordado 22 de julio de 1995 cuando, luego de vencer a Berazategui en la final del Octogonal, el Lechero también decretó su ascenso a la Primera B.

A partir de ahí, el lazo fue único. Tanto Granados como Tristán Suárez se consolidaron en su espacio. El intendente, en la tercera sección del Conurbano; el club, en la tercera división del fútbol argentino.

Lo que vino después fue alegría. El jefe comunal logró imponerse en las cinco elecciones en las que revalidó su mandato alcanzando los 24 años en el cargo, con la intención de ir por cuatro más y, de esa manera, alcanzar los 28 y lograr lo impensado: dejar atrás los 27 que logró el histórico Manuel Quindimil (una verdadera referencia en materia de barones de Conurbano) en Lanús.

El Lechero también se hizo valer. Y en los 24 años siguientes alcanzó un récord inimaginado: junto a Boca y Yupanqui, son los tres únicos equipos que nunca perdieron la categoría. Pese a que en los años siguientes siempre peleó en los puestos de arriba, Tristán Suárez no logró subir. En 1996 salió campeón del Apertura, pero perdió la final por el máximo logro ante Defensa y Justicia. La oportunidad volvió a golpear la puerta en 2004 cuando perdió la promoción por el salto al Nacional B ante unión de Santa Fe. Diez años después se volvió a quedar con las ganas cuando, dirigidos por Ricardo Caruso Lombardi (un técnico caro para la categoría) cayó ante Villa Dálmine. Pero, en lo concreto, y con el correr de los años, Tristán Suárez se consolidó en la divisional y superó los 20 años de permanencia en la C y sus primeros 12 en la D.

Granados

El 24 de abril de 2013 no debe haber sido una fecha más para la familia Granados. Es que ese día, Tristán Suárez dejó afuera de los dieciseisavos de final de la Copa Argentina a Racing, el club del cual es hincha Gastón “Gato” Granados, hijo del intendente, jefe de Gabinete local y por entonces presidente del club. Tampoco debe haber sido casualidad que la vuelta de los visitantes al fútbol argentino de ascenso, luego de ocho años, se haya dado en septiembre de 2015 justo en Tristán Suárez cuando Alejandro Granados era ministro de Seguridad bonaerense (con pedido de licencia en Ezeiza).

Durante sus 24 años en Primera B Tristán Suárez generó contrataciones onerosas. Pero nunca antes como en 2014, cuando trajo 27 jugadores. En la última temporada sumó a dos goleadores de gran valor como Juan Martín y Luis Salmerón. En su historia, además, realizó grandes acuerdos publicitarios para un equipo de tercera división: dos automotrices japoneses, una empresa líder en venta de alimentos, una empresa avícola y Aeropuertos Argentina 2000.

Otro de los grandes cruces generados entre el fútbol y la política se dio a comienzos de enero de este año, cuando Diego Armando Maradona, quien había cosechado una cierta amistad con el intendente, aseguró que “en Ezeiza hay mucha mafia”. Y, para ir más allá sostuvo que el intendente “es más falso que un dólar celeste”.

Ya abocado a un nuevo desafío electoral habrá que ver qué pasa con Tristán Suárez una vez que Granados deje la intendencia. Algo que, tarde o temprano, sucederá. La fecha de caducidad, por la ley que pone fin a las reelecciones, será en 2023. ¿Podrá el Lechero desprenderse antes de ese lazo tan primigenio?

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