20 de julio 2017 - 00:05

Grandiosa producción de Robert Carsen en el Colón

PUESTA EN ESCENA. La escenografía de Paul Steinberg es magnífica y como es habitual en las puestas de Carsen, el diseño de iluminación -obra suya y de Peter van Praet- es poesía pura.
PUESTA EN ESCENA. La escenografía de Paul Steinberg es magnífica y como es habitual en las puestas de Carsen, el diseño de iluminación -obra suya y de Peter van Praet- es poesía pura.
El fin de una era y el comienzo de otra y el paso indetenible del tiempo y sus consecuencias son los ejes centrales (más allá de su trama de enredos y su carácter de comedia sentimental) de "El caballero de la rosa", una de las obras de Richard Strauss más amadas por el público, y especialmente por el del Teatro Colón. A 19 años de su última versión en esa sala, la ópera volvió a verse en una grandiosa producción firmada por el director canadiense Robert Carsen, en co-producción con el Met, el Covent Garden y el Teatro Reggio de Turín, y en reposición escénica de Bruno Ravella.

El anacronismo es, podría decirse, la esencia misma de una pieza estrenada en 1911 que sitúa su acción en el siglo XVIII, pero cuya atmósfera musical remite casi invariablemente a la Viena de los valses decimonónicos.Carsen continúa este juego planteado por los autores (en el que reside gran parte del encanto y el hechizo de "Rosenkavalier") creando tres atmósferas distintas: un primer acto de estética rococó, un segundo acto de líneas modernas y un tercero que retrocede hacia el siglo XIX, más un final que da coherencia al sentimiento de inquietud latente en el libreto. La escenografía de Paul Steinberg es magnífica y plasma de manera inmejorable esta idea (al igual que el vestuario de Brigitte Reiffenstuel), y, como es habitual en las puestas de Carsen, el diseño de iluminación -obra suya y de Peter van Praet- es poesía pura.

Jennifer Holloway es un maravilloso Octavian; su manejo corporal y gestual da naturalidad a su composición del muchacho encantador, y su vocalidad es perfecta. No menos ideal es la Mariscala de Manuela Uhl, profunda y sentimental en su actuación y con una sublime línea de canto y un registro parejo bien conocido por el público local. El veterano Kurt Rydl es un efectivo (y hasta querible) Barón Ochs. Como Sophie, Oriana Favaro aporta su voz juvenil, que por momentos queda un poco por debajo de las exigencias del rol, y John Hancock es un correcto Faninal. La muy esperada escena del Cantante Italiano tiene en Darío Schmunck a un intérprete seguro y refinado, y en líneas generales nadie desentona en el resto del elenco (en el que se destacan Sergio Spina, Victoria Gaeta, María Luisa Merino y Fernando Chalabe). Los coros cumplen muy bien sus partes respectivas. La dirección musical, en manos del joven pero ya muy experimentado Alejo Pérez, se revela cuidadosa del balance entre foso y escena, pero las destemplanzas, rispideces y desafinaciones no dejan de aflorar en diversas secciones de la Orquesta Estable, desmereciendo el resultado general.



="El caballero de la rosa", ópera en tres actos. Música: R. Strauss. Libreto: H. vonHofmannsthal. Puesta en escena: R. Carsen. Coro Estable, Coro de Niños y Orquesta Estable del Teatro Colón. Dirección musical: A. Pérez. (Teatro Colón, 18 de julio).

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