16 de mayo 2019 - 00:00

Hoy la política económica se reduce a altas tasas y chamuyo

No es de extrañar que el riesgo-país sea reacio a bajar a pesar de persistentes rumores de una ayuda especial del gobierno de Donald Trump. El dólar a mediano plazo no depende de lo que hagan ahora el BCRA y economía

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Al pan, pan y al vino, vino. Este Plan Doble Cero (en rigor, Triple Cero: cero déficit, cero emisión y cero crecimiento) solo podía concluir bien si se daban dos condiciones: la primera que el Banco Central comprara dólares aun pagando una baja tasa de interés. La segunda condición, como correlato de la primera, era que el riesgo-país descendiera hasta niveles compatibles con el roll-over de la deuda. Siendo inexistentes ambas condiciones, el Plan Doble Cero ya se cayó. No hay que engañarse: está muerto. Y si aún no está enterrado y seguimos con este muerto descomponiéndose al aire libre es porque se ha forzado su continuación con tasas de interés del 6% mensual. Si no fuera por ello, hace tiempo que estaríamos hablando de otra cosa.

Tasas de interés estratosféricas y chamuyo: esos son los pilares actuales de las ruinas que quedan del plan. No estamos más que ante una absoluta pérdida de tiempo. Ocurre que en el mediano plazo de poco y nada servirá si el Gobierno tiene éxito o no en que el dólar no se le desboque antes de las elecciones, porque el tema fundamental no es el dólar de hoy, sino qué nivel de dólar tendremos de aquí a un año, a dos, a tres y aún más allá en el tiempo. Pero el nivel de dólar a mediano y largo plazo no depende de lo que ahora hagan el BCRA y Economía. Todas las políticas y ardides que se toman desde el Banco Central para mantener a raya la cotización del dólar no representan otra cosa más que mandar a los soldados de a uno al frente de guerra. Y es en este punto donde está la madre de todas las batallas: la asfixia financiera de dólares provoca la necesidad de asfixia financiera de pesos para que el dólar no se vaya a las nubes. Pero, ¿alguien puede dudar acaso de que si esta reticencia a renovar voluntariamente la deuda al país continúa más allá del horizonte de unos pocos meses, en todo caso, un año, ello provocará la necesidad de un desorganizado default de la Argentina?

Si ello llegara a ocurrir toda otra medida que con anterioridad se haya tomado para frenar la suba del dólar en forma previa a las elecciones será vista como algo anecdótico haya surtido o no efecto inicial.

Ahora bien, ¿cuál es la estrategia del Gobierno y el pensamiento de buena parte del mercado en relación a la imperiosa necesidad de bajar lo más posible y lo más rápidamente posible el riesgo-país para volver a poder hacer un roll-over de los vencimientos de deuda? ¿Pensar algo efectivo? ¿Hacer un “brainstorming”? No. La táctica para ganar la guerra sigue siendo mandar a los soldados de a uno a la guerra, “rifar” u$s10.000 millones al divino botón vendiendo de a u$s60 millones por día y... dejar correr rumores acerca de la posible ayuda del Tesoro de los EE.UU. por u$s20.000 millones. Y en última instancia, si todo empeora, dejar que se piense que habría una “reestructuración civilizada” de la deuda argentina. No es de extrañar entonces que el riesgo-país sea reacio a bajar a pesar de persistentes rumores de una ayuda especial del gobierno de Donald Trump. Dicho sea de paso, México, durante el “Efecto Tequila” fue el único país que recibió en la historia u$s 20.000 millones del Fondo de Estabilización Cambiaria de EE.UU. tras aprobación parlamentaria causada por el temor de migraciones ilegales por la gran frontera. ¿Cree el lector que estamos cerca de eso? Queda claro entonces que a las tasas de más de 12% anual en dólares que abonan los bonos argentinos se opone... puro chamuyo, sanata. Se sigue en la torpe creencia de pensar no ya solo que “Dios es argentino”, sino que además “Dios compra bonos y pesos argentinos”. ¿Ayuda especial del Tesoro norteamericano para Argentina al igual que a México en el “Efecto Tequila”? ¿Por qué no le preguntan a los sobrevivientes del Banco Extrader cuan “civilizada” fue la reestructuración de los Tesobonos mexicanos con ayuda y todo? ¿Reestructuración civilizada? Podemos imaginar a un acreedor fumando un habano en una mesa con el ministro enfrente diciéndole: “Sí señor, claro que sí, yo tenía una Lete para cobrar el mes que viene, pero deje, olvídese del tema, acepto nomás que me la pague en treinta años como usted me lo propone, con un 50 % de quita y a tasa subsidiada. Dele nomás. No problem. ¿Cuán serio es asumir esto? ¿Va a seguir el Gobierno actuando con puro chamuyo, pura sanata para solucionar el real problema de la economía argentina? ¿Piensa el lector que el real problema es si el dólar vale $46 o $52 en las PASO, o si la inflación da o no da más de 3% en mayo? Si alguien cree esto, nada mejor que sugerirle hacer el ejercicio de pensar que puede pasar en un virtual escenario de “default”. Ese es el peor escenario que afectaría a la Argentina. Y es un escenario cuya probabilidad se incrementa día tras día. De aquí a fin de año vencen más de u$s30.000 millones de deuda. Si Argentina no toma medidas urgentes, en vez de seguir con el chamuyo, en cuestión de meses ya puede ser demasiado tarde.

Seguir centrando la batalla en cuanto vale el dólar hoy es un desperdicio de energías y también de dólares. Argentina tiene una situación fiscal total (incluyendo el déficit cuasifiscal) y de balanza de pagos que no da para una tasa de inflación baja. Ni siquiera una tasa de inflación del 2% mensual estable. Forzarla a la baja unos pocos meses con supertasas, ventas de dólares y pérdidas del BCRA con el dólar futuro solo puede empeorar las cosas y aumentar las chances de un default. Es imperioso alejarse de este escenario. Para ello hay que tener centralmente en cuenta que un bajo riesgo país y un roll-over de la deuda garantizarían de por sí cierto buen grado de estabilidad del dólar. En cambio la contraria no es siempre válida y a veces opera al revés: la estabilidad del dólar muchas veces no garantiza -y si hay pérdida de reservas encima entorpece- la posibilidad de realizar un roll-over de la deuda.

En tal sentido, la idea de usar de manera frontal y determinante los u$s22.000 millones que el FGS de la ANSES no tiene invertidos en bonos en dólares argentinos, para comprar bonos en dólares, potenciando ello con los u$s10.000 millones que se ha decidido dilapidar en ventas diarias de a u$s60 millones en el mercado y refinanciando además la deuda con el FMI pueden ser un arma potente para reducir fuertemente el riesgo- país, sobre todo si se incluye esto dentro de un plan serio de estabilización. Los vencimientos estarían cubiertos hasta mediados de 2022 teniendo en cuenta los dólares del FMI que ya entraron y entrarán. ¿Qué eso pondría en bonos en dólares el 100% de los fondos de los jubilados, e implicaría un riesgo para ellos? Error, craso error. Otra gran sanata. ¿Cuánto cree el lector que podrían valer acciones, plazos fijos y bonos en pesos argentinos en caso de un “default”? En cuyo caso, cuánto valdría en dólares todo el FGS. Basta de sanata. ¿Cuál es la alternativa a esa para no caer en default? Que el BCRA compre dólares. Y pagando baja tasa de interés por los pesos. O no pagando tasa. ¿Es eso hoy posible? Hora de meditar. La prioridad es evitar a cualquier costo un nuevo “default”. Para ello, antes que nada, hay que abandonar la sanata.

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Walter Graziano y Asociados

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