20 de noviembre 2019 - 08:59

Imprimamos confianza, producción, riqueza y luego dinero

Argentina rompe todos los manuales ya que con el mínimo esfuerzo intenta lograr mayor distribución a mismo nivel de trabajo y producción. La única forma de incluir es lograr incrementar la riqueza para incorporar más producción y trabajo.

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Foto: NA

“El objetivo económico de las naciones, como el de los individuos, es lograr el máximo rendimiento con el mínimo esfuerzo. Todo el progreso económico de la humanidad ha consistido en obtener mayor producción con el mismo trabajo”. Está frase pertenece al periodística y economista norteamericano Henry Hazlitt en su libro “Economía en una lección”

Argentina rompe todos los manuales ya que con el mínimo esfuerzo intenta lograr mayor distribución a mismo nivel de trabajo y producción. El Consejo Federal Argentina contra el Hambre intenta contener la situación de casi 40% de nuestra población que vive bajo la línea de la pobreza. El programa de acción para abordar el caso tiene ejes que cuestionados o no intentarán que lleguen alimentos a los que menos tienen. Sin embargo, el mismo ataca los efectos y no las causas. Por lo cual para que el mismo sea solo temporario deberán atacarse las causas.

La única forma de incluir es lograr incrementar la riqueza para incorporar más producción y trabajo. En los años 2002 y 2003 cuando Argentina se encontraba en plena crisis no tenía acceso a mercados voluntarios de deuda, las inversiones extranjeras directas estaban cerradas y solo un actor económico fue quien se dispuso a mover la rueda de la economía: el microempresario. Pequeños emprendimientos que podía generar de 1 a 3 puestos de trabajo.

En aquel entonces la presión impositiva sobre este sector del empresariado era mucho más baja que la actual por lo cual puso en juego sus ahorros al servicio de una actividad económica. El resultado fue positivo. Se comenzó a generar movimiento y actividad en el mercado interno, trabajo y con el apalancamiento económico y financiero sobre las cuentas públicas que comenzaba a traer un tipo de cambio competitivo con un mayor volumen de ventas de bienes transables (exportables) Argentina comenzaba a salir de la mayor crisis económica de su historia.

Este paso de incentivar al sector microempresario argentino que es el 85% del volumen del empresario argentino vía baja brusca de la presión impositiva sumado a tasas de financiamiento graciables implicaría darle mayor status a la “producción” que a la “contención social”, más a la “generación de riqueza” que a la “distribución de la riqueza”.

En principio el déficit fiscal de 0,5 % con que el actual gobierno pretende entregar a Alberto Fernández el mando (aunque otros analistas lo ven más cerca del 1,1 %) no deja más margen que sacarle la presión tributaria al emprendedor y microempresario con la extensión del régimen simplificado a la uruguaya y beneficio impositivos a la chilena. No tiene costo fiscal. Este sector del empresario está muerto, a punto de morir o con imposibilidad de nacer. De hecho el 40 % de este sector empresario cerró en los últimos 6 años. Sino no hace algo el próximo gobierno terminara poniendo ante un callejón cerrado a una de las salidas.

El nivel de confianza que generé Alberto Fernández sobre su programa económico, monetario y fiscal será clave para los primeros meses de gestión. Cada promesa se tendrá que convertir en deber. Arranca con un 48 % de votos pero debe lograr al menos una base de 65 % de nivel de confianza para que su plan sea exitoso. No es solo un mal Argentino pero la confianza sobre las promesas de los políticos en Argentina, la región y el mundo están por el piso. De acuerdo a un Informe de Ipsos Mori a nivel mundial dentro de las profesiones que más confianza generan en promedio en el caso de los políticos es del 9 % y los ministros de gobierno solo el 12%. En la otra punta se encuentran los que investigan, salvan vidas y educan con 60 % de confianza para científicos, 56% para médicos y 52% para maestros.

Como el próximo gobierno se verá obligado a emitir para cerrar su brecha fiscal debería tener en consideración tres aspectos: 1- Sino disminuye el gasto público y va a incrementar impuestos será una nueva equivocación. Sobra estudio empírico y científico de lo que ha pasado con los volumen de producción e inversión resultante en los últimos 30 años ante el incremento de la presión tributaria, 2- Si emite dinero sin antes generar las condiciones necesarias para que se incremente la oferta de producción en un contexto donde cae la demanda de dinero se generará más inflación, reducción del poder adquisitivo del peso argentino y aumento del precio de los bienes por más acuerdos de precios y salarios que se intente. La línea es muy delgada y dentro de ese acuerdo se deben generar las condiciones para incrementar la producción en el tiempo de “pax inflacionaria”. 3- Resolver el tema de la deuda permitirá el acceso a los mercados voluntarios para endeudarse nuevamente y se estaría previendo que en la previa se pueda garantizar el giro de dividendos por parte de las empresas mutinacionales. No hacerlo generaría aún más caída de las inversiones. Para incrementar las inversiones extranjeras directas se deben tener en consideración los puntos 1 y 2. El resto ya lo venimos probando en los últimos 8 años con malos resultados.

Adam Smith lo expresó hace ni más ni menos que hace más de dos siglos por más que lo queramos contradecir “Un jardinero que cultiva su propio jardín, con sus propias manos, une en su persona los tres personajes, de propietario, agricultor y obrero. Su producción, por lo tanto, debe rendirle la renta del primero, la ganancia del segundo y el salario del tercero”. En Argentina con la presión actual sobre el microempresario que es quien nos permitiría comenzar a mover la rueda en forma genuina sin pasar por la “ilusión monetaria” de ponerle plata en el bolsillo de la gente sin haber producido un bien o servicio previo estaremos secando el jardín y matando al jardinero. Este sector está tan presionado impositivamente que no quiere crecer por qué es un castigo por lo saltos tributarios que debe soportar por lo cual en forma indefinida quiere ser propietario (y ahora se le piensa cobrar más por el bien que ya pago), agricultor (solo piensa en producir él) y obrero (no piensa contratar a nadie por qué crecer es una mala opción y contratar a alguien un gran riesgo).

Mientras a Kristalina Georgieva la nueva titular del FMI le gustaría conocer el plan económico, fiscal y monetario del próximo gobierno para comenzar con las negociaciones de la deuda argentina se abre nuevamente un debate sobre si volvemos a colocar próceres en los billetes del peso argentino o dejamos los animales.

Un peso actual equivale a 10 billones de pesos de Moneda Nacional del año 1881 de la Presidencia de Julio Argentino Roca. Un dólar de hoy equivale a U$S0,05 de aquel momento. Mientras George Washington tiene valor nosotros le faltamos el respeto a Pelegrini, San Martín y cualquier animal que se nos ocurra colocar. El billete de $ 100 de Julio Argentino Roca que equivalía a U$S 100 en los 90´, destruyeron su valor mutando de la imagen de Eva Perón y cayendo aún más su valor real con el actual diseño de una Taruca. El valor real de un billete de $ 100 de los años 90 está por debajo del billete fantasía que vimos de $ 5000 con la cara de “Dylan” el perro de Alberto Fernández en medio de la campaña. Pensar en próceres o animales es faltarle el respeto a los Argentinos que vieron perder en el peso argentino 13 ceros cuando lo único que le interesa es cuanto pueden comprar con los pesos que tienen en el bolsillo super devaluado por generaciones y generaciones y no por el dibujito que tienen los mismos.

Mientras en cualquier lugar del mundo el valor de producto se encuentra en la apreciación subjetiva de la demanda en Argentina el mismo se intenta condicionarlo por impuestos elevados hacia la oferta y sumarle además condicionamientos sobre su precio sin bajar el nivel de impuestos. Franklin Roosevelt quien ganó 4 elecciones presidenciales en los Estados Unidos de América expresó oportunamente “Aquí está mi principio: Los impuestos se percibirán de acuerdo a la capacidad de pago. Esa es el único principio americano”. Si pensamos convertirlo en principio argentino sobre la capacidad de pago de cada sector empresario: monotributistas a microempresario, pequeño, mediano y grande hay más posibilidad de ganar elecciones que si se le saca a estos para darles a quienes deberíamos emplear con menor capacidad de pago sobre el microempresario. Después no nos quejemos que el jardín es más chico, que el pasto está seco y que tenemos menos jardineros dispuestos a colocar más semillas para contar con más plantas a futuro.

(*) Director de Focus Market

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