26 de abril 2006 - 00:00

Boggiano ya tiene Corte que lo juzgue

Antonio Boggiano
Antonio Boggiano
El presidente de la Cámara Federal de Apelaciones de Paraná, Guillermo Enderle, se convirtió en el juez número nueve designado para integrar la corte supletoria que resolverá sobre la destitución de Antonio Boggiano. Como suplente fue nominada la camarista de Resistencia, Zunilda Niremperger. Con el tribunal completo, los conjueces podrían tener listo un fallo en la segunda quincena de mayo. Todo indica que la salida de Boggiano está asegurada y que hay una mayoría de votos en favor de sostener la decisión del Senado de expulsar al juez supremo del tribunal y de inhabilitarlo por tiempo indeterminado. ¿Ha cambiado algo para que ocurra lo contrario? Las circunstancias no son las mismas. El clima de acercamiento del gobierno con la Iglesia y un escenario de reapertura del diálogo pueden reeditar un viejo pedido de la Santa Sede (antes ignorado por el gobierno) por la permanencia de Boggiano en el tribunal de Justicia. Sin embargo, ¿la probable intervención de la curia aleja a Boggiano de la destitución? Quizás la respuesta esté el 16 de mayo.

  • Utilidad

  • No obstante, el pretexto de la mediación eclesiástica sería útil también a la finalidad de Néstor Kirchner de posicionarse mejor ante La Haya cuando el conflicto por la papeleras aterrice en ese tribunal internacional. El Ejecutivo hoy no tiene un interlocutor de peso en ese foro internacional y se plantea sino resultará contraproducente haber desperdiciado los 20 años de vínculos que Boggiano cosechó en los estrados extranjeros. Incluso Néstor Kirchner propició la intervención directa de la Iglesia Católica a través del cardenal Jorge Bergoglio, presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, y de monseñor Jorge Lozano, obispo de Gualeguaychú, para destrabar el conflicto de las papeleras. Nadie sabe cómo esos jueces pueden actuar cuando el diferendo con Uruguay llegue a esa instancia.

    Además la administración kirchnerista ha desatendido o, al menos, no le ha prestado el debido cuidado, a la rigurosidad que una demanda de esta trascendencia requiere. Por caso su confección insume un tiempo no menor a seis meses. Esto teniendo en cuenta el prestigio y el nivel de exigencia que impone la consejera legal de la Cancillería argentina, Susana Ruiz Cerrutti. El reclamo que involucre un litigio diplomático debe ser preparada por lo menos en inglés y francés por juristas que dominen esas lenguas y no por un traductor.

    Requiere, esencialmente, las firmas de prestigiosos internacionalistas. Los más reconocidos, Julio Barberis y Guillermo Moncayo no encajan en los planes de este gobierno.

    Moncayo se encargó de la negociación por el Canal de Beagle durante el diferendo con Chile y Barberis fue embajador en La Haya durante el gobierno militar. Son pocos los que reúnen el reconocimiento internacional que brinda su firma y, sobre todo, que sean queridos.

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