19 de noviembre 2002 - 00:00

Cuatro categorías de atacantes y los estrategas que lo planearon

Ambito Financiero no necesita escándalos para vender. Posiblemente sea más rico que «Clarín» con todos sus medios porque no tiene deudas. Es fácil armar un monopolio debiendo 1.400 millones de dólares mínimo. Claro, monopolizar a crédito -y más en prensa- tiene su ventaja: con todos esos medios, aunque por lo que debe en realidad no sea dueño de ninguno, tiene un arma para meter miedo a los políticos, jueces y hasta gobiernos que le destinan medidas o directamente fondos públicos para ir zafando de la quiebra financiera. Es un círculo vicioso: desde el Estado se alimenta a quien luego los aprieta para subsistir un tiempo y vuelta a empezar. Para recordarles su poder fuerza escándalos, como este vergonzoso del padre Grassi, aunque hay que reconocer que «Clarín» no lo inventó sino que lo recibió bien armado cuando, precisamente, andaba buscando algún tema, fuera cierto o no, para transformarlo en escándalo público para sus fines. Como este diario no necesita escándalos si se impone ayudar a desbaratarlos cuando afectan instituciones, libertades individuales, fondos del Estado, en definitiva el país, destinó un equipo de sus mejores periodistas y hoy se publica la primera nota de cómo se armó la patraña en Morón contra el sacerdote. Entre otras cosas -vamos adelantándolo- demuestra la investigación una alarmante falta de imparcialidad de la Justicia de ese partido bonaerense, sólo un pedazo del país pero ¿en cuántos otros pedazos del territorio se da esta parcialidad de los estrados judiciales y el tomar desaprensivamente algo tan sagrado como la libertad de una persona? Grave.

El caso del padre Grassi en Morón, a 25 días de iniciado, se presenta como un nuevo accionar jurídico-periodístico alarmantemente similar al que sucediera con la prisión, en Don Torcuato, de Carlos Menem hace 17 meses. Alarmante porque persiste en la Justicia argentina el accionar de magistrados en complicidad con medios de prensa. En ambos aparece el mismo pernicioso operar del monopolio «Clarín», transformado en un azote sobre las instituciones -el Congreso, por ejemplo, donde fuerza la sanción de leyes, además de la Justicia- pero también seguridad y libertad de las personas e intereses económicos del conjunto social. Porque forzar leyes y acciones institucionales es sumamente costoso para el país y al nivel de ingreso de sus ciudadanos, víctimas inocentes de ese modus operandi.

No obstante, entre ambos casos hay diferencias. En provocar la detención injusta del ex presidente -como lo dejó bien claro la Corte Suprema al liberarlo indirectamente en un fallo tajante, una pieza que se considera magistral del jurista Augusto Belluscio- se perseguía un fin político. Parte de un viejo sueño de la empresa de las familias Noble-Magnetto: gravitar en la elección de un presidente de la Nación como ha sucedido en muchos países. Por ejemplo, Brasil con Collor de Mello, es lo más cercano por similar monopolio (también análogo por lo endeudado y en quiebra), la cadena O Globo, en 1989. Para eso se usó a un juez -Jorge Urso-y un fiscal -Carlos Stornelli-lanzándolos a disponer una prisión sin pruebas y por lo cual fueron severamente apostrofados por ese fallo de la Corte. Ahí «Clarín» no estaba, aún, tan angustiado económicamente como ahora porque no había sobrevenido en el país el estallido económico de diciembre pasado ni la pesificación que apoyó Héctor Magnetto, su gerente-propietario, sin darse cuenta -lo cual explica el escaso sentido que tiene de finanzas y administración de empresas y justifica su agudo endeudamiento actual- que tales apoyos significarían ahorcar al propio «Clarín» que debe 1.400 millones de dólares y cobra internamente en pesos sin posibilidad de exportar, como todo medio gráfico que es 99 por ciento de consumo doméstico en un país.

Allí logra ese alarmante concubinato de prensa y magistrados de la Justicia por la ambición de figuración («broncismo» se lo llama) más el interés de procurarse alguna «herramienta» contra los juicios políticos.

• Fin económico

En el nuevo caso del padre Grassi en Morón el fin del monopolio -crisis económica mediante- ya es poco político y mucho más económico: necesitaba un escándalo a la par de reflotar notas de tipo «nacional» (diccionarios de Historia Argentina, vida del Che Guevara, ahora la campaña de niños fallecidos, hecho que es lamentable, desde ya, pero se cree no superaría los índices históricos de mortalidad infantil -porque buscaría reacciones en favor de parecer «nacional» y que no le tomen los medios los acreedores, que para colmo de los Noble-Magnetto, son una multiplicidad de pequeños ahorristas que están diseminados en el mundo. Sobre todo norteamericanos, a los cuales es imposible «apretar», por su cantidad, como es tradicional que haga, dentro de su estilo, en el país.

El caso Grassi nace fundamental y casi exclusivamente de los éxitos del propio sacerdote. Haber comenzado de un pequeño núcleo de ayuda «Mi Casita» en Merlo y crear por su fuerte persistencia personal una fantástica organización asistencial para chicos desamparados y de la calle, que es hoy la obra más importante no oficial del país, crea recelos, inclusive, eclesiásticos.

En consecuencia es fácil saber de dónde viene la embestida contra la Fundación Felices Los Niños. Veamos:
organismos asistenciales privados ONG (no gubernamentales) que cobran del Estado , sobre todo de Morón, que son más afectados porque los mismos padres y los jueces de Menores -obviamente procurando lo mejor para los chicos- los envían a la Fundación de Grassi con lo que esos asistenciales privados se pierden ingresos. No sucede mayormente en los del resto de la provincia, aunque también prefieren la mejor obra que es la Fundación y remiten chicos de todos lados. Pero en Morón este «negocio» asistencial al niño necesitado ha generado desde su implantación -y más con el crecimiento del organismo de Grassi odios hacia el sacerdote realmente intensos. Varias de esas ONG de Morón, como explicaremos en notas sucesivas, están involucrados en este complot con nombre, apellido, hasta pruebas y actuaciones judiciales de por medio. Fueron los «soldados» del complot tan activos que las filmaciones de

«Telenoche Investiga» se hicieron en uno de esos organismos competidores, como informaremos.

Los otros son un grupo menos gravitante y también actuante, como «soldados de segunda línea». Son intereses varios afectados por la consolidación de la Fundación de Grassi. A saber, como el
minizoológico vecino al predio por sospechar que el CEAMSE (empresa del Camino del Buen Ayre), dueño de esa tierra, no le renueva contrato para cedérselas a la vecina Fundación. El dueño de este zoológico con 500 animales y 18 hectáreas, Claudio Ciocci, niega terminantemente haber atribuido al sacerdote vecino una matanza de gansos. No obstante, lo publicó así «El Diario» de Morón -en realidad un semanario de aparición irregular, según admitió su director- fundador Javier Romero. También en esta categoría de «soldados de segunda línea» en fogonear este caso están algunas figuras eclesiásticas y organizaciones con envidia de la Iglesia. Son reprochables por actuaciones anteriores, quizá, pero son ajenas a este complot. El obispo de Morón, monseñor Justo Laguna, nunca ocultó que no quería al padre Grassi que montó su Fundación justo en la vereda de enfrente de su residencia, pero ante lo alevoso de este ataque lo visita por lo menos cada 3 días, en su prisión en Merlo. Luego veremos cuando ante uno de los complotados del mismo poder judicial, el obispo de San Isidro, monseñor Jorge Cassaretto (otro que tampoco lo quería mucho a Grassi), rechazó terminantemente hacerse cargo con Cáritas de la Fundación Felices Los Niños hace bastantes meses cuando ya se tramaba abiertamente el complot contra Grassi y pensaban el «después» de desplazarlo. Lo hacen estallar cuando logran convencer a un acusador de 19 años como terminó siendo Oscar Aguirre, «Gabriel» en la jerga de «Canal 13». El ofrecimiento a Casaretto lo hizo un juez hace meses.

En tercer término entre los interesados en destruir al padre Grassi hay personajes, varios menores, que serían los abastecedores de los batallones de primera y segunda línea. Aquí entrarían, por ejemplo, algunos miembros del mencionado
«El Diario» de Morón que son los que dirigen filmaciones, facilitan videos a «Canal 13» y aportan algo muy importante en esta patraña: ubican a ex empleados de la Fundación (tiene casi 500 para atender miles de niños) resentidos por algún despido. Importante éstos porque por haber actuado en la Fundación facilitan nombres de chicos con algún rencor, que es donde se opera -inclusive con dinero, ofrecimiento de puestos de trabajo, facilitarles movicones, etc.- para crear los «Gabriel». También hay aquí empleados estatales (porque se los deja en evidencia como demasiado abundantes por chico en relación a los que con mucha mejor eficacia y menor costo presupuestario -la diferencia es casi 3 a 1- atienden en su Fundación). Esta eficiencia de la Fundación y de Grassi es «demasiado testigo» de la burocracia estatal y también genera odios.

Que el propio presidente de la Nación, Eduardo Duhalde, hace pocos meses haya retirado a la provincia de Buenos Aires la donación de su quinta privada Don Tomás, en San Vicente, y se la cediera a la Fundación Felices Los Niños, alarmó mucho a las burocracias que no habían hecho nada con la quinta desde el Estado. Precisamente por eso cambiaron la donación Duhalde y su esposa.Si estamos describiendo en términos de estrategia militar en batalla el complot contra este sacerdote queda el último grupo que corresponde a quienes deben ideologizar toda tropa para que los soldados no se desalienten y luchen en lugar de huir. Es la izquierda afianzada en Morón desde el triunfo del Frepaso en 1995. Una izquierda pequeña, moronense y, como siempre sucede en el sector, enfrentada entre sí a partir de la intervención en el caso Grassi, de la ex montonera
Mirian Lewin, pero sospechada por la Izquierda grande cuando declaró ante la Junta que juzgó a los ex comandantes en jefe que « en la ESMA (Escuela de Mecánica de la Armada) nunca me torturaron».

• Presente agradable

Sin embargo, ninguna de estas 4 categorías de actuantes pensó, organizó, y tenía en marcha el complot contra el padre Grassi. Ni siquiera el monopolio «Clarín», que recibe este agradable presente cuando andaba en busca de denuncias de impacto para escandalizar. Simplemente «Clarín» lo encuentra, al complot, con una gestación desde noviembre de 2000, o sea, dos años de antigüedad. Le agrega sus típicas miserias de empresa de prensa sin escrúpulos y lo lanza como escándalo nacional por «Canal 13».

Pero
¿quién organizó la estrategia para la actuación de tantos «soldados»?, ¿quién culmina el alevoso ataque contra el sacerdote acercándole material a productores que tratan de ubicarlo en medios televisivos, en canales que lo rechazan hasta lograr prender -cuándo no- en «Clarín»?

El origen de todo esto es más alarmante aún: está en la propia Justicia de Morón y más concretamente en una lucha de cargos judiciales, fundamentalmente entre dos mujeres.

Eso le explicaremos en una segunda nota mañana.

Investigación de los periodistas del diario Ambito Financiero

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