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Está politizado ya totalmente el caso Grassi
1) Monopolio del diario «Clarín», porque sin haberse prestado para la maniobra «Canal 13» y sus productores, como hicieron, ésta hubiera sido demasiado insólita para ser creíble. Recuérdese que el periodista Rolando Graña declaró que él rechazó esa oscura trama para difundirla por TV porque «había que poner plata» (que es lo que finalmentepuso «Clarín»).
2) Segundo interesado era el socio gerente Héctor Magnetto, de «Clarín», que dispuso atacar a Grassi, aprovechando ese «paquete» de acusaciones circulando en busca de mejor postor porque el religioso no fue a declarar en un juicio contra Rodolfo Galimberti, Jorge Rodríguez y Jorge Born (habían trabado el pase de Susana Giménez, a quien representaban, de «Telefé» a «Canal 13»).
3) Tenían el tercer lugar en importancia porque habían inventado la maniobra contra Grassi, jueces de garantías, fiscales y judiciales de Morón encabezados por el fiscal general Federico Nieva Woodgate, o sea, la primera instancia penal en Morón. Crean la trama contra Grassi porque no le pudieron asegurar el cargo de juez vacante a quien era secretaria, Mirta Ravera Godoy, de un juzgado de menores que subrogaba -tampoco le correspondía- al juez de garantías Humberto Meade (un letrado que figuraba en la lista de desaparecidos durante la dictadura militar en el libro «Nunca Más», pese a estar vivo, libre y ejerciendo como juez). El cargo no logrado por esos funcionarios fue para la Dra. Cristina Landolfi, que investigó pero nunca encontró nada, frente a anónimos, en la Fundación del padre Grassi que vigilaba por su cargo de jueza de menores.
4) El otro grupo atacante con anónimos contra el religioso era heterogéneo. Lo formaban ex empleados de la Fundación despedidos y rencorosos (se prestaron para las filmaciones de «Canal 13» ubicando chicos a los cuales engañaban como ex preceptores como quedó probado). También en este grupo había vecinos temerosos de que a la Fundación Felices Los Niños le dieran más tierras públicas que ellos ocupaban si seguía creciendo. Entre éstos había, inclusive, un grupo de empleados del INTI (Instituto Nacional de Tecnología Industrial) con una planta lindera a las aulas de la Fundación en Hurlingham.
5) Finalmente el quinto y último grupo, de escasa importancia al inicio, era el ideologizado. Lo formaban un centro de menores de Paso del Rey que envidiaba el desarrollo de la Fundación cuando ellos con su ONG apenas si podían atender a 20 o 30 chicos de la calle. También estaba, aunque aparte, en ese grupo ideologizado el psicólogo Enrique Stola que declaró a los medios ser de izquierda y haber estado con Oscar Aguirre, «Gabriel» en manifestaciones políticas. Aguirre participó del caos y los asaltos a comercios del 20 de diciembre de 2001 (día de la caída de Fernando de la Rúa) a tal extremo que fue preso por violencia y estuvo brevemente a disposición de la juez María Servini de Cubría hasta que se ordenó liberar a todos. A éstos se sumaba un pequeño semanario de izquierda de Morón que le gustaba entrar siempre en las sedes de la Fundación para fotografiar y buscar filmar algún escándalo.
En esos 5 grupos quedó aprisionada la trayectoria del padre Grassi. Pero ha variado en estos 4 años la prioridad de los atacantes. Con Héctor Magnetto desde hace meses internado con una enfermedad muy grave en Chicago, Estados Unidos -más necesitado hoy de un sacerdote que de atacarlo- «Clarín» duda en apoyar esta maniobra. Se cuida y sigue más por los juicios civiles (el Grupo «Clarín» entre laborales y de otros fueros tiene 700 juicios en la actualidad) que de aquellas acusaciones de Magnetto.
Contrataron por 6 meses (hasta después del juicio) a Miriam Lewin, la productora que una vez descubierto que existía una trama en Morón de judiciales, por disputa de cargos de mujeres, contra un sacerdote, operó todo el caso para «Canal 13». No se sabe dónde está Irene Bais, compañera de Lewin, que no querrían que se presente al juicio oral porque está la prueba de que ella, figurando como «periodista» de «Clarín», pidió la tenencia del entonces menor Aguirre a la hoy finalmente jueza Mirta Ravera Godoy, amiga del grupo de fiscales. A ella le llevaron a «Gabriel» fuera de la jurisdicción de Morón donde correspondía ingresar el caso. No hay antecedente de prensa en donde alguien que cubre una información como «periodista» tome parte del caso y pida a un juez la tenencia legal y mantener en su casa al acusador, como hizo Irene Bais.
Los que han pasado, entonces, del quinto al primer lugar en atacar al sacerdote Grassi son los del grupo ideologizado que se cubren con la Sra. Estela de Carlotto. Estos descubrieron que el sacerdote atiende y educa como católicos a 4.500 chicos; que maneja 10 escuelas; 11 hogares para vivir, dormir, estudiar y dar de comer a los chicos de la calle; otros 16 hogares para chicos pobres sólo de día; 7 comedores comunitarios; hogar para la mujer prostituida; 2 salas materno-infantiles para madres solteras; todo eso ubicado en provincia de Buenos Aires, Capital Federal, Santiago del Estero, Chaco, Formosa, San Juan y uno en construcción en Santa Cruz. Todo sólo en 13 años desde el inicio donde este sacerdote ya educó a alrededor de 20.000 chicos de la calle, inclusive a nivel polimodal, dándoles un oficio y muchos hasta tienen hoy títulos universitarios.
La revista «Veintitrés» -de Sergio Spolsky, quien no figura como director y reclama cuando se lo confunde con su tío juzgado por la quiebra fraudulenta del Banco Patricios- se sorprende que el primado de la Argentina (cardenal Jorge Bergoglio) defienda al sacerdote Grassi. ¿Cómo no lo va a proteger si él, como la totalidad de los imparciales relevantes en el país saben que se trató de una maniobra armada? Raro que «Veintitrés» caiga en la simpleza de no darse cuenta que siempre un cardenal va a proteger -aunque no lo hace públicamente- a un clérigo que ya prodigó cristianismo y no marxismo a 20.000 chicos pobres.
A esa izquierda la tienta poseer esta gran organización, base para cuadros políticos no porque no pueda lograr, fondos y subsidios de este gobierno sino que llevaría años formar estructuralmente algo así y no tendría lo más valorado: la antigüedad que facilita créditos internacionales benéficos. Calculan, además, que quienes le dan ayuda en dinero, ropa, comida y otros enseres al sacerdote para mantener su obra no podrían negárselos a ellos, aunque sí pueden hacerlo porque nadie ayuda con aportes para que ideologicen a chicos pobres. Confían en agrandar la ayuda estatal si se les caen aportantes privados. No dejan de ser utópicos en su pretensión porque la Fundación está asentada mucho para atender tantos niños en un abnegado conjunto de monjas que ayudan gratuitamente al sacerdote Julio Grassi -son las que más se indignan por las falsedades de abuso de menores en la Fundación Felices Los Niños que le inventaron, porque significaría que ellas son cómplices o tontas- y no participarían tampoco en introducir la política cuando se trata de salvar chicos pobres en una situación de tanta necesidad.
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