6 de diciembre 2006 - 00:00

"Por mi esposa, pongo las manos en el fuego"

Marcelo Macarrón (esposo de Nora Dalmasso), junto a su hijo Facundo, accedió a la requisitoria periodística. Desechó rumores y desmintió versiones sobre su intervención en el hecho.
Marcelo Macarrón (esposo de Nora Dalmasso), junto a su hijo Facundo, accedió a la requisitoria periodística. Desechó rumores y desmintió versiones sobre su intervención en el hecho.
La ciudad de Río Cuarto vive convulsionada por las noticias que se suceden sobre el asesinato de la empresaria Nora Dalmasso, aunque observa con cierto recelo el accionar judicial que acrecienta, incomprensiblemente, la lista de sospechosos (hasta ahora, 18) y por el anticipo de que pedirán ADN de todos ellos.

De concretarse esta medida, se entiende como una manera de invadir las libertades individuales a la luz que no hay ni siquiera semipruebas para tomar tal decisión.

Un accionar que señala que aún la Justicia no tiene indicios (más allá de presunciones), para tomar medidas concretas. Ayer hubo declaraciones del marido de la víctima y se dieron a conocer los resultados de la autopsia.

Marcelo Macarrón, marido de Nora, declaró en conferencia de prensa: «Mi mujer era una ama de casa excepcional y pongo las manos en el fuego por ella». El médico traumatólogo consideró «que los sospechosos son todos, los 17 hombres de Punta del Este (en referencia a quienes estaban con él en el torneo de golf) y el círculo de sus amigas».

De esta manera salió al crucede las versiones que lo sindican como el ideólogo del homicidio de su mujer y dijo que nunca podría haber hecho algo malo a la mujer que amaba: «Yo tengo una conducta de vida que no la voy a cambiar. Creo que sería muy pavo de mi parte haber matado a la mujer amada», dijo en la puerta de su casa del exclusivo barrio Villa Golf de Río Cuarto.

  • Huellas

    Respecto de la investigación del caso, los forenses indicaron que la autopsia demostró que la mujer, más allá de haberle encontrado un lazo alrededor del cuello, se le comprobaron signos de las yemas de los dedos del asesino en la parte superior del cuello, sobre el lazo.

    Los peritos descartaron « totalmente» la asfixiofilia o el juego sexual como causa de muerte, al evaluar que esas prácticas demuestran un consentimiento por parte de la víctima que en este caso no se evidencia. Además, se encontraron lesiones en la cabeza y en un codo que fueron considerados como «golpes instintivos».

    A raíz de estos datos, los investigadores comenzaron a evaluar la hipótesis que apunta a que la mujer pudo haber sido atacada sexualmente o directamente violada, para lo cual amplió el círculo de sospechosos entre obreros que trabajaban en el barrio privado y en la casa de la víctima y posibles clientes de la empresa para la cual trabajaba Nora.

    Si bien los análisis del semen, de la vaselina hallada en la escena y de los cabellos están a cargo de otros profesionales, para los forenses el patrón genético extraído del semen no necesariamente va a conducir al asesino, ya que si la mujer tuvo unas horas antes otra relación sexual es posible que hayan quedado rastros de ese otro hombre.
  • Dejá tu comentario