31 de octubre 2018 - 09:53

La Argentina supermercado del mundo ¿es posible?

ACTUALIDAD - Estabilidad macroeconómica y reglas de juego claras son condiciones “necesarias, pero no suficientes”, según los especialistas. La estrategia conjunta y el rol de las embajadas.

La Argentina supermercado del mundo ¿es posible?
En julio del año pasado, en su discurso de inauguración de la Exposición Rural, en Palermo, el presidente Mauricio Macri insistió con una idea que venía pregonando ya desde la campaña que lo llevó a la Casa Rosada. "Necesito pedirles más: les tengo que pedir más inversión, más tecnología y agregar más valor a nuestra producción. De ser el granero del mundo tenemos que pasar a ser el supermercado del mundo", afirmó efusivo ante los productores que lo escuchaban. Ante este ideal caben algunos interrogantes. El primero: ¿qué significa ser "supermercado del mundo"? Es exportar alimentos terminados, con alto valor agregado, que lleguen directamente a las góndolas y no materias primas que terminen en industrias extranjeras que realicen esa tarea. Por otro lado, ¿tiene la Argentina las condiciones para hacerlo? A priori, en función de sus recursos naturales, se puede decir que sí. Y por último, ¿qué se necesita para hacerlo? Ahí la respuesta es más compleja, porque requiere de cambios en la matriz interna y externa, condiciones macroeconómicas acordes, y una política estratégica de cara al mundo apalancada fuertemente desde el propio Estado.

Distintas fuentes consultadas por Ámbito Biz coinciden en que la estabilidad macroeconómica y reglas de juego claras son condiciones "necesarias, pero no suficientes".

Se requiere también una aceleración en la reducción de la presión impositiva, un fuerte trabajo en la reducción de los costos laborales -no necesariamente los salariales- y de producción, con un acompañamiento del desarrollo de la logística que disminuya la incidencia del transporte en el precio final, y una sólida tarea de promoción desde las embajadas y consulados para colocar los productos argentinos en el mundo. Además, un tema no menor, es que se necesita también un mercado interno fuerte, y una planificación del perfil exportador que garantice en paralelo el abastecimiento local de productos, que debería redundar en precios más bajos para los consumidores argentinos.

Balanza comercial

La semana pasada el INDEC dio a conocer su informe mensual sobre intercambio comercial que arrojó un superávit por primera vez en 21 meses. Sin embargo, ese dato lejos está de ser completamente positivo. "Las exportaciones de septiembre cayeron 4,8% respecto de septiembre de 2017 (-255 millones de dólares). Los precios crecieron 7,3% y las cantidades se contrajeron 11,2%. El valor de las exportaciones de productos primarios se redujo 32,3% de manera interanual; los precios aumentaron 4,2% y las cantidades se contrajeron 35%. Las exportaciones de MOA (Manufacturas de Origen Agropecuario) aumentaron 1,2%; los precios crecieron 3,2% y las cantidades se contrajeron 2%. Las exportaciones de MOI (Manufacturas de Origen Industrial) decrecieron 4%; los precios subieron 0,5% y las cantidades disminuyeron 4,4%", explicó el organismo estadístico. La caída de las exportaciones se explica en parte por la sequía que afectó a los porotos de soja, aunque se destaca un aumento en la venta al exterior de carnes. Sin embargo, el resultado positivo de la balanza se produjo fundamentalmente porque la fuerte devaluación de los últimos meses derrumbó las importaciones, y en un rubro clave: los bienes de capital, necesarios para la producción, decrecieron el 42,3%.

"El superávit se dio por la fuerza, por el alto salto del tipo de cambio y por la recesión. Se dio por las malas", opinó el economista jefe de la consultora Ecolatina, Lorenzo Sigaut Gravina. Por su parte, Pablo Dragun, director del Centro de Estudios de la Unión Industrial Argentina, agregó: "Las manufacturas de origen industrial venían creciendo y bajaron. Fue un mes raro por el fuerte salto del tipo de cambio, no va a continuar así".



A las góndolas

"Supermercado no es ser monoproducto. Tenemos que llegar a la góndola completa, es decir con toda la variedad posible. Es un proceso. Si la decisión es ser supermercado y se conjuga todo lo que hay que hacer, en 5 años podríamos vislumbrar la potencialidad de estar exportando entre 40.000 y 50.000 millones de dólares de alimentos industrializados, de los 26.000 millones que se están exportando hoy", asevera Daniel Funes de Rioja, presidente de la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (COPAL). "Lo más interesante es pasar de la exportación del agro a la agroindustria. En algunos sectores, como el sojero, ya estamos insertos. No exportamos muchos productos, pero sí derivados. Ahora bien, ser supermercado del mundo es estar en las góndolas, y para eso tenés que exportar productos con alto valor agregado, y marca fuerte, ya sea marca país o de una empresa", insiste Sigaut Gravina. Un ejemplo es el trabajo que realizó la industria vitivinícola que logró hacer despegar la exportación de vinos argentinos a destinos como Reino Unido o Estados Unidos, solo por nombrar algunos.

Para Dragun "si fuera tan fácil ya se hubiese hecho, porque no somos tan incapaces, ni los gobiernos ni los empresarios". "Cuando hablás de supermercado del mundo, de hacer alimentos, es crear un matriz de consumo interno y de producción para exportación, que se tienen que desarrollar de manera conjunta. Y asegurarle a los emprendedores que van a poder colocar su producción", añade el analista Salvador Di Stefano.



Costo argentino


Los especialistas remarcan a coro que el primer paso es solidificar los pilares de la macroeconomía, dándole previsibilidad y estabilidad. No basta solamente con tener un tipo de cambio "competitivo", léase, un dólar caro. Es crucial la reducción de impuestos y costos de transporte, de la energía y de producción que encarecen el precio final de los bienes. Por otro lado, está la cuestión de las altas tasas de financiamiento, porque el exportador requiere del crédito para producir y sostenerse, y si no lo tiene está obligado a vender a precios más elevados, lo que le resta competitividad frente a sus competidores.

Al respecto, afirma Dragun: "Tenemos un montón de cuestiones vinculadas a nuestra competitividad, que más allá de la suba del tipo de cambio que redunda en un beneficio para los exportadores, no es así para el mercado interno por la recesión que se está viviendo. Hay un montón de costos que hay que bajar, como transporte y logística, la energía (si está siempre atada al dólar cualquier salto va a hacer que te aumente el costo), y todo el tema tributario que está pensado más con una lógica de que el Estado recaude que en fomentar una mayor producción con mayor valor agregado". Y Funes de Rioja agrega: "Hoy tenés una carga impositiva sobre el precio del 40% en alimentos y el 50% en bebidas. Quiere decir que exportás impuestos. Después tenés el impacto de la logística. Que es del 14% al 30% sobre el costo. Que distorsiona absolutamente la competitividad, porque comparado con otros países es el doble o el triple".

Además de todo lo anterior, Di Stefano ratifica que "para la industrialización también es necesario tener energía barata, y la logística adecuada para poder ir del campo a la industria, de la industria al puerto, y del puerto al mundo".



Estrategia


Pero además se necesita una estrategia consolidada desde el Estado para abrir nuevos mercados, de manera planificada, con acuerdos comerciales, y que ayude a sortear las barreras paraarancelarias y fitosanitarias que impiden el ingreso de productos alimenticios a otros países.

"No hay que tener una mirada naif del mundo, se tienen que hacer acuerdos comerciales en pos de colocar más bienes argentinos, no se puede hacer un acuerdo de productos e inversiones pensando que si uno entrega un montón de cuestiones vinculadas al comercio eso va a redundar en mayores inversiones. Desde mi punto de vista hay que fomentar más la inversión y el crecimiento de las empresas locales", dice Dragun.

Di Stefano profundiza sobre la estrategia en la exportación de carnes: "Hay que hacer un trabajo para ver qué corte vas a exportar, qué rentabilidad vas a tener, y qué cortes vas a tener en el mercado interno a un menor precio. Sobre esto último hay que tener un política de Estado que promueva el consumo de nuevas carnes, por ejemplo el cordero. Hoy la carne argentina es una marca internacional. Somos el sexto exportador del mundo, cuando veníamos del subsuelo, y con el segundo precio más caro. Pero todo eso no lo estamos potenciando en el mercado interno. Para exportar necesitás que la vaca esté en entre 430 y 500 kilos. Y hoy no hay crédito en el mercado para que los ganaderos lleven los animales a ese peso. Para eso se necesita tiempo y plata, porque el ciclo de la ganadería son 5 años".

Asimismo, Funes de Rioja sostiene que "es necesaria una articulación de las estrategias de producción y exportación". "Por un lado el Gobierno está abriendo mercados claramente, pero por otro lado tenemos que trabajar fuertemente para definir la oferta exportable, porque podés tener mercados y no tener productos. Elaborar esa estrategia requiere de un trabajo conjunto entre el sector público y el privado". Mientras que para Sigaut Gravina "hay que hacer marketing, apertura de mercados, acuerdos comerciales. Insertarse en las cadenas de valor. Adaptarse a las normas fitosanitarias. Hacer acuerdos con empresas de supermercados en el mundo. Tenés que entrar con productos, con marcas".

"Para que Argentina se convierta en supermercado del mundo se necesita una gran inversión en política de Estado y que todos los consulados se conviertan en promotores de los productos. Para eso, el Estado tiene que ir a los distintos mercados, hacer una investigación y ver qué quieren los consumidores. Para que se planifique la producción en función de la exportación y del consumo interno", dice Di Stefano. Y ejemplifica: "Es detectar que en EE.UU. quieren determinado corte, que en Rusia consumen el cuarto trasero, en Chile el delantero, en Europa buscan este corte, los chinos este otro, en India otro, y ahí ponés el dibujo del animal y cada parte va a tener un destino. Probablemente, lo que va a ocurrir es que toda la carne pegada a hueso va a quedar para consumo interno, porque al mundo no le gusta, a los únicos que nos gusta es a nosotros, por lo que el asado va a seguir siendo argentino. Y además a un precio menor".

En la actualidad, en la industria de la alimentación en la Argentina hay entre 15.000 y 20.000 empresas, de las cuales 100 son exportadoras netas, y 1.000 que venden fuera del país o están en condiciones de hacerlo.Pero los especialistas coinciden en que "hay que ampliar más la base".

En un ejercicio de futurología, las estimaciones indican que si se logra estabilizar la macroeconomía y si las condiciones internas y externas permiten desarrollar estas políticas de Estado, la Argentina podría convertirse en "supermercado del mundo" en entre 5 y 10 años. "El emprendedor en este país vive en una jungla sin brújula y con el Estado jugándole en contra, imaginate si le juega a favor. Te da vuelta el mundo", remata Di Stefano.





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