27 de diciembre 2018 - 00:05

La conducción militar lleva a PDVSA a una crisis sin precedentes

La petrolera sufre por la falta de mantenimiento de sus instalaciones y es incapaz de realizar operaciones fundamentales como perforaciones. Maduro la entregó a los uniformados a cambio de lealtad.

ALIANZA. El nombramiento de Manuel Quevedo al frente de PDVSA forma parte del esfuerzo del presidente Nicolás Maduro por garantizarse el apoyo castrense en plena crisis económica e institucional.
ALIANZA. El nombramiento de Manuel Quevedo al frente de PDVSA forma parte del esfuerzo del presidente Nicolás Maduro por garantizarse el apoyo castrense en plena crisis económica e institucional.

Caracas - El pasado 6 de julio, el mayor general Manuel Quevedo se unió en oración a su esposa, un sacerdote católico y un grupo de trabajadores petroleros en una sala de conferencias de la sede de Petróleos de Venezuela (PDVSA) en Caracas. El militar de carrera, quien ha llevado las riendas de la atribulada petrolera estatal en el último año, no participó de una misa ordinaria: en la ceremonia los presentes pidieron a Dios incrementar la producción de crudo.

“Este espacio de paz y espiritualidad”, se lee en un comunicado del Ministerio de Petróleo que luego fue retirado de su página web, “estuvo acompañado por las peticiones de la clase trabajadora dirigidas a la recuperación productiva de la industria”.

El presidente Nicolás Maduro sorprendió a muchos en noviembre de 2017 cuando nombró a Quevedo, un alto oficial de la Guardia Nacional sin experiencia en el sector petrolero, para dirigir PDVSA.

Desde entonces, las acciones de Quevedo han despertado aún más dudas de que él y los demás uniformados que dirigen la firma tengan un plan viable para rescatarla de una deuda aplastante, el éxodo de buena parte de sus trabajadores y una producción menguante, que ha bajado a su menor nivel en casi siete décadas.

Además de suplicar al cielo, Quevedo ha ejecutado en los últimos meses una serie de polémicas medidas que expertos de la industria, empleados y contratistas de PDVSA e, incluso, ciudadanos comunes, dicen está empujando a la ruina a la otrora respetada y rentable compañía.

Soldados armados con fusiles AK-47, siguiendo órdenes de prevenir trampas en los manifiestos de carga, ahora abordan camiones tanqueros y buques para acompañar las inspecciones, creando temor entre muchos capitanes y tripulantes extranjeros.

Los trabajadores que cometan errores al operar los cada vez mas deteriorados equipos enfrentan el riesgo de ser arrestados bajo acusaciones de sabotaje o corrupción. Asimismo, jefes militares con nexos con el sector privado se disputan con otros contratistas lucrativos contratos de servicios y negocios de suministro a la empresa.

En un revés poco difundido de la política gubernamental de nacionalización de la industria, que perduró por casi dos décadas, la falta de experiencia entre gerentes militares está llevando a PDVSA a contratar firmas externas para mantener a flote incluso sus operaciones medulares, como perforar o producir crudo en los campos petroleros. Para consternación de muchos actores familiarizados con la industria petrolera venezolana, algunos contratos se asignan a compañías poco conocidas sin experiencia.

Combinadas, las acciones de las Fuerzas Armadas en PDVSA dejan a la compañía más importante del país, responsable de más del 90% de sus ingresos por exportaciones, con cada vez menos vías para reconstruir las finanzas nacionales, pagar a sus numerosos acreedores y recuperar su holgada autosuficiencia como productor de petróleo, afirman veteranos de la industria.

“Vemos una política de destrucción de la industria petrolera”, afirmó José Bodas, secretario general de la Federación de Trabajadores del Petróleo.

Maduro defiende a los jefes militares argumentando que están más en sintonía con su visión socialista en comparación con profesionales capitalistas de la industria que “explotan” al país para beneficio personal. “Quiero a una PDVSA socialista”, sostuvo.

Casi 20 años después de que el fallecido presidente Hugo Chávez lanzara su “revolución bolivariana”, los problemas se acumulan en Venezuela. Alimentos y medicamentos escasean, la hiperinflación ha destruido el poder adquisitivo de los ciudadanos, cada vez más desesperados, y cerca de tres millones de venezolanos huyeron del país en busca de una mejor vida.

En PDVSA, la antigua gerencia buscó por mucho tiempo mantener a la empresa funcionando incluso cuando la crisis económica y los declinantes precios del petróleo recortaron los recursos disponibles para invertir en exploración, crecimiento y mantenimiento básico.

Pero sus esfuerzos no fueron suficientes para detener el progresivo deterioro, que condujo a una disminución en la producción aún mayor, daño acumulado en las instalaciones y pérdida progresiva de trabajadores calificados. Ahora, dicen los críticos, los militares que dirigen PDVSA dejaron de lado cualquier pretensión de manejar la compañía como un verdadero negocio. Sin importar el grado de disfunción, PDVSA sigue siendo una rara y crucial fuente de moneda extranjera para la debilitada nación OPEP.

Para Maduro, quien llegó a la presidencia después de que Chávez falleció en 2013, la entrega de la compañía a los militares fue un movimiento calculado para comprar la lealtad de oficiales clave, según observadores.

“Ahora nadie va a poder sacar a los militares de PDVSA”, aseveró Rafael Ramírez, exministro de Petróleo. En tiempos de Chávez también dirigió la compañía durante una década, pero tras la muerte del mandatario se enfrentó a Maduro, quien lo acusa a él y a otros exejecutivos de corrupción. “PDVSA es un cuartel”, dijo Ramírez.

La petrolera enfrenta dificultades para cumplir sus contratos de suministro a clientes, incluyendo acreedores de China y Rusia que adelantaron miles de millones de dólares al país en la última década a cambio de petróleo. El mes pasado, Igor Sechin, jefe de la petrolera estatal rusa Rosneft, voló a Venezuela y se quejó ante Maduro por los retrasos en los pagos con crudo.

Si bien el apetito por el petróleo venezolano en el mundo no ha disminuido, los problemas operacionales durante la gestión de Quevedo han hecho que la producción caiga un 20%, a 1,46 millones de barriles por día, según las últimas cifras que Caracas reportó a la OPEP.

En enero Quevedo asumirá la presidencia rotativa de la OPEP por un año. Los problemas financieros de PDVSA probablemente demandarán gran parte de su atención. Se proyecta que el valor bruto de las exportaciones petroleras de PDVSA caerá a 20.900 millones de dólares este año en comparación con los 24.900 millones de dólares del año pasado, según cálculos proporcionados a Reuters por el Centro Internacional de Energía y Ambiente del IESA, una escuela de negocios en Caracas.

Hace una década, el valor de las exportaciones era cuatro veces más alto, de unos 89.000 millones de dólares, según datos oficiales. La petrolera no ha publicado su balance financiero de 2017 y tampoco estadísticas sobre su gestión del año que culmina.

Agencia Reuters

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