17 de diciembre 2018 - 00:01

La economía de 2019 frente a un año electoral

Mientras sigue el debate sobre cuánto es herencia K y cuánto de Cambiemos, el Gobierno debe prepararse para enfrentar un panorama complicado por el mayor deterioro de los indicadores socioeconómicos.

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El mundo sigue jugando a favor con las 30 principales economías creciendo sin que el proteccionismo de Trump impacte en la macro hasta el momento. La suba de tasas de la Fed es un factor a seguir si bien las expectativas de aumento de inflación americana no son importantes.

Esperamos una reactivación de Brasil con un nivel actual de PBI muy malo desde que Lula abandonó el poder. Esta expansión del gran vecino comercial puede motorizar segmentos de la agroindustria argentina y al complejo automotriz y de autopartes. Conoceremos a Bolsonaro hacia mayo, por ahora es una incógnita como va a jugar.

La economía argentina de 2019 está marcada por el año electoral. Para el Gobierno es central que la recesión termine en el primer semestre, de lo contrario se va a votar en un escenario de estanflación que puede perjudicar a la fórmula oficialista.

No es la intención de estas líneas comentar las alternativas electorales, pero es claro que hay tres espacios relativamente definidos y que se votará el mal menor ejerciendo el voto útil. A Macri le conviene enfrentar en una segunda vuelta a Cristina de Kirchner por su techo bajo. El espacio peronista no K sigue siendo una incógnita. Si se dispersa, pierde competitividad. Si logran armar una alianza, son una fuerza importante dado el desempeño económico pobre del Gobierno en estos tres primeros años. No cabe duda de que Cambiemos alcanzó metas importantes: sincerar la economía, dar transparencia institucional, reposicionar al país con el mundo (veamos el impacto del G-20), reconstruir el sistema estadístico, retornar a un cuadro tarifario razonable, entre otras cuestiones.

Fantasmas

El FMI domina la escena de la macro de corto plazo. Por ahora se despeja el fantasma de un default, pero hay voces que plantean que ante una nueva crisis podríamos ir a una renegociación de deuda. La deuda preocupa también al Fondo. No es alta en la comparación regional, pero ha aumentado durante la gestión oficial para financiar al gradualismo.

La suba inesperada del dólar en nuestro país, asociada a que se cerraron los mercados, complicó el panorama ya que la devaluación arrastró inflación y ésta supuso la caída del salario real y del consumo. Con este nuevo tipo de cambio real y con un objetivo de déficit primario cero en 2019 los fundamentals mejoran a costa de una caída no muy pronunciada del PIB, pero que duele más porque casi son tantos los años recesivos como los expansivos en esta década que es para olvidar. Se está sincerando la economía bajo el costo de una recesión no profunda como la de 2009.

La tasa de interés es de esperar que ceda hacia mayo-junio conforme la inflación baje. Para las empresas, en particular las pymes, la tasa de interés tan elevada son un factor distorsivo que complica la cadena de pagos y el financiamiento. El crédito en general está muy bajo en términos del PIB y la economía pierde puestos de trabajo.

Desde el Ministerio de Producción se procura mitigar daños, pero es difícil arreglar la micro sectorial con una macro influida por una tasa de interés muy alta y lamentablemente necesaria para evitar el escenario peor que es que el dólar tenga otra escapada, por encima de la banda superior.

La realidad sectorial no es homogénea. Los bienes transables de exportación están mejor posicionados junto al turismo y a la energía (Vaca Muerta es una gran promesa). El uso de la capacidad industrial es bajo, está en un 60%.

Las exportaciones siguen amesetadas, se espera una buena cosecha que no va a definir el año, pero claramente suma. Lo ideal es llegar a las 140 millones de toneladas. Recordemos que el arrastre negativo de PIB es de 4% para 2019. La recesión terminará seguramente en el segundo semestre de 2019, con un rebote moderado.

La balanza comercial va ajustando más por importaciones que por exportaciones. La cuenta corriente de 30.000 millones de dólares, negativa en 2017, se va a ir ajustando aunque hay que seguir de cerca la potencial apreciación del peso en 2019.

La inflación futura está en franco descenso y seguramente en 2019 sea la mitad de 2018, pero todavía será elevada, a pesar de la contracción monetaria y fiscal. Tomará seis años llegar a un dígito.

Para las empresas se presenta un año difícil en el frente laboral, seguramente el salario real caerá menos que en 2018, cuando claramente las paritarias y mucho más los salarios informales y las jubilaciones retrasaron mucho frente a la inflación.

La clase media argentina ha sido castigada por la inflación y el aumento del desempleo, sobre todo la clase media baja está sintiendo fuerte el ajuste. Este sector representó un apoyo clave al voto de Cambiemos en 2015 y 2017 y puede migrar.

Desafíos

En un año se modificaron mucho las expectativas de la sociedad. En diciembre de 2017 casi se descontaba un segundo turno para Macri, ahora ese escenario de continuidad está desafiado. A favor de Cambiemos ninguna de las figuras del peronismo con estatura presidencial mide más de 5% con la excepción quizás de Lavagna. Está muy atomizada la oposición y no aparece un Menem 89 o un Kirchner 2003.

Los indicadores sociales van a empeorar en 2019 y es ésta, como lo planteó el Fondo, un área crítica a atender. El Gobierno tiene una estructura de apoyo y contención que hereda del kirchnerismo con muchos “cheques” para niveles socioeconómicos bajos y esto ayuda aunque no es la solución ideal por los costos del asistencialismo.

Continúa en el debate cuánto del deterioro económico se debe a la herencia, cuánto fue mala suerte internacional (lo que Macri llama la tormenta) y cuánto fue mala gestión y falta de visión estratégica por parte de la conducción económica. El desafío político y económico del Gobierno es grande y en éste se juega la elección.

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