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"La fiesta es siempre de todos, pero la resaca es solitaria"
DIÁLOGO CON WALTER LEZCANO, UNA DE LAS VOCES MÁS DESTACADAS DE LA NUEVA GENERACIÓN LITERARIA - Acaba de publicar “Luces calientes”, una novela sobre la época que va de la crisis de 2001 a Cromañón.
P.: Sus personajes tienen la banda de "Los nietos del carnicero"...
W. L.: Los nombre de las bandas definen una época y la zona económica en donde se mueven sus integrantes. No es lo mismo llamarse Velvet Underground, que llamarse Rolling Stones, Sex Pistols o The Police. El nombre de la banda implicaba ubicarla en esa zona territorial, geográfica, histórica, que se corresponde con los personajes.
P.: La relación amorosa de Martín y Alejandra, entre otras cualidades pareciera remitir a los personajes de "Sobre héroes y tumbas".
W. L.: Me sorprende lo que pasó estos años con Sábato y Cortázar, hubo un codazo despectivo como si fuera literatura para novatos. Y yo entré por esa puerta a la literatura, con "El túnel", "Sobre héroes y tumbas" y "Abaddón, el exterminador". Me siento muy vinculado con ese ejercicio romántico de la literatura. Si hay una suerte de intertextualidad entre los personajes de Sábato y los míos es sólo un guiño afectivo, nada tienen que ver los avatares de su Martín y Alejandra con los de mi novela. "Luces calientes" es un mapa de situaciones, un recorrido territorial, una suma polifónica de historias hilvanadas a ritmo de videoclip.
P.: El siglo XXI entre nosotros empezó mal, con 2001, y para la generación de "Luces calientes" termina en la tragedia de Cromañon, el duelo y la resaca en soledad.
W. L.: Cromañón es el símbolo trágico de muchos finales. Es para nosotros el fin del siglo XX, la culminación de lo que había pasado con Menem, con De la Rúa, los siete presidentes y lo que vino después. Ese fin de siglo fagocitó los ideales del rock, que comenzó como algo vital y ya es un negocio más. En ese sentido somos personas con el corazón roto. Estamos yendo a recitales, a un montón de lugares, tratando de encontrar eso que habíamos vivido cuando éramos jóvenes. Es el sueño perdido de la utopía y sin ganas de que te derrumbe la realidad, no te querés volver un oficinista, tenés algo que señala que sos de otro lado, las zapatillas, por eso hay tipos grandes con remeras de los Stones. No quieren que su subjetividad sea conquistada por el otro y tienen microrresistencias frente a un estado de cosas que le plantea todo el tiempo adaptarse. Siento mucho cariño por esa gente a la que algunos le dirán: cuándo vas a crecer. Gente que siente la felicidad como su rebelión. En eso "Luces calientes", retrato de una generación conurbana, es una novela política.
P.: ¿En que está ahora?
W. L.: En diciembre salió "Los actos públicos" ensayo autobiográfico sobre el trabajo docente Para la Feria del Libro va a salir "Días distintos", ensayo sobre Calamaro y el fin de siglo en la Argentina. A mitad de años se reeditará mi segunda novela "Calle", y va a salir "Todo es poesía menos la poesía", ensayos sobre poesía argentina y sobre Parra del poeta Rodolfo Edwards que estoy editando y prologando.
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