24 de mayo 2019 - 00:00

La importancia de la próxima cumbre climática

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La humanidad no esta prestando la debida atención a la creciente amenaza global del cambio climático. El Informe Stern, hace ya más de una década sostenía que el cambio climático representaba un reto único para la humanidad, sosteniendo que era el mayor y más generalizado fracaso del mercado, también afirmaba que las consecuencias “podrán ser graves e irreversibles”. Stern fue claro cuando expresó que “cuanto menor sea la mitigación que logremos ahora mayor será la dificultad de continuar adaptándonos en el futuro.” Bueno pasaron ya los años y cada año que pasa es peor al anterior, ya que no solo crecen las emisiones contaminantes, sino que aumentan de una manera rápida y peligrosa las emisiones de CO2 acumuladas que envuelven a nuestra Tierra, y que permanecerán por siglos en el futuro.

El calentamiento global impulsado por las emisiones contaminantes es hoy el principal problema que enfrenta la humanidad, más allá de las fronteras propias de cada país. Según Naciones Unidas, si actuamos sin demoras, podemos reducir las emisiones de carbono de aquí a 12 años y frenar el aumento de la temperatura por debajo de los 2 °C, o incluso a 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales, según los datos científicos más recientes. Es cierto que ya rige el Acuerdo de París, que esboza las medidas globales a tomar para detener la alteración del clima y evitar así sus impactos negativos. Sin embargo, como Naciones Unidas ya lo reconoce, este acuerdo no tiene sentido si no se acompaña sin demoras por una acción efectiva, no meramente declarativa.

Por esta razón es importante que el secretario general de la ONU, haya hecho un llamamiento a todos los líderes mundiales para que acudan a Nueva York el 23 de septiembre con planes concretos y realistas para mejorar sus contribuciones a nivel nacional para 2020, siguiendo la directriz de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero un 45 % en los próximos diez años y a cero para 2050. Esta Cumbre reunirá a gobiernos, sector privado, sociedad civil, autoridades locales y otras organizaciones internacionales para desarrollar soluciones para avanzar en la transición global hacia energías renovables; infraestructuras y ciudades sostenibles; ordenación sostenible de nuestros océanos y bosques, que son de importancia para mantener la vida en la Tierra y desempeñan un papel importante en la lucha contra el cambio climático.

La protección de los bosques del mundo es una de las formas más eficaces de luchar contra el calentamiento global, ya que actúan como sumideros de carbono y absorben aproximadamente 2000 millones de toneladas de dióxido de carbono cada año. La gestión forestal sostenible ayuda a mitigar el impacto de este fenómeno a él. En la última sesión del Foro de las Naciones Unidas sobre los Bosques se observó que, los árboles podrían reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en alrededor de 15 gigatoneladas de CO2 al año para 2050, lo que podría ser suficiente para limitar el calentamiento por debajo de los 2° C, el objetivo establecido por la comunidad internacional en París en 2015. Hoy en día, los combustibles fósiles emiten 36 gigatoneladas cada año.

Es alentador que las nuevas tecnologías y las soluciones ofrecidas por la ingeniería ya producen energía a un costo menor que la generada basada en combustibles fósiles. La solar y la eólica son ya las fuentes de energía más baratas en las principales economías. Pero con esto solo no alcanza, ya que debemos empezar a poner en marcha globalmente cambios mas radicales. Esto significa acabar con las subvenciones a los combustibles fósiles para promover el cambio hacia la energía renovable, y también hacia nuevos vehículos con menos emisiones de CO2 por km. Esto exigirá fijar un precio del carbono que refleje el auténtico costo de estas emisiones, considerando desde los riesgos climáticos hasta los peligros para la salud que provoca la contaminación del aire.

Para asegurar que las acciones de transformación tengan el mayor impacto posible en la economía real, el Secretario General de la ONU ha priorizado las siguientes líneas de acción para poder concretar una acción global para la reducción de las emisiones. (i) Transición energética: aceleración del cambio de combustibles fósiles hacia la energía renovable, además de avances en las medidas de eficiencia energética. (ii)Transición industrial: transformación de industrias como la petrolera, siderúrgica, química, cementera, del gas o de la tecnología de la información.(iii) Acción en ciudades: avance de la mitigación y la resiliencia a nivel urbano y local, con especial atención en nuevas normas regulaciones para expandir los edificios de bajas emisiones, un transporte público y una infraestructura urbana mas amigable con el medio ambiente.

Para que sean efectivos estos planes no pueden encarar la reducción de emisiones de forma aislada: deben mostrar una vía hacia la transformación de las economías siguiendo los objetivos mundiales de desarrollo sostenible. Por esta razón no deberían aumentar aún más la desigualdad económica. Tienen que ser equitativos, crear nuevas oportunidades y proteger a aquellos que se ven afectados por los impactos negativos en el contexto de una transición ordenada.

Esta convocatoria de Naciones Unidas es importante y requiere que nuestro Gobierno presente en esta reunión en Nueva York una posición consensuada con todas las fuerzas políticas, porque esta en juego el futuro de las próximas generaciones.

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