12 de febrero 2019 - 00:01

Las fantasías de Christine y de Sandleris

Christine Lagarde y Guido Sandleris
Christine Lagarde y Guido Sandleris

Las felicitaciones del FMI por la marcha del programa económico y el optimismo del BCRA por la presunta estabilidad cambiaria deberían causarnos sorpresa, pero, aún más, indignación.

Primero esa presunta estabilidad cambiaria determina un cierto valor del dólar que nadie sabe a ciencia cierta si corresponde al valor que expresa la competitividad de nuestra economía siendo éste el rol esencial que debería cumplir esta variable. Esto es así, porque el BCRA ha convertido el mercado cambiario en una gigantesca timba financiera, que responde exclusivamente a movimientos financieros especulativos generados tanto interna como externamente más que a cualquier otra causa de interés para la economía real.

Peor aún, el autismo en que han caído el BCRA y los funcionarios del FMI al mirar simplemente la presunta estabilidad cambiaria para juzgar la actual política monetaria es similar al imperdonable error que se cometería si alguien quisiera analizar la salud y los resultados de una empresa estudiando solamente un par de cuentas del activo o del pasivo.

Christine Lagarde está preocupada por un posible estancamiento de la economía mundial, pero felicita al Gobierno de Cambiemos por su política que ha empujado al país a una de las recesiones más graves de las últimas décadas, con una caída del PBI, anualizando los dos últimos trimestres, superior al 8%, y sin ninguna expectativa de superación cierta en el corto plazo.

El rol destructivo de la política que desarrolla el BCRA no reside únicamente en las fantásticas tasas de interés que ha impuesto en el mercado (insistimos en que la baja que debería darse en las mismas para ser consecuentes con las expectativas de inflación, deberían llevar a la tasa de las LELIQS a un 40% efectiva anual, es decir menos del 30% en lugar del 45 o 50% que se establece diariamente); sino también en la regla de crecimiento cero de la Base Monetaria, que dadas las expectativas de inflación, implican una reducción en términos reales de la cantidad de dinero y del crédito del 30%, lo que está haciendo y va a continuar haciendo que la economía real continúe en zona de desastre sin expectativa alguna de superación.

(*) Economista. Presidente del Consejo de Empresarios Nacionales. Ex secretario de Comercio Interior. Profesor de teoría económica.

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