17 de julio 2018 - 19:30

Legalizar el aborto no soluciona nada

Marta Varela, Senadora por la Ciudad de Buenos Aires.
Marta Varela, Senadora por la Ciudad de Buenos Aires.
Por Marta Varela, Senadora por la Ciudad de Buenos Aires (Cambiemos).-

El próximo 8 de agosto será un día clave para nuestro país. Vamos a votar la legislación que va a regir, de ahora en más, sobre el aborto. En los cuerpos legislativos la única forma de conseguir los números necesarios para lograr una ley es el diálogo y el consenso entre partidos. Pero estamos frente a un tema que cambia las reglas de juego.

Nos encontramos con dos posturas transversales a todas las fuerzas. Es tan complejo porque interpela nuestra posición frente a la vida y moviliza nuestras convicciones, nuestros valores y nuestros principios y, además, nos enfrenta a nuestra responsabilidad como legisladores frente a una media sanción a todas luces inconstitucional.

Si bien nunca se ha hablado sobre el aborto con más libertad que ahora, en el Congreso, en las reuniones sociales, en las charlas familiares y en la calle, parecería ser que defender la vida del niño está pasado de moda.

El debate en la Cámara de Diputados disparó una alerta: hubo 17 jornadas de plenario de comisiones, 738 expositores, doce horas de discursos y, aun así, no logramos un idioma en común.

Esta ley habla de interrupción voluntaria de embarazo pero es, en realidad, una norma que legaliza el aborto en cualquier circunstancia. Si no llamamos las cosas por su nombre, no podemos enfrentar el tema con la seriedad y la responsabilidad que merece.

Desde que comenzó la discusión pública sobre el aborto, si alguien se expresa en defensa del niño por nacer, se reduce la discusión a células. Si se defiende el derecho a la vida, se cuestiona de cuál de las vidas, como si no se pudiera defender la vida en general de hombres y mujeres desde la concepción hasta la muerte.

No se tiene en cuenta la certeza científica del ADN diferente de madre e hijo, uno de los argumentos más importantes, objetivo e irrefutable.

No se acepta el informe de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH) que reconoció al embrión como persona.

No se considera el concepto del derecho a la vida desde la concepción, respaldado en los convenios internacionales que nuestro país ha firmado y que son superiores a cualquier ley.

Se amparan en el argumento de la salud pública, pero es sólo una excusa. Nuestro país no tiene estadísticas comprobables, tampoco hay análisis presupuestario. Médicos e instituciones médicas plantean su preocupación. Los abogados, sus cuestionamientos constitucionales. Pero el apasionamiento acalla las voces sensatas.

En estas condiciones, ¿cómo legislar responsablemente en cuatro meses sobre un tema de vida o muerte?

Es un tema complejo porque lamentablemente es real, existe. Porque mueren mujeres, se abortan niños y estamos en pleno Siglo XXI. La resolución de este problema no es fácil. El Gobierno que nos antecedió desatendió a las mujeres, nunca aceptó hablar del problema y no lo enfrentó. Reconozco que nosotros, en dos años, no llegamos a desarticularlo. Es la consecuencia de años de falta de educación sexual y de falta de campañas de prevención y de planificación. Nos guste o no, aunque nos parezca lento y difícil, ese es el único camino que tenemos que reforzar para evitar tantas muertes dolorosas de mujeres y niños, no la legalización del aborto.

Todos queremos legislar para el bien común y sin embargo disentimos en el enfoque principal. La visión sustancial del rol que queremos darle al Estado con respecto a la vida.

Debemos aprovechar este momento en que el tema está sobre la mesa y reencontrar el camino del diálogo para trabajar en conjunto y generar políticas públicas que ayuden a las mujeres más vulnerables y a sus niños por nacer, igualmente vulnerables.

Es imprescindible dedicarnos fuertemente a la prevención y a la educación integral de la sexualidad, al mejoramiento de las condiciones de vida de las mujeres en situación de pobreza, al desarrollo e integración de sistemas de salud orientados a la mujer, a un sistema integral para el acompañamiento y atención prioritaria de la maternidad vulnerable, a la agilización de la justicia en los casos aceptados por el fallo FAL, y a un sistema de adopción más efectivo.

Desde mi banca de senadora -tal como lo hice desde la Legislatura porteña- me comprometo a defender la vida de todos los seres humanos; a representar a esa amplia mayoría de nuestro país federal que no se manifiesta en Callao y Rivadavia pero que asiste preocupada a nuestra definición; y a trabajar para que la mujer maneje la información, la prevención y la protección necesaria para que pueda ser verdaderamente libre. Siempre hay que darle una oportunidad a la vida.

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