1 de diciembre 2019 - 00:00

Los desafíos a la política exterior que viene

En el sistema internacional existen al menos tres posiciones. A partir del próximo 10 de diciembre, el nuevo gobierno mostrará qué rumbo tomará.

Las condiciones externas (el tan importante “viento de cola”) ya no son tan favorables para los países emergentes como en la primera década de este siglo.
Las condiciones externas (el tan importante “viento de cola”) ya no son tan favorables para los países emergentes como en la primera década de este siglo.
Foto: Pixabay

En todo país una tarea de sus gobernantes es decidir cómo quieren insertar al país en el mundo. Las posturas nacionales, los comportamientos, las expresiones públicas de sus funcionarios y los vínculos que establecen con otros Estados expresan la intención de cómo y para qué propósitos las naciones se posicionan dentro del sistema internacional. Sus políticas exteriores son el medio alcanzar sus objetivos nacionales.

En el sistema internacional existen al menos tres posiciones. La de los países líderes, que principalmente establecen las reglas y son el principal sostén de las mismas; la de los países que participan o acompañan a los lideres ayudando a construir o sostener el orden internacional. Por último, están aquellos que quieren cambiar el status quo o el orden prevaleciente.

En los años de la democracia, la Argentina ha desplegado distintas políticas exteriores que fueron cambiando su posicionamiento. A partir del próximo 10 de diciembre, el nuevo gobierno mostrará qué rumbo tomará: continuidad en la dirección, cambio moderado o total. Para ello sería bueno tuviera en cuenta que la política exterior junto con la política económica son esenciales para mejorar o empeorar la vida de sus ciudadanos.

Los presidentes Alfonsín y Menem trabajaron para ubicar al país en la posición del medio. Durante las anteriores presidencias kirchneristas, la Argentina abandonó esa posición y abrazó al grupo anti status quo acompañando al conjunto de países de la región que conformaban el grupo del ALBA al que más tarde se sumó Irán y abrió generosamente las puertas del país a China. Al mismo tiempo colisionó en forma manifiesta con los Estados Unidos, Europa Occidental, Israel y organismos multilaterales de crédito.

El gobierno de Mauricio Macri buscó desacoplar al país de aquel grupo. Apuntó a construir un perfil de país menos ríspido orientado nuevamente a favor de la posición. Por lo tanto, buscó mejorar la relación con los Estados Unidos, Europa Occidental e Israel. Alcanzar un mejor equilibrio con China y mantener una relación positiva con Rusia. En particular respecto del Reino Unido y las Malvinas, el gobierno de Macri abandonó el discurso confrontativo y restableció el diálogo interrumpido desde el 2007.

Las condiciones externas (el tan importante “viento de cola”) ya no son tan favorables para los países emergentes como en la primera década de este siglo. Se está desarrollando un nuevo multilateralismo y relacionamiento económico internacional. Muy cerca nuestro, el Mercosur necesita urgentes definiciones y acuerdos para asegurar su continuidad.

Existen algunas señales de lo que vendrá. A ambos lados del Atlántico no existen apoyos suficientes para concretar el acuerdo Unión Europea-Mercosur, por lo tanto, el tema quedara en un paréntesis. Alberto Fernández rápidamente le comunicó a Israel que revisará el decreto que Macri declaraba a la organización Hezbollah como grupo terrorista. Respecto de las Malvinas sus asesores han expresado la intención volver a congelar el diálogo, revisar los acuerdos de Madrid y si es necesario, eliminar el “paraguas de soberanía”. En cuanto a los temas de derechos humanos y democracia ya expresaron su posición a favor de Evo Morales, de Venezuela y de las movilizaciones populares cuando son contrarias a los gobiernos que no pertenecen al arco populista. En cuanto a Brasil, sus comentarios no fueron amistosos hacia el presidente Bolsonaro. Respecto de los organismos de crédito multilaterales ambas partes se mostraron dispuestos a dialogar sobre nuevas condiciones de financiamiento.

En base a estas señales y que en el pasado Néstor Kirchner desarrolló una política exterior opuesta en todos los aspectos a la menemista. Es razonable suponer que los Fernández podrían repetir y desplegar una política exterior opuesta en todo a la de Macri.

En el diseño de la futura política exterior, es evidente que al gobierno de los Fernández se le presentan nuevos desafíos. Deberán actuar activamente y por todos los medios posibles para lograr una inserción inteligente, que implica elegir entre ideología y pragmatismo.

(*) Director del Observatorio de Política Exterior de la UCEMA - Las opiniones expresadas son personales y no necesariamente representan la opinión de la UCEMA.

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