Mercosur-UE: un acuerdo que ayudará a ordenar la política comercial

Tras 20 años de negociación, el Mercosur y la Unión Europea firmaron un acuerdo comercial.
Tras 20 años de negociación, el Mercosur y la Unión Europea firmaron un acuerdo comercial.

En un país altamente proteccionista como el nuestro, las políticas que nos acerquen a consolidar una economía más abierta son bienvenidas y el acuerdo Mercosur-Unión Europea es una de ellas. Dadas las restricciones políticas y la oposición de poderosos grupos de interés, todavía es incierto cuándo y cómo se implementará lo acordado. De todas maneras vale preguntarse qué tipo de consideraciones debieran entrar en la evaluación de este acuerdo.

Tradicionalmente, un criterio central de evaluación de acuerdos comerciales ha sido el balance monetario entre las concesiones otorgadas y las concesiones recibidas. Sin conocer los detalles de lo firmado, dudo que en estos términos el acuerdo Mercosur-UE se acerque a dicho balance. La UE tiene claras ventajas comparadas en comercio de productos industriales, de servicios, y de productos protegidos con propiedad intelectual. La evidencia histórica muestra que en una gran mayoría de los acuerdos de libre comercio que ha firmado, la UE ha logrado concesiones importantes en los sectores que son de su interés mientras que los capítulos agroindustriales muestran concesiones mínimas o nulas. La excepción ha sido el acuerdo con Canadá quizás por aspectos geopolíticos y/o históricos.

Bajo otros patrones de evaluación, el acuerdo firmado es muy positivo. Primero, el Mercosur parte de una posición de elevado proteccionismo y entonces, es irremediable que seamos nosotros los que nos acerquemos al resto del mundo. El acuerdo nos ayudará a ordenar nuestras políticas comerciales disminuyendo y racionalizando la protección en un tiempo razonable. La asistencia financiera que durante décadas le han otorgado los consumidores (principalmente los de Argentina) a través de precios monopólicos a varias industrias como el acero y los autos ha sido muy elevada. Es decir, es probable que los beneficios sociales de este acuerdo estén más asociados a la disminución de precios relativos de muchos bienes industriales (excepto quizás los protegidos con propiedad intelectual), que a la ampliación del acceso de productos agroindustriales a los mercados de los países de la UE.

Segundo, históricamente el poder monopólico asociado a la protección otorgada a varios sectores se transformó en importantes presiones políticas sectoriales bien alejadas del interés general. De llegar a implementarse este acuerdo, probablemente habrá un mayor equilibrio de representación sectorial frente al poder político y esto aumenta la probabilidad de implementar políticas comerciales más balanceadas, menos proteccionistas y menos cíclicas.

Un tercer comentario está asociado con el aumento de la incertidumbre y las presiones nacionalistas en Europa y en el mundo en general incluyendo el Mercosur. El gran objetivo político que a mi entender está subyacente en el acuerdo, es la integración de los pueblos que históricamente ha estado asociado a menores tensiones bélicas. En una economía mundial como la que estamos viviendo desde hace unos años, este sería otro beneficio significativo del acuerdo firmado con la UE28.

Finalmente, cuando firmamos como miembros de la OMC y del Mercosur, avanzamos muchos pasos hacia la previsibilidad comercial e institucional. Luego vinieron los gobiernos kirchneristas y este edificio de previsibilidad que se había empezado a construir fue detonado y transformado en escombros. Para Argentina en particular, el acuerdo firmado con la UE28 podría llegar a ser una base importante de reconstrucción de previsibilidad económica siempre y cuando los partidos políticos que competirán en las próximas elecciones lo comprendan así porque no va a ser fácil convencer a los 28 (o 27 en caso de Brexit) gobiernos europeos de que este acuerdo es beneficioso para ambas partes.

(*) Miembro de la Academia Nacional de Ciencias Económicas

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