8 de junio 2025 - 15:00

El imperio mexicano de alimentos que inició con una pequeña tienda en Edomex y ahora tiene fábricas en todo el mundo

La Costeña nació como una tienda en Edomex y hoy es un imperio de alimentos con fábricas en México, EE.UU. y presencia en más de 40 países.

El imperio mexicano de alimentos que inició con una pequeña tienda en Edomex y ahora tiene fábricas en todo el mundo

El imperio mexicano de alimentos que inició con una pequeña tienda en Edomex y ahora tiene fábricas en todo el mundo

Detrás de muchas historias de millonarios mexicanos hay emprendimientos modestos que, con visión y esfuerzo, se convierten en gigantes empresariales. Tal es el caso de La Costeña, una marca que nació en el Estado de México como una pequeña tienda de abarrotes y que, un siglo después, se posiciona como uno de los imperios alimenticios más importantes del país.

La clave del éxito de La Costeña ha sido su capacidad para adaptarse a los cambios del mercado sin perder su esencia. Desde sus primeros días, cuando solo vendía chiles en vinagre, hasta convertirse en un referente de alimentos en conserva a nivel mundial, la empresa ha mantenido una estrategia basada en la calidad, la innovación tecnológica y la expansión constante.

Hoy, sus productos no solo están presentes en hogares mexicanos, sino también en más de 40 países. Además, cuenta con planta de producción en Estados Unidos y ha adquirido marcas internacionales para fortalecer su portafolio. Esta es la historia de cómo una tienda de barrio se transformó en uno de los gigantes del sector alimenticio en América.

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La historia de La Costeña, imperio de alimentos de México

La historia comenzó en 1923, cuando Vicente López Resines adquirió una pequeña tienda de abarrotes en Ciudad de México llamada “La Costeña”. Lo que comenzó como un negocio familiar pronto destacó por la venta de chiles serranos y largos en vinagre, los cuales eran empacados en frascos grandes con alcohol para extender su vida útil.

En 1937, López Resines tomó una decisión clave: fabricar sus propios frascos. Este paso hacia la autosuficiencia industrial marcó el inicio de una nueva etapa. Para 1951, ya había inaugurado una planta moderna con carretillas elevadoras y unidades de transporte. Ese mismo año se incorporó la primera línea de producción automática, lo que consolidó su capacidad de expansión.

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El crecimiento fue acelerado. En 1971, la planta se mudó a Ecatepec, Estado de México, donde hoy ocupa más de 250,000 metros cuadrados. En 1975, La Costeña entró al mercado estadounidense y, a partir de los años noventa, fundó nuevas fábricas en Sonora y San Luis Potosí.

En 2014, adquirió la estadounidense Faribault Foods, fundada en 1895. Esta compra le permitió ganar terreno en el competitivo mercado de conservas de EE.UU., con marcas como S&W, SunVista y Kern’s. La expansión no se detuvo ahí: en 2015 anunció que triplicaría la capacidad de su planta en Minnesota a casi un millón de pies cuadrados, apostando por la automatización y la robótica para mejorar sus procesos.

Pese a que la Bolsa Mexicana de Valores le propuso integrarse como empresa de capital abierto, La Costeña decidió mantenerse como empresa privada, fiel a su estrategia de crecimiento conservador y autosustentable.

Productos de La Costeña

La línea de productos de La Costeña ha evolucionado con el tiempo y hoy abarca más de una decena de categorías que combinan tradición y practicidad. Entre los productos estrella están los chiles en conserva, frijoles, salsas, mayonesa, puré de tomate, sopas, cremas y verduras mixtas.

Chiles enlatados como jalapeños, chipotles, serranos y rajas siguen siendo emblema de la marca, en diferentes cortes y combinaciones. Los frijoles, en versiones enteras, refritas y sazonadas, también han ganado popularidad por su sabor casero y su practicidad.

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En el rubro de salsas y condimentos, la empresa produce salsa cátsup, vinagre, aderezos y mermeladas. Incluso se ha expandido a categorías como sopas listas para calentar, tamales enlatados, dulces y porciones individuales para consumo escolar o laboral.

Una de las marcas más reconocidas dentro del portafolio de La Costeña es Doña Chonita, especializada en moles y adobos tradicionales. También cuenta con productos bajo el sello Rancherita, enfocados en consumidores que buscan sabores auténticos del campo mexicano.

La capacidad de distribución, la innovación en empaques y el enfoque en recetas tradicionales han sido pilares de su posicionamiento. Gracias a ello, La Costeña no solo se mantiene como líder en el mercado mexicano, sino que también se ha convertido en un símbolo de orgullo empresarial nacional, demostrando que una visión clara puede transformar un pequeño negocio local en un emporio global.

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