11 de abril 2019 - 00:00

Misión cumbre ante el Fondo: flexibilizar a David Lipton

El norteamericano se reunirá hoy en Washington con el presidente del Banco Central, Guido Sandleris. En septiembre de 2018 habían discutido la aplicación de la zona de no intervención.

Guido Sandleris junto a Eric Farnsworth, vice del Council of the Americas. 
Guido Sandleris junto a Eric Farnsworth, vice del Council of the Americas. 

Guido Sandleris tendrá hoy el que quizá sea el encuentro más importante para el futuro de la economía argentina hasta las elecciones. Será en la sede del Fondo Monetario Internacional (FMI) con el primer subdirector gerente del organismo, el norteamericano David Lipton, virtual número dos de Christine Lagarde.

Un hombre más conocido en Buenos Aires como el artífice ideológico de la prohibición explícita de que el Gobierno de Mauricio Macri utilice parte del dinero del organismo para frenar una eventual escapada del dólar. La misión del presidente del Banco Central será entonces sondear con el pétreo funcionario del Fondo la posibilidad de algún tipo de flexibilidad en su posición dura contra la alternativa de poder disponer de algo del dinero del FMI para ejecutar “política cambiaria responsable”, según la máxima acuñada en la Argentina antes del inicio del viaje a Washington.

Sandleris y otros funcionarios participan del encuentro anual de primavera que el Fondo Monetario y el Banco Mundial organizan en Washington, y que hoy tendrá una apertura formal.

El acto inaugural del evento será la primera sesión de debate sobre economía global dentro de la reunión del G-20, donde Argentina tiene aún un rol de coordinador. Será la primera vez que en este tipo de encuentros, dentro de la cumbre del FMI, el caso argentino sea debatido como componente general de la marcha de la economía mundial. La idea de incluirlo en el temario fue además de la propia Lagarde, que aún ve a la marcha del stand by firmado con Argentina como un ejemplo de los nuevos vientos del organismo.

Luego de esta participación, y dentro del edificio del Fondo, será el momento en que Sandleris y Lipton tengan su bilateral.

Se trata de viejos conocidos. Lipton fue en septiembre de 2018 el que le dio el visto bueno final a la propuesta de implementación de la zona de no intervención que el dúo Sandleris y Gustavo Cañonero había diseñado como mecanismo de contención del dólar para la era pos Luis Caputo.

Sandleris, con el aval del director gerente para el Hemisferio Occidental, el mexicano Alejandro Werner, llevaron la idea de las bancas mínima y máxima hasta Washington durante las negociaciones para cerrar el stand by 2.0.

Lipton es un defensor técnico e ideológico de la libre flotación cambiaria y del uso estricto del dinero del Fondo para liquidar deudas contraídas y que los estados no caigan en default. Todo esto a cambio de un ajuste fiscal lo suficientemente duro como para que rápidamente esos países encuentren su equilibrio macroeconómico.

Eran tiempos en los que Lipton y sus colegas de Washington se horrorizaban con los mecanismos utilizados durante la gestión de Luis Caputo el BCRA, donde se combatían las diarias corridas contra la suba del dólar, enfrentando a los especuladores con la colocación de divisas provenientes de las reservas del Central. Dinero que desde el FMI se consideraba como propio y, en consecuencia, prohibido para utilizar como herramientas de combate a la pérdida diaria de valor del peso. Lipton es un heredero ideológico de Anne Krueger, execonomista en jefe del Banco Mundial y ex directora gerente del FMI en tiempos en que la Argentina cayó en default en 2001; y una de las muchas “enemigas” que dejó el país luego de la salida de la convertibilidad dentro del organismo. Krueger dejó la enseñanza dentro del organismo de que a la Argentina no se le debe prestar dinero para ejecutar política monetaria, dada su pulsión histórica a financiar corridas en combates siempre perdidosos contra la suba del dólar en situaciones de desequilibrios fiscales.

Lipton, norteamericano como todo número dos del FMI, tomó este credo desde el primer momento del regreso del país al organismo y lo llevó como bandera durante todas las negociaciones del stand by vigente, tanto en su primera versión de junio como en la de septiembre del año pasado.

Como gran parte del Fondo Monetario, considera que la única política cambiaria válida es la de dejar que las reglas de la oferta y demanda impongan un precio. Esto es, aplicar una libre flotación y que sea la relación cantidad de pesos sobre oferta de dólares la que determine ese valor. Desde la Casa Rosada se considera que esta visión casi medieval de la política cambiaria no sirve para un caso como el argentino, donde el principal problema de la economía (reconocido por el propio FMI como decepcionante) es la aceleración inflacionaria; y donde una suba abrupta del dólar provoca inevitablemente un aumento en los precios que no se soluciona con posteriores reacomodamientos a la baja de la divisa.

La misión de hoy de Sandleris no será, obviamente, la de convencer a Lipton, tarea imposible en las actuales circunstancias.

Más, luego del informe leído el viernes en la reunión del board del FMI, donde se explicita desde Washington que Argentina tiene hoy armas vigentes y útiles para enfrentar una corrida cambiaria.

Lo que sí podría obtener Argentina en esta cumbre conjunta del FMI y el Banco Mundial es algún tipo de promesa de volver a reabrir la discusión, en el caso en que el mercado del dólar se complique cuando el proceso electoral esté en plena ebullición.

Y cuando el precio del dólar sea un factor decisivo en el momento de elegir si Mauricio Macri continuará en la Casa de Gobierno o si será otro u otra quien asuma la presidencia. Se sabe desde

Buenos Aires que la alternativa de una victoria de Cristina de Kirchner sería un argumento lo suficientemente fuerte y convincente como para hacer torcer una posición ideológicamente tan dura como la de Lipton. Lo cierto es que de los u$s77.478 millones de las reservas del BCRA, el país tiene libre disponibilidad por unos u$s25.000 para intervenir libremente en el mercado cambiario.

El resto del dinero son los aportes del FMI, los fondos del swap de China y del banco de Basilea y otros aportes internacionales.

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