1 de noviembre 2019 - 00:00

La economía chilena tiene con qué responder a las nuevas demandas sociales

El aumento de los impuestos a las grandes fortunas o la utlilización de los fondos soberanos surgen como alternativas para recortar la desigualdad.

DESCONTENTO. Una joven reclama un cambio en el sistema de pensiones, un fondo privado al que aporta el propio empleado. 

DESCONTENTO. Una joven reclama un cambio en el sistema de pensiones, un fondo privado al que aporta el propio empleado. 

Aunque el modelo chileno se resquebraja por una multitud de decepcionados que tomaron por sorpresa al espectro político, su economía cuenta con el combustible necesario para hacer frente a las demandas sociales, si bien los cambios deben ser aplicados de forma paulatina y requieren de un enorme compromiso de la clase dirigente.

A lo largo de las últimas décadas, Chile experimentó una transformación impactante en materia de desarrollo económico y humano, algo posible por la persistencia de políticas que, pese a sus claroscuros en materia de distribución, permitieron al país aprovechar sus enormes riquezas mineras. No obstante, este sistema -otrora considerado un “milagro” por sus defensores internacionales- exhibe su principal carencia: su dificultad para generar mecanismos que logren volcar los beneficios hacia una población cada vez más exigente.

Chile es muy desigual, incluso para la región donde los extremos son moneda corriente. Pero el Producto Bruto Interno (PBI) per cápita alcanza los U$S 15,923, mientras que el promedio de sus vecinos es de U$S 9,023, de acuerdo con cifras difundidas por el Banco Mundial. También redujo la pobreza de un 40% a un 8,6% en 40 años, lo que lo convierte en el país con mayor movilidad social de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

En términos de desarrollo, la economía chilena se ha ido desacelerando en los últimos cinco años por el freno a las exportaciones de commodities como el cobre. Pero la proyección del crecimiento es de 2,5% -otra vez, alta en comparación a otros miembros del barrio-, y la inflación es baja, un 2,2% anual, lo que permite cierta solidez y un déficit fiscal de no más del 2%, todo ello en una economía que tiene grandes reservas internacionales (u$s39.457 millones, en junio de este año).

“La economía chilena es robusta, pero los cambios deben ser graduales y no se puede atacar toda la problemática social que se arrastra hace décadas en el corto plazo”, explica Francisco Castañeda, académico de la Facultad de Administración y Economía Universidad de Santiago de Chile, a Ámbito Financiero.

Como respuesta inmediata a las presiones, Piñera anunció una batería de medidas urgentes destinadas a beneficiar a las clases más vulnerables, que incluyen un aumento en las pensiones y una baja en el costo de los medicamentos, pero fueron consideradas como un placebo por la masa social harta de esperar el derrame prometido.

“Debe implementarse una reforma tributaria. De hecho, distintos representantes del mundo empresarial dieron más señales de autocrítica que el propio Ejecutivo en ese sentido”, afirmó René Fernández Montt, economista de la Universidad de Santiago, en conversación con este diario. “Amplios sectores propusieron impuestos adicionales al 1% de mayores ingresos o a las grandes fortunas, ello con una lógica redistributiva”, continuó.

A contrapelo, el flamante ministro de Hacienda, Ignacio Briones insiste en recortar las cargas a las empresas para incentivo “potente” a la inversión. Hoy Chile tiene la segunda carga tributaria más baja de la OCDE, un 20,2% del PBI.

“Lo que cuesta entender es que habiendo gran proporción de chilenos y chilenas con pensiones de hambre, entre otros múltiples aspectos agobiantes, el Gobierno se demora tanto (en responder n.d.r.), la conclusión es que sólo intervienen motivos dogmáticos”, continuó el especialista, que además sugirió una quinta parcial del IVA en alimentos para beneficiar a los estratos más necesitados. Hoy Chile tiene la segunda carga tributaria más baja de la OCDE, un 20,2% del PBI.

“Chile también tiene una cantidad importante de fondos soberanos en Estados Unidos, depositado a un nivel de bajo riesgo, que es lo que la economía recauda cuando el precio del cobre está alto”, afirma Castañeda. “No hay ningún país latinoamericano que tenga esa regla fiscal estructural. “Ya se usó durante la crisis subprime para estimular la economía y Chile podría ocupar hoy una parte de los 17 mil millones de dólares” para a satisfacer las demandas. “La ortodoxia está perdiendo espacio”, concluyó el experto.

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