14 de octubre 2019 - 00:00

Nada librado al azar en una ciudad que modificó su rutina

Santa Fe, cómo en la reunión de presidentes del Mercosur, cambió hábitos. Dentro de la Universidad, en la previa del debate, el clima pareció irreal.

previa. Los seis candidatos minutos antes del comienzo del debate.
previa. Los seis candidatos minutos antes del comienzo del debate.

Por Osvaldo Cherep (Especial desde Santa Fe).- Truena en Santa Fe. La espesa masa de nubes azules advierte que lloverá pronto.

La explanada del centenario edificio del rectorado de la UNL pasó, en 48 horas , de ser el lugar de una masiva convocatoria popular por un concierto, a un espacio blindado por vallas cerradas que prácticamente impiden mirar el edificio recién restaurado. Las fuerzas federales de todo tipo y un estricto control para el selecto grupo de invitados al debate, convierte a la manzana del rectorado en una exagerada zona de tensión.

Afuera, una hora antes del comienzo del espectáculo, y mientras los invitados van ingresando, en la esquina de San Gerónimo, un puñado de simpatizantes macristas grita “ Sí se puede” frente a un aún menor número de agentes de Prefectura Nacional que se acercan más por obligación que por riesgo .

En la otra esquina se escuchan algunos bombos. Un megáfono solitario lanza consignas de izquierda. Un coro lejano canta “vamos a volver”.

La ciudad, cómo ocurriera hace pocos meses con la reunión de presidentes del Mercosur, modificó sus hábitos de paseos domingueros por el boulevard Pellegrini, y la inmensa mayoría permanece indiferente a los hechos: en un rato comenzará el primer debate obligatorio de candidatos a presidentes de la historia argentina, y los temas de conversación en los bares, y las sobremesas siguen girando en torno a los jirones del clásico Unión-Colón, pero especialmente por los preparativos del viaje de más de 30 mil santafesinos a Paraguay, para ver al sabalero en la final de la Copa Sudamericana y que hacen cola en el Cemafe, para vacunarse contra la fiebre amarilla.

En las calles, como en cualquier otra ciudad del país, las charlas sobre la política son aisladas, y tienen más que ver con las dificultades económicas, que por el fervor o la ilusión que generan los candidatos. La gente cruza con changuitos de súper que hoy proponen ofertas, vuelven de los asados familiares, pasean sus perros y muy pocos, se acercan a curiosear en los límites de ingreso.

Debate

El hall de las estrellas

Si alguien dijera que lo que está por pasar adentro del histórico Paraninfo de la UNL- sede de las reformas constitucionales de 1957 y 1994- es el cierre de algún festival internacional de Cine, nadie lo pondría en dudas. Lo mismo si se dijese que se trata de un evento comercial o una reunión de astronautas internacionales. Desde la distancia se aprecia que algo importante pasa. Pero descubrirlo implica pasar por tres controles y acceder a alguna de las alfombras que nos conducen al recinto.

En el hall central se desarrolla el gran suceso previo. La primera decepción- que generó un comentario generalizado- es la ausencia de catering.

Antes de las 20 hay que ingresar a la sala de debate y en la espera se juntan dirigentes de todos los partidos que conversan e intercambian bromas al pasar. Se mezclan entre directivos de los principales medios de comunicación y algunas estrellas del periodismo.

Daniel Scioli se pasea como un “experto”, Felipe Solá se abraza con propios y extraños. El exgobernador de Santa Fe, Antonio Bonfatti se reúne con un grupo de socialistas que se abre a la presencia del gobernador salteño, Urtubey que es menos solicitado que su esposa Isabel Macedo, a la hora del recibir pedidos de fotos. Viviana Canosa saluda a todos los que pasan y la identifican. Su ex marido, Alejandro Borenztein mira pareciendo buscar inspiración para sus columnas. Juan Carlos Baglietto es el responsable de la puesta de luces y sonidos y dice estar cansado de esperar.

En la fila se mezclan personalidades cómo el gobernador electo de Santa Fe Omar Perotti, su antecesor Miguel Lifschitz, el actual y futuro de Entre Ríos, Gustavo Bordet, algunos dirigentes de la izquierda y elegantes damas vestidas para la gala. Es un evento especial, claro:

“Una fiesta” ,que bien podría recrear Joan Manuel Serrat en una nueva versión de su clásico.

Las escaleras de mármol nos llevan finalmente al lugar de los hechos.

El Paraninfo por dentro parece una nave espacial. Las pantallas,las luces, y un aire acondicionado muy efectivo, nos dan la sensación de estar en un lugar irreal. Al menos para un país que no se corresponde con esa sofisticación ni esa prolijidad.

Argentina debate empieza

Las reglas son muy claras. Para los participantes, para los moderadores, para los asesores y para el público invitado.

Nada parece estar librado al azar.

Ninguno de los presentes podrá irse del lugar antes de que se retire el presidente Macri.

Durante la trasmisión del debate, en la tribuna izquierda se ubicaron los periodistas. En la platea central, funcionarios nacionales, gobernadores y legisladores. En el ala derecha un grupo de invitados especiales, y un espacio para fotógrafos que son los únicos que rompían el silencio imperante.

En los cortes, los moderadores reiteran el compromiso de no moverse ni salir, mientras que en los temas de conversación resalta el de la ausencia de comida y bebidas para amenizar el debate.

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