27 de marzo 2020 - 00:00

Aprender a aprender: el desafío de la escuela hoy

De repente, los efectos de una pandemia imponen la transformación educativa de la noche a la mañana. La escuela deja de ser ámbito de encuentro y nos vemos empujados a migrar de la escuela presencial a la escuela digital.

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Foto: Pixabay

Desde ya hace varios años la transformación educativa es el faro que estructura las propuestas de las instituciones que se sienten interpeladas por un contexto cultural que desafía al formato escolar tradicional. Las preguntas que iban marcando la agenda se centraban en los nuevos modos de estar en la escuela, en la necesidad de repensar modalidades de enseñanza, aprendizaje y evaluación, en la implementación de dispositivos que rompieran con esquemas anclados en otros momentos históricos, y en como acompañar a nuestros alumnos en el desarrollo de habilidades para desenvolverse con autonomía en el siglo XXI.

En simultáneo a las propuestas de transformación, surgían voces que advertían sobre los riesgos de copiar recetas sin considerar las características propias de cada cultura escolar y alentaban a observar e identificar comportamientos, vínculos, emociones, expectativas, rituales, recursos, modos de organización e incluso los silencios de cada escuela para comenzar a imaginar y ensayar practicas innovadoras que pudieran ser documentadas y evaluadas para construir, en red, un acervo de conocimiento que permita establecer modelos de inspiración.

De repente, los efectos de una pandemia imponen la transformación educativa de la noche a la mañana. La escuela deja de ser ámbito de encuentro y nos vemos empujados a migrar de la escuela presencial a la escuela digital. Urge el análisis y la interpretación del nuevo contexto para empezar a ensayar respuestas a preguntas que no nos habíamos hecho. ¿Cómo enseñar a la distancia? ¿Cómo reorganizar el trabajo junto a los equipos docentes en tiempos de cuarentena? ¿Cómo vamos a reponer los contenidos que no se abordan?

La incertidumbre y la complejidad nos obligan a revisar, además del contexto externo, las características de la propia comunidad educativa para formular nuevas preguntas: ¿Qué necesitan hoy nuestros alumnos? ¿Cómo acompañarnos a la distancia para que la escuela, aun en días de aislamiento, siga siendo ámbito de encuentro? ¿Qué aprendizajes queremos potenciar? No hay recetas. Sin embargo podemos pensar en las habilidades a desplegar para transitar la coyuntura actual y capitalizarlas para cuando en cada escuela, docentes y alumnos volvamos a reencontrarnos cada día en el izado, para dar inicio a la jornada escolar.

Entre ellas, el análisis e interpretación del contexto y de las características propias de cada escuela. Esto permite caracterizar demandas y priorizar estrategias de intervención de acuerdo a los recursos disponibles. Es importante escuchar e identificar las necesidades que surgen en la propia comunidad educativa para poder orientar los esfuerzos.

La flexibilidad aparece como uno de los requisitos para sobrevivir a los intentos de dar respuestas instantáneas a preguntas complejas. Las respuestas adaptativas no implican soluciones definitivas ni homogéneas, y la flexibilidad permite ir estableciendo una progresión del cambio con ajustes en los dispositivos y en las intervenciones. Esta progresión del cambio puede manifestarse a través de la puesta en marcha de experiencias piloto que permitan evaluarlas para luego escalarlas.

El trabajo en red permite potenciar y enriquecer las propuestas. Sabemos que el aprendizaje nunca se construye en soledad y propiciar los espacios colaborativos no solo lo promueven sino que pueden resultar muy valiosos para compartir experiencias y recursos con otras escuelas. El trabajo en red permite distribuir liderazgos, construir nuevas alianzas y poner el foco en los sistemas y no en los individuos.

Finalmente, la habilidad de reflexionar, documentar y evaluar las propias prácticas para dimensionar y poner en perspectiva todo esto que está pasando. Estar atentos a las estrategias que vamos implementando, los resultados del los esfuerzos compartidos, los acuerdos y desacuerdos, las experiencias que resultan y aquellas que necesitan ajustes brindará información relevante para darle continuidad a los procesos escolares.

La situación actual nos invita a aprender a aprender: nuevos modos de vincularnos, nuevas propuestas, nuevas herramientas digitales, nuevos usos escolares de redes sociales. ¿Cuánto habremos aprendido para cuando la escuela vuelva a tener su tiempo y su espacio? “No sabemos cuánto puede un cuerpo”, afirma el pensador holandés Baruj de Spinoza y su reflexión nos invita a imaginar: ¿Cuánto puede la escuela? En estos días inéditos, la pregunta se disparara en múltiples direcciones, y es nuestro compromiso animarnos a múltiples repuestas.

(*) Licenciada - Escuela ORT - Nivel Primario.

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